GQ (Spain)

KURT RUSSELL LA AUTORIDAD COMPETENTE

ACABA DE INTERPRETA­R A UN PLANETA (HAS LEÍDO BIEN) EN GUARDIANES DE LA GALAXIA 2, LO CUAL ES UNA BUENA METÁFORA DE LA CONSIDERAB­LE REVERENCIA QUE PROVOCA EN VARIAS GENERACION­ES DE CINÉFILOS.

- por Noel Ceballos SEBASTIAN KIM

WALT DISNEY AGONIZABA en un hospital cuando clavó sus ojos en los de su hermano Roy y musitó sus últimas palabras: "Kurt Russell". Nadie sabe por qué decidió pronunciar ese nombre con su último suspiro, y mucho menos la por entonces joven promesa del estudio. Es una duda que le acompaña aún a día de hoy.

Russell es una de esas estrellas infantiles que han tenido la oportunida­d de madurar ante las cámaras. Pasó de realizar una intervenci­ón no acreditada (¡con solo 12 años!) en una película de Elvis Presley a interpreta­rlo en un extraodina­rio telefilme; de protagoniz­ar una serie sobre un cowboy infantil llamado Jaimie Mcpheeters a participar en westerns posmoderno­s a las órdenes de Quentin Tarantino. Y justo en la fase central de su carrera, entre el niño-actor disneyiano y el macho alfa maduro de sus trabajos más recientes, Kurt Russell se convirtió en icono absoluto del cine de acción sin monsergas, gracias sobre todo a su papel de Serpiente Plissken (incluso el nombre era insuperabl­e) en 1997: rescate en Nueva York. Oh, seguro que tienes en mente su look: parche en el ojo, camiseta negra sin mangas, pantalones de cuero, botas, actitud de no haber venido a este mundo para hacer amistades. Tantos años después de su debut en la gran pantalla (y de una secuela que lo ponía a surfear por las calles de una Los Ángeles posapocalí­ptica), Plissken sigue siendo el patrón oro de lo cool.

Todos y cada uno de sus trabajos a las órdenes de John Carpenter son hoy largometra­jes de culto. De hecho, puede que una estrella como Dwayne Johnson, capaz de combinar físico imponente y talento natural para la comedia, no existiese sin el ejemplo de Golpe en la pequeña China, en la que nuestro hombre interpreta­ba a un camionero involucrad­o en una intriga sobrenatur­al con grandes dosis de kung-fu (tiene sentido cuando lo ves en pantalla, pero no tanto cuando lo pones por escrito). Johnson es solo uno de los muchos héroes de acción contemporá­neos con los que comparte plano en Fast & Furious 8, última entrega de una franquicia en la que, más que a un personaje, Russell se interpreta a sí mismo: el viejo león encargado de guiar a unos jóvenes aspirantes al trono del cine popular.

Y esa misma admiración por su estatus más grande que la vida está presente también en la película Guardianes de la galaxia 2, epopeya galáctica marvelita que, por cosas de los conglomera­dos multimedia contemporá­neos, supone también su regreso triunfal a Disney. A la hora de pensar en el único actor adecuado para interpreta­r al padre de Chris Pratt, el director y guionista James Gunn lo tuvo muy claro... A los fans de los cómics les interesará saber que su personaje no es otro que Ego, el Planeta Viviente, una suerte de extraña deidad pop que, siguiendo el ejemplo de Zeus, es capaz de adoptar forma humana cuando quiere seducir a chicas de la Tierra. El resto del tiempo... Bueno, el resto del tiempo se dedica a ser simplement­e un planeta. Nadie puede negar que, tras varias décadas en el negocio, Kurt Russell sabe cómo seguir divirtiénd­ose. Walt Disney, como de costumbre, no se equivocaba: el chico tenía futuro.

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