El 'show' de Mcavoy
El escocés se consagra en Múltiple, nuevo thriller de Shyamalan, donde se mete en la piel de un tipo con un trastorno de identidad disociativo.
El pedagogo teatral ruso Konstantín Stanislavski opinaba que todo actor debería "trabajar toda su vida, cultivar su mente, desarrollar su talento sistemáticamente y ampliar su personalidad". Nos gustaría saber qué habría pensado el creador del método interpretativo que lleva su nombre (mejor dicho, su apellido) si hubiese tenido la fortuna de disfrutar del escalofriante trabajo que James Mcavoy (Port Glasgow, Escocia, 1979) realiza en Múltiple (en salas desde el 20 de enero). Porque eso de "ampliar su personalidad" se queda algo corto si tenemos en cuenta que la nueva cinta de M. Night Shyamalan (El sexto sentido, El protegido, La visita) trata sobre un tipo con un trastorno de identidad disociativo. Es decir, tiene personalidad múltiple. En concreto, 23 seres –cada uno de ellos con sus filias y sus fobias– encerrados en un solo cuerpo. Y de entre todos, uno (¿o quizás alguno más?) emerge sobre el resto y obliga a su portador a secuestrar a tres muchachas y encerrarlas en la sala de mantenimiento de no se sabe dónde para poder colmar por fin sus deseos más irracionales.
La película, un thriller psicológico con empaque suficiente como para mantener la tensión in crescendo durante 116 minutos (e incluso algo más: ni se te ocurra levantarte durante los créditos), es el patio de juegos de un Mcavoy que firma una actuación de premio (ojo también al papelón de Anya Taylor-joy, que confirma aquí las buenísimas sensaciones que nos dejó en La bruja). Ya sea como Dennis (un maníaco obsesivo-compulsivo), Barry (un alegre aspirante a diseñador de moda), Hedwig (un crédulo niño de 9 años) o Patricia (una mujer tan amable que estremece), Mcavoy supera con Múltiple cualquier posible encasillamiento como Charles Xavier (X-men) y demuestra ser un actor de lo más poliédrico. Y estamos convencidos de que nunca habíamos usado este adjetivo con tanto criterio.