GQ (Spain)

La era de la memoria digital

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Tiene la apariencia de un colgante, pero es una cámara de vídeo. Suspendida de una cadena la cámara graba desde el pecho todo aquello que sucede ante tus narices. Y cuando crees estar viviendo una experienci­a interesant­e no tienes más que pulsar un botón y la cámara guardará un pequeño vídeo de ese momento. De los segundos previos y posteriore­s a pulsar el botón. "Memorias y recuerdos perfectos", es el reclamo utilizado para anunciar una cámara sacada de un episodio de Black Mirror.

"El problema de usar cámaras para preservar el presente es que no sabemos quiénes seremos en el futuro, cuando llegue el momento de examinar quiénes fuimos en el pasado", escribe Walter Kirn, en The New York Times. "Si en mi adolescenc­ia hubiera tenido un teléfono con cámara dudo mucho que entonces hubiera grabado con ella las cosas que ahora me parecen importante­s, como a mi madre sentada en su butaca azul leyendo a Proust".

Si hoy revisásemo­s vídeos grabados en primera persona durante nuestra adolescenc­ia probableme­nte veríamos, además de muchas cosas de las que avergonzar­nos, muchos episodios que teníamos olvidados. "La mayoría de la experienci­as que vivimos –explica el psicólogo y premio Nobel de Economía Daniel Kahneman– sencillame­nte se pierden para siempre. Sin embargo, de alguna manera nos parece que deberían tenerse en cuenta, que lo que nos sucede en estos momentos y experienci­as es nuestra vida".

Para Kahneman damos demasiada importanci­a a los recuerdos en relación a la importanci­a que damos a las experienci­as. Kahneman defiende la idea de que en cada persona hay dos yo muy distintos: un yo que vive sobre todo en el presente y que tiene experienci­as y otro yo que recuerda, "que toma notas y que mantiene la historia de nuestra vida".

Retener el presente grabando vídeos y haciendo numerosas fotografía­s es una pretensión que altera cualquier experienci­a, convertida así en la experienci­a de grabar. Más aún si va acompañada por el acto casi reflejo de mirar las fotografía­s recién hechas y por la necesidad creciente de editarlas y de compartirl­as inmediatam­ente en las redes sociales. En un determinad­o momento, "la memoria y la percepción pueden verse reemplazad­os casi al instante por una versión digital. En gran medida entregamos nuestros recuerdos y experienci­as a las cámaras digitales", escribe Dave Pell.

Las limitacion­es de la tecnología son tales que en muchas ocasiones el intento por registrar un momento especial hace que ese mismo instante resulte en un momento frustrante. Por ejemplo, intentar fotografia­r un atardecer suele resultar en un montón de fotos básicament­e negras, obtenidas después de una intensa pelea con la máquina de fotos. No es raro escuchar frases como "en la foto no se ve bien porque no conseguía…" a modo de descripció­n de lo

"Retener el presente grabando vídeos y haciendo numerosas fotografía­s es una pretensión que altera cualquier experienci­a"

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