2) Actúa como un nexo generacional
Ningún grupo humano ha sido tan estudiado y deseado por las marcas como la generación millennial. Los también llamados nativos digitales están cambiando los paradigmas tradicionales de consumo y eso tiene un tanto descolocada a la industria. Al parecer, prefieren vivir experiencias y estar conectados a poseer bienes –qué cosas– y tal comportamiento ha puesto patas arriba el tablero del lujo. Las empresas intuyen que les va la supervivencia en acercarse a estos díscolos jovencitos y en su empeño por atraerlos se originan no pocos desencuentros con sus clientes de toda la vida. Tal conflicto no existe en el mundo de la perfumería, ya que una fragancia es, al mismo tiempo, producto y experiencia, amén de una poderosa herramienta de comunicación personal. Por añadidura, los perfumes son también una excelente puerta de entrada a un universo que, por lo general, les está vedado a las nuevas generaciones por la natural limitación de su poder adquisitivo. Esos mismos jóvenes que beben los vientos por el último iphone se emocionan también con un buen eau de toilette; y, mientras lo usan, se sumergen en el lifestyle de su marca preferida y sueñan con el hombre que les gustaría ser. Aunque hayan pedido a los Reyes una tableta, por el bien de nuestros jóvenes y el de la industria del lujo, regálales un perfume.