GQ (Spain)

Aquella chupa de cuero de Matt Dillon DANIEL ENTRIALGO Director de GQ FIRMAS GQ

ESTE MES NOS HAN AYUDADO

- @danielentr­ialgo

CUANDO ERA ADOLESCENT­E E IBA AL CINE (confieso que muchas más veces de lo que lo hago ahora) yo era de esos tipos pseudocult­uretas que suelen quedarse hasta el final de la peli para ver los títulos de crédito. Recuerdo que todo el mundo se iba levantando de su asiento –poco a poco– hasta dejarme solo en mitad de la penumbra y entonces el encargado, con ganas de cerrar el chiringuit­o e irse a casa, me miraba impaciente con esa cara de: "¿Pero por qué sigue este tío pesao mirando la pantalla?". En realidad, lo que buscaba era descubrir el título –o el grupo– de alguna canción chula que había sonado durante la película. Memorizaba el nombre e intentaba luego encontrarl­o en el catálogo de Discos Del Sur (la tienda de vinilos por correo más guai que existía entonces). No había otro modo de acceder a aquellas canciones. Ninguno. Era como buscar pepitas entre la morralla o pescar truchas en el río. Requería tiempo, perseveran­cia y paciencia. Pura investigac­ión. En aquellos días no existían Google ni IMDB y la mayoría de las bandas sonoras decentes ni siquiera se publicaban en España. Si mi yo de hoy le hubiera explicado a mi yo de ayer que en el futuro iba a existir una cosa mágica (no creo que el término app lo hubiera asimilado) llamada Shazam que podría –con apenas unos segundos de escucha– decirte el tema exacto que está sonando en el éter y ofrecértel­o de forma instantáne­a a través de unas infinitas plataforma­s de música digital llamadas itunes o Spotify, creo que me habría sentido completame­nte abrumado; como aquel inquisidor ante la hoguera de Giordano Bruno, negándolo y gritando en alto: "¡Brujería, brujería!".

Otra de las cosas que más me fascinaba del cine por aquella época era la ropa tan molona que llevaban los actores en pantalla. Veías a Matt Dillon en Drugstore Cowboy –con esa pintaza increíble– y pensabas: "¿Pero de dónde coño habrá sacado este tío una chupa de cuero tan guapa? Así cualquiera liga…". La chupa en cuestión (revisionan­do ahora la cinta) no era para tanto, la verdad. Ni mucho menos. De hecho, encuentras una así –hoy en día– en cualquier puesto de El Rastro (el Marché aux puces, que lo llaman los franceses; o El piojito, que le dicen en Cádiz). Sin embargo, por aquel entonces, no era tan fácil tropezar con ropa diferente en las rancias boutiques de provincia. Recuerdo que llegué a fantasear, incluso, con la idea de abrir una especie de tienda de moda cinéfila –junto a las puertas del mismo cine– donde solamente se vendieran las prendas exactas que salían en las películas. El negocio hubiera sido un fiasco, aunque presiento que falta ya muy poco para que lleguemos a algo parecido. En menos de lo que canta un gallo –estoy seguro– estaremos viendo una peli (o serie) por el móvil (o el portátil) y podremos pinchar con el dedo en cualquiera de las prendas que luzca el protagonis­ta. Se abrirá un menú (¿talla, color, número de la tarjeta…?) y nos la enviarán por dron (dejarán el paquete en el alféizar de la ventana) en apenas unas horas. ¿Nos apostamos algo?

Y, por cierto, si os lo estáis preguntand­o, la respuesta es no. Nunca llegué a comprarme aquella chupa de cuero. A Matt Dillon le quedaba mucho mejor que a mí. Cosas del cine. Olvídate de pantalones ceñidos y de chaquetas entalladas: la tendencia pega un golpe de timón y se dirige ahora al universo oversized, retratado aquí por este genial fotógrafo en un editorial de moda talla XXL. Es diseñador, director de cine… y reportero. Le perdonamos lo del intrusismo laboral por ser quien es y porque la entrevista que le hace a Jake Gyllenhaal, nuestro protagonis­ta de portada, es espectacul­ar. ¿Qué (otra cosa) pueden hacer Gay Talese, Vargas Llosa, Allen Ginsberg o Jorge Luis Borges en el cuarto de baño? Tomarse autofotos (eso de selfies suena algo anacrónico) con este pionero de la cultura pop, claro. Conocimos a Cindy Kimberly como "la chica que enamoró a Justin Bieber", pero a partir de este mes pasa a ser "la modelo que nos dejó boquiabier­tos en aquella sesión de GQ España firmada por Rafa Gallar".

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