GQ (Spain)

Cinta adhesiva para preservar tu intimidad gambeteo

Por Montero Glez -

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Hace un tiempo Mark Zuckerberg publicó en su cuenta de Instagram una fotografía en la que dejaba ver su mesa de trabajo, con su ordenador. La imagen revelaba que Mark (el guardián de tu yo digital en Facebook) tenía colocado un trozo de cinta adhesiva tapando la cámara de su ordenador. Ese detalle de la fotografía de Zuckerberg se comentó ampliament­e en internet: ¿Cinta adhesiva para tapar la cámara del ordenador?. ¿Cómo alguien con tantos recursos puede ser tan cutre?

Afortunada­mente también se comentó un aspecto más trascenden­te del asunto: que las webcams que sirven para realizar videollama­das son un accesorio indiscreto que utilizan furtivamen­te los mirones digitales para cotillear. Colocando ese trozo de cinta adhesiva, que es fácil de poner y quitar, Mark evita que la cámara de su ordenador se utilice con fines maliciosos. O al menos evita que se vea algo en el caso de que la cámara se encienda sin su conocimien­to.

Ese trozo de cinta significa que Zuckerberg se preocupa por su intimidad, lo que lleva a suponer que se preocupará también por la intimidad de los usuarios de Facebook. Tal vez la cinta adhesiva (o el trozo de Post-it, que también sirve) no es el mecanismo de seguridad más sofisticad­o, pero es una solución de baja tecnología, simple y eficaz, que resuelve buena parte un problema complejo.

Su obsesión por tapar los agujeros de su ordenador llega también al micrófono. Es un gesto prudente. Después de todo, "Mark Zuckerberg es uno de los tipos más poderosos del mundo –escribe Katie Rogers en The New York Times– porque tiene acceso libre a los datos que millones de personas le entregan sin titubear a cambio de que él les deje ver algunas fotos del bebé Zuckerberg".

Unos meses antes de la famoso foto de Mark, el entonces director del FBI había comentado que usaba cinta adhesiva para tapar la cámara de su ordenador como medida de seguridad, para protegerse de ciberataqu­es y actos de espionaje electrónic­o. Y recomendab­a su uso a cualquier ciudadano. Su comentario levantó sin embargo algunas ampollas, ya que en 2013 The Washington Post reveló que el FBI considerab­a aceptable acceder a la cámara del ordenador de un sospechoso investigad­o.

Más recienteme­nte la serie Black Mirror ha extendido el temor a la cámara indiscreta entre el público más ingenuo con el episodio Cállate y baila. En dicho capítulo, de forma parecida a lo que sucede en la película El pacto, una serie de desconocid­os son chantajead­os para que lleven a cabo encargos de diversa índole, todos cuestionab­les. En la serie

"No es probable que te suceda a ti, pero sí es posible activar la cámara de un ordenador sin que el usuario se dé cuenta"

estadio a rebosar. Nadie olvidará el momento en el que Andrés templa y chuta un gol histórico. Porque, como apunta Vicente del Bosque en las tripas de este libro, Andrés es jugador de elegancia. Un pincel, o mejor, un bailarín que hace todo sin esfuerzo aparente. "Como si caminara con la pelota en los pies".

Iniesta es de esos que igual de buenos son para jugar de extremos que para jugar de interiores. Un futbolista completo, dotado de una fuerza bruta que envuelve con elegancia. Algo parecido apunta Guardiola. Luego va el propio Andrés y añade que el balón de fútbol es lo más parecido a la manzana de Newton. De esta manera, el futbolista solo tiene que esperar a que la ley de la gravedad haga su trabajo.

Mientras tanto, en ese silencio que envuelve el momento previo al gol, mientras cae la manzana, lo único que tiene que hacer el futbolista es escuchar. Así ocurrió en Johannesbu­rgo, cuando el mundo entero se paró a escuchar el gol y Andrés Iniesta se puso a correr gritando su alegría, juntando todas las gargantas en la suya hasta romperse las cuerdas. En este libro, el jugador nos invita a recordar aquel verano tan caliente, cuando la selección española hizo mover el ritmo del cuero a patadas.

Con todo, el gol de Iniesta sería el resultado de un camino que venía de más atrás: al igual que nadie puede atribuirse el descubrimi­ento del fútbol por ser cosa del ingenio colectivo, la selección española, la Roja, es una suma de jugadas y de jugadores. De eso trata otro libro que nos demuestra que el fútbol, como juego literario, cada vez gana más afición por su capacidad para seguir practicánd­ose. Se titula De Riotinto a la Roja (Contra) y nos documenta sobre el fútbol en nuestro territorio, desde un lejano día, a finales del siglo XIX, cuando un grupo de ingenieros y marineros británicos empezaron a darle al balón en pueblack blos mineros del sur de España. Su autor, Jimmy Burns, sigue el camino que llevó a la selección española hasta lo más alto del fútbol mundial. Es verdad que siempre se recuerda en beneficio propio y más aún cuando toca rememorar todo un hito en nuestra historia. Ningún otro equipo en la era moderna había logrado conquistar tres grandes títulos de seguido. La victoria en el Mundial de Sudáfrica y las de las Eurocopas de 2008 y 2012 convirtier­on nuestro país en sinónimo de fútbol. Numerosos fueron los libros que se le dedicaron al tema pero el de Jimmy Burns, sin duda, es el más brillante.

Burns nos señala una ruta, un viaje a través de una galería de personajes y partidos que han definido el fútbol español. Un recorrido marcado por los tacos de las botas de una selección que hasta hace bien poco pasaba desapercib­ida. El trabajo de Burns es referencia por ahí fuera cada vez que alguien decide investigar acerca de nuestro territorio. Didáctico y plagado de anécdotas, con esos datos cotidianos que son los que en realidad transforma­n nuestro terreno de juego. Igual que en su día, una manzana roja transformó la ciencia para siempre.

"En ese silencio previo al gol, mientras cae la manzana, lo único que tiene que hacer el futbolista es escuchar"

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