ERES LO QUE COMES PERO NO SABES LO QUE COMES
casi más que el idioma, el principal factor de identificación cultural. Cada pueblo tenía su comida, cada familia su receta, cada país su gastronomía. Pero desconocíamos casi todo sobre ella, funcionábamos por instinto. Y, ahora que empezamos a descubrir hasta qué punto somos lo que comemos, la tradición se desmorona. Los guisos contundentes de jornalero, los sabores de temporada, los campos autóctonos cada uno con sus especies adaptadas y locales… han dado paso a un aglomerado donde la fast-food no está en las hamburgueserías, sino en los supermercados. Lechugas insípidas, tomates que no han visto el sol hasta que los has llevado a casa, monocultivos que usan la misma semilla aquí y en China. Una cara negativa de la globalización alimenticia que contrarresta la bandeja de sushi que puedes comprar en el súper de la esquina. A la que sumar que comemos cada vez peor. En GQ queremos presentarte las dos visiones actuales de la alimentación: desde cómo se consumen los principales productos del planeta hasta las neocomidas que hackearan el sistema. Alimentos futuros, clásicos en crisis, sugerencias para que te subas al carro de las superensaladas y una tabla periódica en la que incluimos toda la comida que puedas imaginar, medida en proteínas. Admítelo, en ningún otro sitio vas a encontrar algo que compare huevos y cereales, terneras y legumbres, con medusas,carne sintética y deliciosos gusanos. Bon appétit!
El cosmopolita está de capa caída. En su lugar irrumpe el locávoro (mezcla de ‘local’ y ‘omnívoro’), un comensal interesado en comer lo que suministra su entorno y en los tiempos debidos: la propia naturaleza, que es sabia, da naranjas en fechas de catarro. Habrá restaurantes al alza que apuesten por lo local, sitios ecoconscientes (Redzepi reabrirá en Copenhague con huerto y granja propios). No es normal comer espárragos que han viajado más que un joven con tarjeta de Interrail. Y los agricultores serán como intrépidos Indiana Jones, rescatando frutos sin domesticar por los cultivos modernos: variedades arcaicas de maíz, patatas o guisantes… invulnerables a plagas de su tiempo y que traerán una revolución de los sabores a nuestras vidas. –J. M. R. B