GQ (Spain)

LA MALDICIÓN DEL GALÉS

- POR MONTERO GLEZ

nera que la distancia que hay entre Osama Bin Laden y Bebovaldés la viene a acortar la muerte (que es lo mismo que decir un gol de Ramsey). Hagamos memoria.

Fue el primero de mayo de 2011. Jugaba el Arsenal contra el Manchester United y Ramsey marcó un gol. Al poco, el presidente Obama daba la noticia al mundo: Bin Laden había dejado de existir hasta para los más incrédulos. Lo del pianista cubano Bebo Valdés ocurrió tras el tanto que Ramsey anotó vistiendo la camiseta de Gales en un encuentro contra Escocia. Hay que apuntar que Valdés era casi centenario cuando falleció en Estocolmo. Su muerte, pues, podría haber coincidido en cualquier otro momento con cualquier otro gol (eso sí, cuando el inconscien­te colectivo se pone de acuerdo en señalar a un maldito no vale cualquier gol; sólo cuenta el tanto marcado por el citado maldito).

La gente que explica estas cosas señala que la maldición arrancó el 16 de octubre del año 2009, día en el que falleció el jugón Andrés Montes. El periodista murió tras marcar Ramsey su primer gol como internacio­nal. Un mes después, también jugando Ramsey con su selección –en su primer partido contra Escocia–, otro gol suyo anunciaría la muerte repentina de Antonio de Nigris, el joven futbolista mexicano que sufrió un ataque al corazón a los 31 años de edad. A partir de aquí empiezan a relacionar­se los hechos con las casualidad­es y la lista se va alargando con Steve Jobs, quien murió en octubre de 2011 tras un tanto marcado por Ramsey para un Arsenal que se enfrentaba en un derbi londinense al Tottenham. Para entonces, los goles de Aaron ya se habían convertido en sinónimo de catástrofe.

Los murmullos comenzaron de nuevo pocos meses después, en febrero de 2012, cuando la cantante Whitney Houston fue encontrada muerta en la bañera de una suite del hotel Beverly Hilton de Los Ángeles. Efectivame­nte: el centrocamp­ista gunner le había hecho poco antes un gol al Sunderland FC.

La maldición del chaval se hizo imparable cuando se sumaron a su lista nombres como los de Chavela Vargas, Robin Williams o el boxeador Huracán Carter. También hay personajes de uniforme y sangre como Gadafi o Videla. El primero fue ejecutado tras marcar Ramsey un tanto al Olympique de Marsella; lo de Videla ocurrió tras anotar otro en un Arsenal-wigan. El penúltimo muerto colgado a Ramsey ha sido Gregg Allman, guitarrist­a sureño que murió el 27 de mayo cuando el Arsenal derrotó al Chelsea en la final de la FA Cup por dos goles a uno. Sobra decir que uno de los chirlos fue marcado por el chaval de Gales. Con todo, hay más famosos que mueren al día que goles pueda marcar Ramsey. Por eso no es difícil que coincidan; pero cuando la irracional­idad se relaciona con una religión de ateos como es el fútbol, el resultado puede traer al mundo a una hija loca como es la superstici­ón. Sin duda, a Ramsey le ha tocado cargar con ella.

Baste descargar el peso al chico recordando que hace unos meses, cuando cayó lesionado y estuvo de recuperaci­ón –y, en consecuenc­ia, no podía marcar goles–, palmó Al Jarreau, cantante de jazz. Baste recordar que también murió

Javier Coma, que era el tío que más sabía de tebeos del mundo. A la lista se sumó poco después Larry Coryell, guitarrist­a americano al que Paco de Lucía enseñó a jugar al fútbol; pero esa es otra historia…

Las superstici­ones resultan macabras cuando llegan al fútbol. Sirva como ejemplo lo que sucede con el joven jugador del Arsenal Aaron Ramsey, un futbolista galés que arrastra su propia maldición por anunciar con sus goles la muerte de algunos famosos. Se trata de un tema tan tétrico como irracional, pues en los últimos tiempos la gente se entretiene con los asuntos invisibles del calendario y hace coincidir los goles con la guadaña y las catástrofe­s con las casualidad­es. Hasta la llegada de Ramsey, un gol no era una hecatombe siempre y cuando éste no fuese en propia puerta; pero corren tiempos en los que hasta la alegría carga veneno, y cada vez que el jugador del Arsenal anota un tanto hay gente que se hace lenguas explicando la coincidenc­ia de sus goles en el almanaque con la muerte de personajes famosos.

Lo peor es que, hasta ahora, las prediccion­es parecen cumplirse sin hacer distincion­es de raza, actividad u otro atributo posible que pueda diferencia­r a un artista de un criminal, de tal ma-

 ??  ?? Un gol… ¿y un funeral? No lo celebres aún, Aaron, que lo mismo manaña te toca explicar no sé qué de una maldición.
Un gol… ¿y un funeral? No lo celebres aún, Aaron, que lo mismo manaña te toca explicar no sé qué de una maldición.
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