ABRAHAM LINCOLN
(1861-1865) EL PRIMER HIPSTER Es el más respetado de los presidentes americanos –idolatrado como una deidad– y no hay año electoral que no se le nombre y se rescaten anécdotas de su vida. Hombre con mucho sentido del humor y gran luchador, es protagonista de una anécdota que puebla muchos rincones del país en forma de conjunto escultórico –como si fuese un paso de Semana Santa, pero en Nueva Jersey: estaba el bueno de Lincoln en plena campaña electoral, en 1860, cuando una niña de 12 años, Grace Bedell, le escribió una carta pidiéndole que se dejara crecer la barba pues mejoraría su aspecto físico. Si el candidato lo hacía, ella y sus hermanos prometían votarle. El político lo hizo y, tras ganar las elecciones, visitó a la niña, y dicho momento quedó inmortalizado en las epopeyas presidenciales.