GQ (Spain)

SEAN O'pry

Hombre GQ del año

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en celebridad­es gracias a las redes sociales) dominan la industria de la moda, Sean O'pry (Georgia, EE UU, 1989) se sale de la norma; y no porque no cumpla los cánones que definen a los nuevos maniquíes Él mismo podría condecorar­se con el título de primer modelo masculino descubiert­o a través de internet, pero el social media no es lo suyo según cuenta a GQ horas antes de celebrar la gala de los Hombres del Año 2016.

Con tan solo 17 años, este norteameri­cano fue fichado por la agente Lana Winters a través de Myspace, ese ente virtual que ya ha quedado relegado al pasado de la World Wide Web y que fue el germen de las actuales y veloces networks. En él, O'pry publicó como cualquier otro adolescent­e sus fotos del baile de fin de curso pero, a diferencia de ese groso de la población que experiment­a vergüenza (cuando no risa desenfrena­da) al desempolva­r esas imágenes, nuestro Modelo del Año ya llamaba la atención (para bien). "Cuando Lana me escribió un mensaje, me pilló por sorpresa. Pensé: '¿Esto es real? ¿Quiero ser modelo?'. ¡Ni siquiera tenía pasaporte! Me mandaron a Nueva York y del shock estuve sin hablar tres días. Fue una locura".

De eso hace ya casi una década que, para él, podríamos apodar como prodigiosa. Hoy, esta cara angulosa de corteclási­co–yque"pensabaque­esto no duraría más de seis meses"– es de las más cotizadas de la industria según la web de referencia Models.com (desde hace varias temporadas su nombre aparece sin excepción entre los primeros puestos de la lista de los mejor pagados). Tanto es así, que su caracterís­tico porte que se balancea entre un renovado James Dean y la reencarnac­ión de Paul Newman fue el selecciona­do por Taylor Swift para convertirl­oengallard­ocoprotago­nista de su videoclip Blank Space, single del laureado álbum 1989 yquehaposi­cionado a la artista como una de las más influyente­s de su época.

Habitual de nuestras páginas de moda –la portada del suplemento GQ Style americano fue uno de sus primeros trabajos–, no hay ningún ámbito que se le resista, ya sea pasarela, campañas de publicidad, cubiertas de las principale­s cabeceras internacio­nales o la marquesina de ese autobús que esperas cada mañana. Podemos asegurar que, vayas donde vayas, O'pry estará a la vuelta de cada esquina preparado para saludarte ataviado de Calvin Klein, Massimo Dutti, H&M o Balmain, perfumado de Viktor & Rolf o Paco Rabanne (sí, él es el famoso seductor capaz de desnudar a Dree Hemingway con un chasquido de dedos) o mostrándot­e cómo funciona el último milagro wearable en forma de reloj.

Sin embargo, y a riesgo de cumplir el cliché a rajatabla, la singularid­ad de este modelo radica en su espontanei­dad o su aprecio por placeres tan mundanos como practicar buceo con su chica, la también modelo Samantha Gradoville. Una inusitada normalidad ajena a un mundo en el que el postureo abunda y que se manifiesta desde su llegada a Madrid: "¿Me vais a dar un premio?", pregunta expectante. Y tras nuestra respuesta afirmativa, añade: "¿Y me lo puedo quedar?".

A la contra, nosotros nos cuestionam­os si la velocidad a la que viven estas excepcione­s biológicas les permite ser consciente­s de estos reconocimi­entos. "Quizá cuando cuelgue el uniforme de modelo lo sea. Va todo muy rápido: llego a una ciudad, hago mi trabajo y me voy. Estoy empezando a relajarme y a darme cuenta de lo que este trabajo me aporta, pero aún no del todo". Y todo ello sin ni siquiera ser todavía consciente a día hoy, diez años después de ser descubiert­o, de que él es el verdadero portador (de carne y hueso) de la famosa "mirada acero azul".

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