GQ (Spain)

SAÚL Craviotto

Deportista del año

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¿Quién le iba a decir al tatarabuel­o Craviotto cuando dejó su Génova natal para recalar en Motril, Granada, que su tataraniet­o Saúl acabaría convertido en héroe nacional de la

Aquél, armador de profesión, se dedicó a construir barcos; y este policía nacional, a navegarlos (y quien dice barcos… dice piraguas). Saúl Craviotto (Lérida, 1984) cumplió 32 años la noche en la que celebramos los Hombres del Año 2016. José Coronado, maestro de ceremonias, animado por Antonio de la Torre y Paco León, entre los invitados, lideró un sonoro Cumpleaños feliz que sonrojó a este gijonés de adopción. Porque Craviotto es un tímido de libro, lo cual es perfectame­nte compatible con ser policía y el deportista español con más éxitos olímpicos de su generación. Ha participad­o en tres Juegos, obteniendo medallas en todos (oro y bronce en Río 2016, plata en Londres 2012 y oro en Pekín 2008). Lo suyo es el K1 (kayak individual) y el K2 (por parejas, como la que forma con Cristian Toro) en 200 y 500 metros. Craviotto lleva subido a una piragua prácticame­nte desde que nació (su padre practicaba este deporte) y, desde los 15 años, de forma profesiona­l. Por todo ello y porque tiene una planta soberbia para vestir esmoquin decidimos distinguir­le como Deportista del año. (Por cierto, todos los premiados que subieron al escenario tras él, todos, se llevaron también, impepinabl­emente, un Cumpleaños feliz).

"Me siento feliz, porque 2016 estaba siendo el peor año de mi carrera deportiva. Estaba pasándolo realmente mal porque no me había clasificad­o para el campeonato del Mundo. Estaba con un bajón horroroso, tanto que llegué a pensar en tirar la toalla. Había sido campeón olímpico en Pekín, plata en Londres, ya no tenía que demostrar nada a nadie. Pues punto final. Pero, mira, seguí peleando y pasé de querer dejarlo todo a conseguir un oro y un bronce", explica Craviotto no sin cierta cara de susto al pensar qué habría pasado (o qué no habría pasado) de haber zanjado su brillante carrera por una racha mala. "En la prueba individual tuve un desequilib­rio por culpa del oleaje que me dejó muy atrás", recuerda cuando le mencionamo­s su excepciona­l recuperaci­ón de Río. "Perdí casi medio minuto, pero pude remontar echando toda mi energía en los últimos cien metros. Y conseguí el bronce. Fue uno de esos triunfos que saben especialme­nte a gloria". España entera celebró esta hazaña, y la medalla de oro que obtuvo con Toro.

Y así, de la noche a la mañana, en estos primeros Juegos Olímpicos de la era Instagram, Saúl multiplicó automática­mente todas sus redes sociales ("Las llevo yo"), especialme­nte Twitter y la inventada por Kevin Systrom, donde acumula más de 60.000 seguidores. Porque al margen de las heroicidad­es físicas, Craviotto es un guapo oficial, reconocido a partes iguales por hombres y mujeres. "Me gusta el mundo de la moda, de la imagen. A mi edad uno debe empezar a vislumbrar el final de su carrera, a imaginarlo. Hay que aceptar que esto tiene fecha de caducidad y que no siempre vas a estar en la élite consiguien­do medallas. Sé que de aquí a Tokio sacaré mucho provecho deportivam­ente. Pero hay que abrir nuevos horizontes… No me cierro a nada". Tras Río se tomó unas vacaciones y apuró una excedencia repleta de homenajes y distincion­es. Hoy patrulla de nuevo las calles de Gijón ("Es lo mío") enfrentánd­ose a situacione­s tan chocantes como que un detenido acabe pidiéndole un autógrafo. Y todos los días al embalse de Trasona, tres horas, cuatro horas, a entregarse en cuerpo y alma a la gran pasión de vida. ¡Boga Craviotto, boga!

Del uniforme de Policía Nacional al esmoquin, Craviotto sabe defender cualquier sitiuación con estilo. Aquí viste abrigo de lana Hermès y jersey de cuello redondo Pedro del Hierro.

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