GQ (Spain)

El televisor está roto gambeteo

Por Montero Glez -

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hace mucho mi televisor se rompió. Fue a consecuenc­ia de un combate con sables de luz entre Darth Vader, que apareció por televisión, y un joven aprendiz a este lado de la pantalla. El asalto terminó con una grieta que recorría toda la pantalla del televisor y con un pequeño Padawan que tal vez algún día conocerá los caminos de la Fuerza, pero que nunca conocerá la paga semanal.

Salí a buscar un televisor y un par de horas después estaba de vuelta, sin televisor y abrumado por el exceso de oferta. Y, sin embargo, todos los televisore­s son demasiado parecidos y todos aprovechan muy poco la tecnología. La imagen es mucho mejor hoy que hace unos años, por supuesto, pero los televisore­s hacen lo mismo hoy que hace 50 años.

Así que pasé los meses siguientes viendo la mitad de la tele. No porque dedicase menos tiempo a ver la tele, sino porque seguí utilizando el televisor roto y solo veía la mitad de la pantalla.

Sin embargo reemplazar mi medio televisor era inevitable. El televisor conserva una importanci­a heredada de cuando la tele era el centro tecnológic­o del hogar: el objeto técnico más relevante, el más sofisticad­o y muchas veces el más caro. Para nuestros padres la compra de un televisor era una decisión meditada y estudiada. A pesar de que la oferta era mucho menor y que solo había que elegir el tamaño. Un lujo largamente financiado del cual se esperaban muchos años de servicio.

Hoy comprar un televisor es más parecido a reemplazar algún electrodom­éstico difunto, un tostador o una aspiradora. Las neuronas espejo te dirán que no, pero cuando la oferta es casi infinita es mejor no dar demasiadas vueltas al asunto. Y puedes comprar un televisor grande, con conexión a internet y de alta definición por la mitad de lo que cuesta un buen teléfono móvil. Y de promedio, el teléfono móvil se desecha cada año y medio. Haz los cálculos…

El móvil ha desplazado al televisor como centro de atención. Más de la mitad de las personas usan el móvil o la tableta, o el móvil y la tableta, mientras están viendo la tele. Encienden la tele y siguen a lo suyo, usando el móvil. Tal vez es por eso que se puede vivir durante meses con la mitad del televisor en negro. Tal vez es por eso que apenas notamos que el televisor está roto, aunque la pantalla no tenga grietas.

Comparado con el móvil, el televisor resulta soso. La única iniciativa de un televisor es apagarse después de unas horas, aunque la estés viendo. El desapego entre el contenido y el continente, entre la televisión y el televisor, es absoluto. El televisor no tiene en cuenta qué está mostrando y el contenido no tiene ningún efecto en el televisor. Da igual qué programas te gustan o cuáles ves más a menudo. Da igual si querrías ver o

"Comparado con el móvil, el televisor resulta soso. La única iniciativa de un televisor es apagarse después de unas horas"

grabar la película que están anunciando para mañana: no podrás indicársel­o a la tele en ese momento. Al televisor tampoco le importa si tu serie favorita está empezando en otra cadena, no te avisará ni te ofrecerá cambiar de canal.

Al televisor le dais igual tú y el contenido. Aunque estén emitiendo Sharknado. Es inevitable sentir la necesidad de analizar y comentar Sharknado. Tampoco se puede. Todos los intentos por llevar las redes sociales al televisor han fracasado. Hacer cualquier cosa –incluso buscar un programa– es demasiado frustrante y demasiado complicado. Ya ni siquiera hay promesas de interactua­r o de comprar a través del televisor.

"Cualquier producto que necesite un manual de uso está roto", dice Elon Musk. El manual de un televisor suele ser dos veces más grueso que el propio televisor y al mando a distancia le sobran la mayoría de los botones. La televisión está rota… y no ha sido un aprendiz de Jedi.

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