Joven y provocador
En su nuevo libro, Yo no soy mi cerebro, el filósofo Markus Gabriel arroja luz sobre el segundo órgano favorito de Woody Allen.
En este mundo nuestro las ideas bullen como una gusanera. Algunas son peregrinas; otras, en cambio, tienen un empaque de seriedad y sensatez que las hacen especialmente valiosas. Las reflexiones del alemán Markus Gabriel pertenecen a esta segunda categoría. Leer sus libros es un desafío a los cánones del conocimiento. Autor de la teoría del Nuevo Realismo (detallada en el superventas Por qué el mundo no existe), Gabriel es, a sus 36 años, una estrella del universo filosófico. La tesis principal de su nuevo trabajo, Yo no soy mi cerebro (Editorial Pasado & Presente), explicada por él mismo a GQ, es que "la mente humana, en el sentido de espíritu y no de mente, es inmaterial y, en principio, no puede ser estudiada por ninguna ciencia natural, incluidas la neurociencia y la psicología". Esta crítica al cientificismo trae consigo una noticia liberadora: la neuroquímica no controla nuestra vida. "Por lo general, la neuroquímica es meramente una condición necesaria, nunca una condición suficiente para explicar nuestras acciones". ¿Y qué espacio dejamos, entonces, a la religión, a Dios? "Dios no está amenazado por el progreso científico. Solo lo está la superstición. Es decir, la confusión de los textos sagrados con los artículos científicos".
Aunque Markus Gabriel pertenece al mundo académico –es profesor de las universidades de Bonn y de Nueva York– suele recurrir al cine y a la televisión para explicar aspectos de sus ideas y salirse así del ámbito escolar kantiano. "Las mejores series de televisión [menciona Westworld y dice: '¡Qué obra maestra!'] son tan filosóficas como el propio Kant. La filosofía necesita estar a la altura de los estándares espirituales, artísticos y culturales de su época".
Terminamos hablando del amor, sentimiento que ya desde los tiempos de Lucrecio ha sido considerado por muchos filósofos como fuente de todo mal. ¿Cree Markus Gabriel que el amor es una ilusión que nuestro organismo genera con fines puramente darwinistas? "De ningún modo. El amor humano no es un fenómeno puramente biológico. Piensa en las relaciones sexuales humanas como argumento: Los rollos de una noche suelen ser mucho peores que el sexo en una relación basada en el amor… y el sexo en una relación basada en el amor es mucho más complicado que un simple polvo".