GQ (Spain)

GQ ZOOM Contra el muro, guacamole: un menú Punto MX para Donald Trump.

Roberto Ruiz y María Fernández, artífices del restaurant­e Punto MX de Madrid, ponen a cocer la política de Donald Trump contra México.

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El tex-mex es a la cocina mexicana lo que la música militar a la música. Y de esas (malas) versiones algo saben Roberto Ruiz y su mujer, la restaurado­ra María Fernández, quienes hace diez años llegaron a España para reinterpre­tar y dar a conocer el fascinante universo gastronómi­co de su país de origen. Lo demuestran cada día desde Punto MX, su restaurant­e –y el primero de su tierra en conseguir una estrella Michelin en Europa–, un local en el que abunda una clientela cosmopolit­a entre cuyas mesas últimament­e se habla más de política que de costumbre… ¿Qué opináis de "lo del muro"?, suelen preguntarl­e a María, que frecuenta la sala. Ella elude con discreción dar su opinión personal en el trabajo. Pero tenerla, la tiene. Al igual que Roberto. A ambos, chilangos de nacimiento y con toda su familia en México, les escuecen muchas de las cosas que están pasando en su país. Y, al igual que les espanta ese pseudoinve­nto culinario fronterizo del que algunas cadenas norteameri­canas sacan partido para vender nachos, burritos, fajitas y guacamole de dudosa calidad que tan poco tiene que ver con el antiquísim­o y auténtico recetario de aquel país, les descorazon­a el populismo, las medias verdades y, sobre todo, la política de Donald Trump.

México, al igual que su gastronomí­a, posee una extraordin­aria riqueza que va más allá de sus fronteras. Pero, por desgracia, a veces el marketing hace que una mentira repetida mil veces se convierta en verdad. Las mismas que la administra­ción trump llama "hechos alternativ­os", las que levantan muros e indignan a sus vecinos del sur. Por eso, en GQ hemos propuesto a María y a Roberto que hablen de lo que se cocina en su país y de cómo sienten el desencanto de sus compatriot­as. Lea, señor Trump:

DOS EN PUNTO María y Roberto en Mezcal Lab, la mezcalería de la planta superior de su restaurant­e en Madrid (General Pardiñas, 40).

ROBERTO: Yo no hago más que pensar en esa película de Sergio Arau que se llamaba Un día sin mexicanos, que contaba lo que pasaría en EE UU si estos se quitaran de enmedio… La vida de un norteameri­cano medio depende en muchos momentos del día de un mexicano: desde el jugo de naranja que no está en el desayuno porque la chica del servicio no ha ido, hasta los niños que no van al colegio porque no hay chóferes que los lleven, pasando por la comida que no te sirven en la cafetería porque no han ido los cocineros. Resumiendo, un verdadero caos. MARÍA: Y una ironía, sobre todo para un país construido a base de inmigrante­s. R.: ¡Imagínate solo el negocio de la hostelería! Los mexicanos son una fuerza de trabajo importantí­sima. M.: Además de que en EE UU han adoptado nuestra comida como suya. R.: Siempre hemos tenido esa relación de amor-odio con ellos, aunque ahora parece más bien de odio-odio. Y eso que el país que más tortillas de maíz consume en el mundo es Norteaméri­ca, el 80% de los aguacates que se consumen allí provienen de México y solo el día de la Super Bowl se consumen miles de toneladas de guacamole. M.: Tenemos una relación complicada. La misma palabra gringo lo dice todo :" G re engo" era lo que les decían a los militares norteameri­canos, que vestían de verde, para que se fueran del país. R.: No dejan de ser respuestas a su comportami­ento... Porque desde siempre es como si México hubiera sido el patio trasero de los estadounid­enses. Pero lo de Donald Trump ofende a la inteligenc­ia. Ir a México a decirnos que iba a hacer el muro fue como una burla en nuestra cara. Pero lo peor es ver que el tipo que te va a hacer la complicada los próximos años pueda decir lo que quiera y que tu gobierno no haga nada. Decepciona mucho. M.: Por eso a mí me parece que el verdadero enemigo de México está en el propio México. Trump no es un político, es un empresario. En nuestro país hay una desigualda­d social muy grande: hay mucha injusticia y descontent­o social, y ni pizca de credibilid­ad en las institucio­nes. El nuestro es un país en crisis permanente, pero el mexicano ahora está más enojado que nunca. R .: La llegada detrumph asido como empujar la ficha de dominó. Es muy fácil remover el avispero con un país frágil. Digamos que el mexicano ya estaba calentito, pero recibir este impacto es tremendo. Eso no quita para que nosotros tengamos un gobierno que parece puesto por Benny Hill, pero EE UU siempre ha sido como el matón de colegio: nos ha hecho bullying durante toda la vida. M.: Esto igual tiene su parte positiva, porque para una sociedad tan antagónica y clasista, tener un enemigo común creo que nos une. Al menos a mí me gustaría pensar que esto pueda ayudar a que el país se fortalezca y crea más en sí mismo. Para Trump todos los mexicanos que llegan son violadores y asesinos y yo creo que la gran mayoría es gente trabajador­a que solo quiere un futuro mejor. R.: Pero ahí está la trampa del sueño norteameri­cano: ese que ha dejado pueblos enteros vacíos o habitados únicamente por mujeres, porque los jóvenes emigran, porque ya no quieren vivir en sus casas de adobe, porque sueñan con una grande en Beverly Hills con enormes ventanas y columnas dóricas. Y eso hace que se junte el hambre con las ganas de comer. M.: Y ahora nos castigan con aranceles. Castigan al mexicano, pero también al consumidor estadounid­ense por comprar productos nuestros. Todo eso nos ahoga. A mí lo del muro me parece un circo. Yo me pregunto: ¿es que no hay temas más importante­s que tratar? Todo esto se me hace demasiado populista. Agitar, desde luego, es su estrategia… pero es que nadie habla, por ejemplo, del tema ecológico, nadie tiene en considerac­ión la migración de especies, ¿dónde van a ir los coyotes y los correcamin­os? Parece que como ya los tenemos en dibujos, es lo de menos. La única parte positiva que yo le veo es que los mexicanos se queden y que nuestra agricultur­a se reactive. R.: Lo veo difícil. Tras el Tratado de Libre Comercio con EE UU y Canadá todo se fue a pique. Aquello acabó con el campo mexicano. No se puede competir. Es ridívida

"A Trump le recomendar­íamos menos ketchup y más tomatillo verde, menos perritos y más guacamole"

culo que México sea quien compre maíz a EE UU. Desde luego ver todo esto desde aquí te encabrona. Porque aunque estemos felices en España, siempre lo extrañas. A mí me haría una ilusión enorme cocinar desde México, y aunque me encanta sembrar nuestros productos en Segovia, también me gustaría traer cosas de allí, pero se pone imposible… M.: Tendremos Trump para rato. R.:Aver, Trump es así segurament­e por lo que ha comido durante toda su vida: comida chatarra. Yo le recomendar­ía tomar menos ketchup y más tomatillo verde. Menos perritos y más guacamole. Porque la comida es cultura. Y cuando ves a Trump en su despacho con esas cajitas de comida basura entiendes muchas cosas, y por qué tiene esa piel rosácea… de tanto azúcar, que está comprobado que da mucha agresivida­d. Todo debe de tener que ver también con su alimentaci­ón. ¿No es un peligro? M.: Ojo, que a Trump lo han votado ellos. R.: Pero con su actitud motiva aún más a la sociedad. Y se reproduce esa imagen de un ranchero sentado en su rancho con un rifle y una Budweiser esperando que llegue un inmigrante para matarlo. M.: México también es muy cruel con su frontera sur. Pero tampoco son todos así: muchos clientes nuestros son norteameri­canos y de un tiempo a esta parte se habla mucho de este tema en la sala. A veces, cuando les pregunto de dónde son, me encuentro a muchos estadounid­enses que reconocen que lo son con timidez… Y me dan muchas ganas de decirles: "Yo también soy americana". Porque América abarca desde Alaska a la Patagonia. R.: Pues yo a Trump, aunque sé que a estas alturas es un poco una causa perdida, le diseñaría una dieta mexicana-detox… Aunque sea uno de esos "sueños guajiros", como nos referimos en México a aquellos que no van a suceder nunca.

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ERES LO QUE COMES Donald Trump, como diría Laura Esquivel, sería "como agua para chocolate", que en México significa estar muy furioso. Tal vez porque dicen que una mala dieta agria el carácter.
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