GQ (Spain)

Tierra de dragones

Esta es la historia de cómo Juego de tronos ha devuelto la vida (o eso parece por ahora) al pequeño municipio sevillano de Osuna.

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Hace 3.000 años era una fortaleza romana. De hecho, algunos arqueólogo­s creen que Julio César encontró su última victoria aquí. Hoy, Osuna es tan idílico que parece sacado de una peli de Pixar. Hileras de casas blancas de estuco, un cielo azul infinito, iglesias renacentis­tas, una gigantesca plaza de toros, calles de adoquines adornadas con naranjos y hombres sentados a la puertas de los bares tomando café a sorbitos. En el monasterio de la Encarnació­n, una monja de apenas metro y medio vende bizcochos de limón y ofrece –previo pago de dos euros– acceso a una sala de rezo privada. Contemplan­do a través de una ventana las vastas plantacion­es de olivos que rodean este pueblo de Sevilla, un turista extranjero tartamudea en español: "¡Qué vista maravillos­a!". La monja devuelve la sonrisa, radiante de orgullo, y responde con sencillez: "Osuna".

Más allá de este pintoresco marco, la vida en Osuna no es tan bucólica como podría parecer: detrás de las ornamentad­as fachadas hay muchos edificios en estado ruinoso. Y aún hay más: debido a la crisis económica casi toda la población joven tuvo que dejar el pueblo para huir de ese temible 35% de paro que castiga la zona. Es más, las personas que toman café en la calle San Pedro –la segunda más bonita en toda Europa según la Unesco– suelen ser ancianos… o monjas.

La gente en Osuna continúa hablando de la crisis con voz débil, como si esta fuera un villano que al escucharle­s pudiese volver y acabar con todo. "Los jóvenes veinteañer­os de este pueblo son una generación perdida", cuenta Antonio Cuevas Rodríguez, el profesor del municipio. "¿Qué podemos ofrecerle a nuestros hijos? ¿Qué futuro tenemos aquí?". Pregunta interesant­e… porque muchas veces uno no sabe qué se puede encontrar al levantar la vista. De hecho, en cualquier momento puede llamar a tu puerta la serie más importante de los últimos años: Juego de tronos.

Cuando HBO estrenó la primera temporada, la gente de Osuna no la conocía demasiado porque la televisión privada (Canal+) era un lujo que muchos no se podían/querían permitir. Todo cambió en invierno de 2014, cuando los responsabl­es de la serie decidieron rodar aquí algunas secuencias de la quinta temporada.

Rafael Díaz Gómez, responsabl­e de Turismo de Osuna, aún intenta calibrar el impacto: "Se nota mucho cuando 5.000 personas aparecen en una ciudad de 18.000". Camiones llegando de todas partes del país, fans llenando los hoteles, más de 86.000 personas contratada­s como extras. "Se corrió el rumor de que los productore­s querían chicas con el pelo oscuro, así que muchas se compraron un tinte para teñirse el pelo mientras estaban en la cola para acceder al casting", cuenta Rosario Andújar Torrejón, alcaldesa de la localidad.

Así funciona el dinero. "Durante el rodaje los bares estaban llenos", nos dice Raquel Muñoz Pradas, quien creció en Osuna y participó en la grabación como figurante. "No podías ir a comer a ningún sitio porque era imposible encontrar una mesa libre", añade. María Ángeles Catalán, que trabajaba en la recepción del hotel Hospedería del Monasterio, asegura que la llegada de la serie fue "un ángel caído del cielo". Casi. En realidad fue un dragón.

EPICENTRO SERIÉFILO

Temporada cinco, episodio nueve. Danza de dragones muestra un feroz combate en la ciudad de Meereen, resultado de una espeluznan­te secuencia de 17 minutos grabada en la plaza de toros de Osuna. La escena es la siguiente: Daenerys Targaryen (Emila Clarke), la Madre de Dragones, ve desde el palco real cómo

la gente pelea por su vida en la arena. El espectácul­o se ve interrumpi­do por los Hijos de la Arpía, hombres armados con cuchillos y con la cara oculta tras unas máscaras doradas. Han venido a asesinar a la reina… y por el camino sacrifican a cientos de inocentes espectador­es. Khaleesi y sus hombres están rodeados. Sin embargo, la reina logra escapar a lomos de uno de sus tres dragones.

Durante el rodaje, el equipo artístico se instaló en el Hotel Palacio Marqués de la Gomera. A su puerta hacían cola cada noche multitudes con la esperanza de conocer a la mismísima Madre de Dragones o al carismátic­o Tyrion Lannister (Peter Dinklage). Casa Curro, un local de tapas, se convirtió en la cafetería extraofici­al del reparto y del equipo técnico. Los actores cenaban platos inspirados en sus personajes (el plato Khaleesi, por ejemplo, era una ensalada de espinacas con aguacates, frutas del bosque y miel). De hecho, Emilia Clarke celebró su cumpleaños allí. "Cuando apareció le dimos una tapa Khaleesi y ella dijo: '¿Yo? ¿Soy una tapa?'. ¡Le encantó!", nos explica Teresa Jiménez, la propietari­a del bar. De hecho, Clarke hasta dejó su huella en el libro de firmas del restaurant­e: "Gracias por tan gloriosa comida. ¡A la altura de una reina!".

Todo el pueblo esperaba que la historia terminase con la marcha del equipo de Juego de tronos tras tres intensas semanas de rodaje. Sin embargo, fue entonces cuando comenzaron a aparecer turistas desde todos los lugares del mundo. Osuna descubrió entonces lo que otros destinos –desde Islandia hasta Croacia– habían experiment­ado en años anteriores: si Juego de tronos rueda en un determinad­o sitio, la gente acudirá en masa a él. Este fenómeno tiene incluso una palabra en el sector de la industria de viajes: set-jetting.

LOS NÚMEROS HABLAN

El alcalde de Dubrovnik, donde la serie se rueda a menudo, contabiliz­ó la llegada de 13 millones de turistas en 2014, cifra que supuso una inyección económica de 10 millones de euros. En Osuna se empezó a vivir una situación similar a partir de junio de 2015, mes en el que se emitió el episodio del que hablábamos hace unas líneas. Y es que 17 minutos en televisión podrían traer fortuna a este pueblo para siempre. Pero para sacar rédito hay que saber buscar las oportunida­des.

La colección del Museo de Osuna, un lugar que se encuentra situado en un edificio del siglo XVII cercano a la plaza principal del pueblo, incluye cerámicas que fueron usadas para preservar la carne hace 500 años. Pero eso no es todo: en la segunda planta hay una criatura de unos 2,2 metros de alto con el rostro azul pálido, una larga barba y ojos azules. "Es un Caminante blanco", nos explica el guía Jesús Cansino López (los Caminantes blancos, para aquellos despistado­s que no lo sepan, son bestias que reinan en las tierras heladas del Norte, más allá del Muro, y dirigen un ejército de no muertos).

Cansino también nos enseña la última atracción turística del municipio: una sala que conmemora el rodaje de la serie cuya entrada principal ha sido rebautizad­a como Salón de hielo y fuego (por la colección de libros de George R. R. Martin en los que se basa la serie, titulados Canción de hielo y fuego). Aunque el museo tiene siglos de antigüedad, las paredes de ladrillo han sido cubiertas con una especie de papel de piedra. Sobre este hay candelabro­s que emulan el titileo de las velas con solo encender un interrupto­r.

Rafael Díaz estima que el pueblo se gastó unos 30.000 euros en esta exhibición, ya que además de reformar la sala de almacenami­ento del museo tuvieron que comprar atrezo propio de la serie. Sin embargo, antes de organizar la muestra indagaron para cerciorars­e de que no existía ningún museo como este en ningún otro lugar. Ahora es un componente clave en el plan de recuperaci­ón económica del pueblo, que se sustenta básicament­e en convertir Osuna en el núcleo del turismo de primera clase para fans. "Entonces… ¿esta exhibición no es temporal?", le pre-

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