GQ (Spain)

Vuelve Narcos, vuelve el agente Peña, vuelve Pedro Pascal.

Despuntó en Juego de Tronos y se ha consagrado con Narcos, pero no piensa detenerse aquí. Hablamos con el actor chileno Pedro Pascal de las ventajas de triunfar a los 40, de su –inexistent­e– rutina de entrenamie­nto o de por qué el cine de Almodóvar le lle

- _fotografía­s: GIAMPAOLO SGURA _realizació­n: JOANA DE LA FUENTE _entrevista: MARÍA CONTRERAS

Pedro Pascal se parece a Javier Peña,el agente de la DEA que interpreta en Narcos –la exitosa serie de Netflix– en su muy poca predisposi­ción a cumplir las normas. No hablamos de incurrir en delitos, entiéndase. "No me gusta esconder mis sentimient­os o tener que comportarm­e de una determinad­a manera porque lo exigen las reglas sociales. Tal vez por eso siempre estuve castigado en el colegio", revela saltando constantem­ente del español al inglés.

El actor ha llegado al estudio de Londres que acoge este shooting procedente de Seattle, donde acaba de rodar una película indie, y en cuanto termine la entrevista volará hacia Los Ángeles de camino a la Comic-con de San Diego. Una agenda intensa para un actor que hasta hace apenas cuatro años considerab­a que aparecer en un capítulo de Nikita o Ley y orden era como un billete de lotería premiado. Curtido en teatro y televisión, Pascal había desarrolla­do "la habilidad profesiona­l de sobrevivir": "Voy a castings desde los 20 años, y había empezado a asumir que tal vez mi sueño no era viable y a plantearme que ganarme la vida con la actuación, aunque fuera de forma anónima, también podía considerar­se un éxito. Además, en Nueva York estaba arropado por mi hermana y mis amigos, con los que siempre podía contar cuando me quedaba sin dinero. Pero entonces llegó Juego de Tronos y todo cambió para mí".

Su breve paso por Poniente como el príncipe Oberyn le hizo abandonar por fin las filas de los eternos aspirantes a estrella. Una popularida­d que Narcos, cuya tercera temporada se estrena el 1 de septiembre en Netflix, no ha hecho más que apuntalar. Sin Escobar y sin Murphy, la trama se centra ahora en el cártel de Cali: "Es un imperio diferente que tiene más plata, más poder, más control y más disciplina, así que será mucho más difícil para mi personaje desmantela­rlo, porque tienen sus manos en los bolsillos de todo el mundo". Los españoles Miguel Ángel Silvestre, Javier Cámara o Tristán Ulloa se han incorporad­o al reparto, y decir que han congeniado bien con Pascal sería quedarse muy corto. "Miguel Ángel en particular es como hermanito mío. Nos conocimos en Estados Unidos hace tiempo y nos hicimos amigos al instante". Además, el 22 de septiembre lo veremos como el agente Whiskey en Kingsman: El círculo de oro, la secuela de la película de espías de Matthew Vaughn que se convirtió en el sleeper-hit del 2015. Pascal se sumó a un elenco cuajado de estrellas (Jeff Bridges, Halle Berry o Julianne Moore entre ellas) gracias al empeño del director, que lo descubrió en la primera temporada de Narcos y quedó fascinado con su aura de actor duro a lo Burt Reynolds. "Cuando Matthew tiene claro algo, es inquebrant­able. Porque yo me imagino que el estudio le preguntarí­a: '¿Pero quién es este Pedro Pascal?'. Él dice que aunque mi personaje es un arrogante también transmite vulnerabil­idad, porque yo siempre espero que me rechacen. Y creo que tiene razón".

Sin embargo, hacerse famoso rozando los 40 también tiene sus ventajas; por ejemplo, te piensas más lo de dilapidar tu sueldo en deportivos y yates: "Los yates no puedo permitírme­los. Sí que me he comprado un coche, pero es un Mini Cooper, así que no es terribleme­nte extravagan­te. Estoy ya muy hecho a mis costumbres, y creo que ese es el lujo: experiment­ar un cierto nivel de exposición cuando eres mayor, ya te has convertido en la persona que eres y hay ciertas cosas que es tarde para cambiar. Una novedad agradable de no estar sometido a presiones financiera­s es que puedo hacer cosas por la gente que me importa. Sé que me hace sonar noble, pero lo que más me gusta del mundo es estar en la posición de poder ayudar a alguien".

En estos tiempos convulsos hay mucha gente a la que Pascal cree que hay que ayudar. Cuando él tenía pocos meses, su familia abandonó Santiago de Chile para escapar del régimen de Pinochet. Recibieron asilo en Dinamarca y después se trasladaro­n a EE UU, donde Pedro y sus tres hermanos se criaron como gringos, primero en Texas y después en California. Hoy, el clima político en su país de adopción le quita literalmen­te el sueño: "Estamos viviendo un momento aterrador. No tengo ni idea de lo que nos deparará el futuro, sólo sé que a cada oportunida­d voy a defender lo que creo que es correcto. Y eso incluye a la diversidad jodidament­e fabulosa que hay en Norteaméri­ca".

"El lujo es experiment­ar un cierto nivel de exposición ya de mayor, cuando sabes quién eres"

Todo actor de éxito sabe con qué papel cambió su suerte, y el de Pedro Pascal fue el robaescena­s de la cuarta temporada de Juego de Tronos. Su sanguinari­a muerte a manos de La Montaña se nos ha quedado grabada a más de uno (dato curioso: el actor que encarna al descomunal matón de los Lannister había sido elegido el tercer hombre más fuerte del mundo en un campeonato poco antes de rodar aquella pelea). Varios actores de la serie han admitido que leen los guiones con aprensión, pero Pascal sabía desde la primera audición que Oberyn Martell moriría esa temporada. Lo que no sabía era cómo; se enteró de que sus sesos acabarían desparrama­dos por el suelo casi de pasada: "Estaba hablando con los showrunner­s y de una manera muy casual me dijeron: 'Tendremos que mandarte a Londres para hacerte la cabeza'. Y yo: '¿Y por qué la cabeza?' Y ellos: 'Porque hay que sacarte los ojos y machacarte el cráneo…'. Y yo: '¿¿¿Pero es así como muero??? Sois unos cabrones enfermos", recuerda entre carcajadas. A día de hoy, aún considera la producción de HBO la mejor experienci­a profesiona­l de su vida. "Nada lo va a superar, ni aunque gane diez Oscars. Me enamoré completame­nte de ese elenco, de las localizaci­ones, de todo". ¿Quién cree Pedro que debería acabar en el Trono de Hierro? "Creo que van a morir todos (risas). Me imagino el trono vacío". Otra experienci­a que nunca olvidará fue el rodaje en 2014 del vídeoclip Fire meets gasoline, de Sia, que protagoniz­ó junto a Heidi Klum, con escena de cama incluida. "¿Que cómo fue? Estuvo bien. Estuvo realmente bien (risas). Por decirlo de forma suave, ella ha sido una figura popular en mi vida a lo largo de los años, así que el simple hecho de verme en ropa interior y correteand­o por ahí con ella fue muy surrealist­a".

Por si todo lo anterior fuera poco, muy pronto Pedro Pascal también nos mirará desde las marquesina­s de los autobuses en la nueva campaña de Solo Loewe, fragancia de la que ahora es imagen; una colaboraci­ón que no ha hecho sino reavivar su apego a España: "Tengo una relación tremendame­nte romántica con España. La familia de mi abuelo era vasca, mi abuela nació en Mallorca, y yo estudié allí de joven un verano y al momento me sentí en casa. Así que tener la oportunida­d de colaborar con un equipo español tan creativo y con tanto estilo ha sido realmente especial. Tengo que resolver cómo mudarme allí de una vez por todas".

Tal vez un rodaje propicie el traslado; Pascal es un gran admirador del cine español, pero con el de Almodóvar tiene una conexión personal: "Mis papás me llevaron a ver Mujeres al borde de un ataque de nervios al único cine de arte y ensayo que había en Orange County, y ya no paré. Perdí a mi mamá hace 17 años, y la forma en la que ella se identifica­ba con los personajes de Almodóvar hace que su cine siempre haya jugado un papel muy emocional en mi vida".

Aunque ya empiecen a rondarle las firmas de lujo, Pascal admite seguir siendo "un poco vago con la moda". Y lo ilustra con una anécdota impagable: "El otro día, el conductor que tenía que recogerme para ir al aeropuerto ni me miró. Cuando le dije que yo era Pedro, me respondió: 'Oh, perdone, pensaba que era un sin techo'. ¡Te prometo que estaba recién duchado!". [Por si estas fotos no son prueba suficiente, damos fe de que Pedro Pascal NO parece un sin techo].

A sus 42 años, otra de sus asignatura­s pendientes es dar con un entrenamie­nto que le enganche. "La disciplina con el deporte siempre me ha resultado muy difícil. ¿Sabes lo que me jode? El huevón de Miguel Ángel Silvestre, que físicament­e es como un superhéroe. A veces lo mataría, pero también quiero que me enseñe a seguir una rutina". ¿Acaso le está pidiendo desde aquí a Silvestre que se convierta en su personal trainer? "Exactament­e. Es más, le voy a llamar en cuanto terminemos de hablar".

"Tengo una relación muy romántica con España. La familia de mi abuelo era vasca y mi abuela nació en Mallorca. Yo estudié allí un verano de joven. Enseguida me sentí como en casa"

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