Un sueldo por la cara
PENSARÁS SEGURAMENTE QUE LA IDEA de que todo el mundo cobre un sueldo simplemente por existir, al margen de la edad, la experiencia o el patrimonio que tenga, es una especie de rareza antieconómica. Esta propuesta, conocida en España con el nombre de renta básica universal, y que ha formado parte de los programas electorales de algunos partidos de izquierda, puede parecer una locura que va contra todo planteamiento capitalista. Eso de darle un sueldo por la cara a todo el mundo suena raro, para qué negarlo. Sin embargo, ojo porque la cosa puede no ser tan delirante. En EE UU, donde las políticas de Obama han hecho crecer al país, la desigualdad y la pérdida de poder adquisitivo son temas que preocupan sobremanera. Este malestar estaría detrás de los fenómenos Trump o Sanders, hoy cosa del pasado. El desarrollo competitivo de la digitalización, la tecnología y la robotización hace crecer la economía de los países, pero no así a la clase media trabajadora tradicional, que podría estar en vías de extinción. La pregunta sería: ¿a qué velocidad?
Andy Stern –quien fue durante años presidente del mayor sindicato de este tipo de trabajadores en EE UU– se ha pasado cuatro años preguntando a directores generales, banqueros de inversión, empresarios (desde Intel a Honeywell) y líderes políticos sobre este asunto. Y ha llegado a dos conclusiones. Una: los avances tecnológicos continuarán consumiendo puestos de trabajo e ingresos y afectarán a millones de personas de menor cualificación. Y dos: la única manera de mantener la prosperidad para los que sufran esto (ya sabes: millones de trabajadores) es establecer una renta básica universal que les permita mantener cierto nivel de vida y de consumo. Que les permita también rechazar salarios más bajos que esta renta mínima y, por tanto, exigir cierta dignidad salarial ante los empleadores. Y atención porque esto no es solo cosa de la izquierda; también hay teóricos conservadores –como Milton Friedman, Martin Wolf o Charles Murray– que han apuntado en la misma dirección. Aunque claro, para financiarla habría que eliminar otras partidas del bienestar norteamericano. Según Stern, si no implantamos esta renta o algo parecido que ayude a la gente que va a sufrir los rigores de esta evolución, en EE UU se vivirá en 30 años "como en Los juegos del hambre". Es decir, "en un enclave de personas extremadamente exitosas en el centro con todos los demás en los márgenes del sistema".