ENTREVISTA Guillermo Arriaga y la literatura desestructurada.
Guillermo Arriaga, guionista de Amores perros, 21 gramos y Babel, regresa a la novela con El salvaje, otra historia de vidas cruzadas.
Para Guillermo Arriaga (Ciudad de México, 1958), el camino más corto entre dos puntos no es la línea recta; o, al menos, no es el que resulta más interesante. Él prefiere dar rodeos antes de llegar al destino. "En la vida real, todos damos saltos y vamos de un lugar a otro cuando contamos una historia. No ofrecemos relatos lineales, porque hacerlo sería antinatural y nada espontáneo", nos explica un escritor que ha hecho arte de las narraciones cruzadas y de las vidas paralelas que terminan convergiendo por avatares del (casi siempre cruel) destino. En su última novela, El salvaje (Alfaguara), el autor mexicano repite fórmula y nos presenta un puzle con las piezas habituales de su literatura: violencia, desesperanza, abandono, soledad, venganza y muerte.
El libro arranca en un barrio mexicano poco privilegiado durante la primera parte de la década de los 70. El protagonista, Juan Guillermo, tiene 17 años y está solo en el mundo. A los 14, una banda de fanáticos religiosos asesinó a su hermano. Abatidos por la tristeza, sus padres y su abuela fallecen poco después. Es entonces cuando el chico decide hacer frente a las personas que le han arrebatado todo lo que tenía en este mundo y se sumerge en un escenario ocupado por integristas, policías corruptos y narcotraficantes. Al mismo tiempo, discurre la historia de un cazador esquimal obsesionado hasta la locura con un lobo gris, un relato que acabará chocando con la trama principal en el desenlace del texto. "Me gusta decir que esta es una novela basada en hechos reales que nunca sucedieron. Escribo a partir de vivencias que cojo de aquí y de allí y que termino uniendo de alguna manera. La realidad podría haber hecho posible esta historia, pero lo cierto es que fue mi imaginación la que lo logró", asegura Guillermo.
Arriaga alcanzó fama mundial en el año 2000 tras firmar el guión de Amores perros. Esta cinta le daría la oportunidad de viajar a Hollywood para repetir con 21 gramos (2003) y Babel (2006), completando así la conocida oficiosamente como Trilogía de la muerte, proyecto dirigido por el oscarizado Alejandro González Iñárritu. La relación entre guionista y director terminó como el rosario de la aurora (problemas de egos, básicamente), pero el éxito del tándem permitió a Guillermo cambiar el teclado por la cámara y rodar su primera película, Lejos de la tierra quemada (2008), con Charlize Theron, Jennifer Lawrence y Kim Basinger.
Desde entonces se ha mantenido cerca tanto del mundo del cine (sobre todo como guionista, productor y director de cortometrajes) como del de la literatura: "Sé que han pasado 18 años entre El salvaje y mi anterior novela, El búfalo de la noche, pero nunca he abandonado la profesión. De hecho, siempre me he sentido muy privilegiado por poder complementar ambas facetas, ya que no todos los novelistas valen para dirigir y no todos los cineastas tienen talento para escribir. Si he tardado tanto tiempo en volver a los libros ha sido porque haciendo cine me divierto muchísimo".
Se lo pasa tan bien que ahora, al tiempo que promociona esta su última obra, un volumen de 700 páginas que ha tardado un lustro en coger forma, está planificando su próxima aventura en el séptimo arte: "Voy a producir el debut de mis hijos Mariana y Santiago, que acaban de terminar la universidad y quieren ser como los hermanos Coen. La cinta se llamará Cielo abierto y se basa en el guión que escribí para la que iba a ser primera entrega de la Trilogía de la muerte, anterior incluso a Amores perros. El problema fue que vendí los derechos hace años y hasta hoy no he podido recuperarlos; pero por fortuna ahora pueden hacerse cargo del proyecto dos personas en las que confío plenamente".
MÉXICO BAJO EL FOCO
Con su país en el epicentro informativo mundial (ya sabes: Trump, el muro y las deportaciones), Guillermo Arriaga utiliza el altavoz que le proporcionamos los medios para alentar a sus compatriotas: "Buena parte de mi obra tiene que ver con la intolerancia, y al escribirla he ido descubriendo que esta proviene del miedo, no de la confianza ni de la fuerza. México debe darse cuenta de esta situación y entender que cuanto más seguros estemos de nosotros mismos más sencillo nos será salir adelante". Esta receta es válida para problemas locales como el narcotráfico o la corrupción política: "Su existencia me frustra. El salvaje se sitúa en 1970, pero aún hoy sufrimos los problemas que ya teníamos entonces. Una vez dicho esto, también creo que los narcos yanquis tienen mejor marketing que los nuestros. Hace años estuve filmando en Memphis y en una sola semana asesinaron a cuatro personas por temas relacionados con el tráfico de drogas. Ningún medio informó de esto. Por eso, cuando en Hollywood me han propuesto hacer una película sobre el narco mexicano, yo siempre he respondido con otra proposición: '¿Y por qué no hacemos algo sobre vuestro narco?".