VIDAS EDITADAS
"Algunos investigadores sugieren que cotillear a los demás a través de las redes genera sentimientos de envidia, inferioridad, ansiedad y depresión"
"Todo aquel que visite Bergün con una cámara podrá tomar tantas fotografías como desee", dice en un vídeo Peter Nicolay, alcalde de este pequeño pueblo perdido entre las montañas suizas, no muy lejos de poblaciones más conocidas como Davos y St. Moritz.
El regidor de Bergün comunicó su mensaje poco después de que él mismo la liara parda en las redes sociales al proponer multar a los turistas que hicieran fotografías en el pueblo y sus alrededores durante este verano. ¿El motivo? Bergün es tan bonito que causa depresión y ansiedad entre aquellos que sólo pueden conocerlo a través de las imágenes compartidas en Facebook o en Instagram. Lo que se conoce como el síndrome FOMO (Fear of Missing Out), que simplificando mucho significa ponerse verde de envidia.verde como los prados de Bergün.
A pesar de lo absurdo de la propuesta, al entusiasta alcalde no le faltaba razón; al menos no si tenemos en cuenta un nuevo estudio que confirma, por enésima vez, que Facebook puede resultar deprimente.
Ya antes otros investigadores habían sugerido que cotillear la vida de los demás a través de las redes sociales genera sentimientos de envidia, inferioridad, irritación, ansiedad y hasta depresión. El catálogo completo de alteraciones capaces de deteriorar el estado de ánimo de cualquiera.
La causa es la inevitable comparación que se establece entre la vida de uno y la vida compartida por los demás; o más bien entre la vida de uno y la vida aparente de los demás. Porque en realidad es poco justo comparar la vida real de uno, con sus miserias, inseguridades y rutinas que nadie comparte en Facebook, y las vidas que otros maquillan y en ocasiones diseñan para gustar en Facebook.también sucede, dicen los expertos, que parte de esos sentimientos negativos surgen de la culpa por el tiempo perdido en las redes sociales y no sólo por lo que se ve en ellas.
Se dice que sólo los borrachos y los niños dicen siempre la verdad. No es un método muy científico, pero aplicando la sabiduría de los refranes se puede concluir que la redes también mienten. No reflejan la vida real, sino una versión editada de la vida real. Internet está lleno de testimonios de personas que en algún momento han decidido contar cuál era su estado y cuáles eran sus sentimientos verdaderos en el mismo momento en el que compartían una publicación exitosa en las redes sociales. "Esta foto en la que se me ve feliz me costó 20 poses y 10 minutos delante de la cámara. ¿Sonrío? Sí. ¿Estoy feliz? No", dice una joven en Quora. "Hago estas fotos cuando estoy un poco deprimida sólo para que mis amigos de Facebook crean que soy feliz. Esta otra foto la
tomé en Nochevieja. Ni siquiera lo celebré porque me sentía triste y estaba sola". Facebook no es un plató en el que escenificar una vida perfecta que no existe. Sirve para poner en contacto a las personas. Participar activamente en las conversaciones es una de las claves para recorrer las redes sociales sin ahogarse en un torrente de sentimientos negativos; y tener siempre presente que un momento puntual de alguien no refleja el conjunto de
su vida. El estudio recomienda evitar comparaciones y no dejar que un uso excesivo y a destiempo (por ejemplo, en horas de trabajo) despierte sentimientos de culpa. "Conectar con las personas y no limitarse a mirar lo que comparten hace que la misma experiencia de uso de las redes sociales resulte mucho más positiva", dicen los investigadores.
"Invitamos a todos a fotografiar Bergün pero también pedimos que compartan las fotografías con cautela para que nadie se disguste mirando las hermosas imágenes de nuestro pueblo", afirma ahora el alcalde Nicolay en la que puede ser una campaña turística brillante. Eso sí, quien comparte no ofende y quien mira puede elegir no ofenderse.