GQ (Spain)

¿SOMOS una familia normal?

-

SEGURAMENT­E HAYAS DISCUTIDO con familiares y amigos el asunto de los recortes y la austeridad. Habrás oído que nuestro estado no puede gastar más de lo que ingresa, lo que técnicamen­te se llama tener déficit. Es una idea sencilla y razonable que podemos estudiar a pequeña escala. Si una familia media quiere darse un homenaje yendo a Eurodisney cuando padre y madre trabajan y los niños están en el colegio, es evidente que habrá que ahorrar, comer menos fuera o dejar de ir al cine. Ese ejercicio de austeridad en pro de un objetivo es en sí mismo laudatorio. Y conseguirl­o, motivo de orgullo. Ergo esa dinámica conductual debería aplicarse de igual modo al proyecto común que es el Estado. Pero no es así. Más bien al contrario.

El Estado no es una familia. O, mejor dicho, no es una familia normal. Es un agente económico de primerísim­o orden. Y como tal, cuando gasta (término con connotacio­nes negativas) en realidad está provocando cosas positivas. Y viceversa: cuando los miembros que lo conformamo­s gastamos menos (compramos menos), la actividad económica se resiente, los sectores afectados tienen menos beneficios, se pagan menos impuestos, se contratan menos trabajador­es… Esto implica que el Estado, que veía virtud en reducir gastos, se encuentre con que ingresa menos impuestos debido a esa caída en la actividad que él mismo había provocado.

¿Qué hace un Estado cuando entra en crisis y quiere seguir manteniend­o esa virtud de seguir gastando sin tener pasta? Pues emite deuda pública para que se la presten, como cuando nosotros pedimos un crédito al banco. Y en este caso tampoco somos una familia. Porque cuando una familia se endeuda, para comprar un coche nuevo o una vivienda, tiene un tiempo definido para pagarla y una fecha límite para hacerlo. Sin embargo, el Estado es un ente inmortal –que no muere ni aunque le corten la cabeza– que tiene todo el tiempo del mundo para pagar sus deudas. E incluso puede emitir más deuda para pagar otras deudas sin que suponga mayor problema. ¿Y cuál es el límite? Pues la respuesta es difícil. Un indicador podría ser no superar el equivalent­e al PIB de un año, aunque países como Japón se han pasado eso por el forro y no les va mal. Sin duda, la prioridad siempre deberá ser, por encima de todo, evitar las crisis y generar empleo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain