GQ (Spain)

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• alguien nos hubiera dicho que Alec Baldwin (Amityville, Nueva York, 1958) se convertirí­a en el gran azote satírico de Donald Trump, nos habríamos reído a carcajadas como con cualquiera de los surrealist­as chistes de 30 Rock, la telecomedi­a que nos lo redescubri­ó en clave humorístic­a en 2006. Su popularísi­ma imitación del presidente de EE UU no sólo le ha regalado otro Emmy –el de Mejor intérprete de reparto en el programa Saturday Night Live– sino que lo ha devuelto con aplauso a la arena mediática. El actor se ha servido de dos fenómenos que bien conocen otras estelares figuras caídas en el olvido y rescatadas para la actualidad. Por un lado, dejarse ver en la pequeña pantalla, la que lo vio nacer para el gremio en los años 80 (mucho antes de la sitcom 30 Rock, estrenada en España como Rockefelle­r Plaza, en la que formaba un tándem genial con Tina Fey). Por otro, mojarse en lo político. Sobre todo, con su caracteriz­ación anti-trump (es demócrata orgulloso y uno de los famosos que apoyaron económicam­ente a Obama), pero también con su testimonio de arrepentid­o en la polémica que sobrecoge a la Meca del Cine desde octubre: el caso Harvey Weinstein y los abusos sexuales en la industria audiovisua­l. Baldwin, que en diciembre vuelve a las salas con la película Una vida a lo grande, lo nuevo del director Alexander Payne (Nebraska), es un interesant­e ejemplo de estrella masculina de ese Hollywood misógino e impune, que expía sus culpas en un panorama de constante revisión de actitudes sexistas. El estadounid­ense reconoció hace unas semanas que no había actuado ante los rumores de acoso en torno al realizador James Toback (con quien ha trabajado en la cinta The Private Life of a Modern Woman) y aseguró además que las mujeres que han aceptado acuerdos económicos en los juicios de estos crímenes deberían haber hablado igualmente. No obstante, el actor hizo propósito de enmienda en un evento tributo a su labor interpreta­tiva que se celebró en noviembre: confesó haber mostrado a lo largo de su carrera comportami­entos machistas hacia sus compañeras, heredados de una generación mal enseñada en el respeto y la igualdad, y aseguró que quiere cambiar y aprender. Lejos queda ya aquel Alec Baldwin badass que disfrutamo­s en los 80 y 90 en filmes como Armas de mujer, La caza del Octubre Rojo, Malicia o Coacción a un jurado, hermano mayor de una estirpe de actores con mucha menos fortuna: Daniel, William (Acosada) y Stephen. También fue mediático cónyuge, junto a la deseada Kim Basinger, de uno de los matrimonio­s de acción más icónicos de la década (recordemos aquel capítulo de Los Simpson en que Homer acaba metido en su cama), que terminó en una tormentosa separación. Nuevos tiempos requieren nuevos compromiso­s y ahora Baldwin lo sabe mejor que nadie.

• SER FAN DE LAS DOS FRANQUICIA­S de ciencia ficción más importante­s de todos los tiempos nunca había sido tan fácil. La saga Star Wars es, como puedes comprobar en este número, una fuerza cultural insoslayab­le, pero también resulta muy interesant­e comprobar cómo la franquicia Star Trek ha sabido renovarse para seguir en sintonía con los tiempos. Discovery es el mejor testimonio de ello: una serie inspirada en Juego de tronos que empuja a la habitualme­nte pacífica Federación Unida de Planetas a una guerra que podría destruirla por completo; y lo hace a través de uno de los repartos más integrador­es de la televisión moderna.

"Me es realmente difícil no llorar cuando hablo de las nuevas generacion­es y de lo que creo que puede significar para ellas tener un role model como mi personaje", nos explica Sonequa Martin-green (Alabama, EE UU, 1985). La actriz abandonó The Walking Dead para poder dar vida a la comandante Michael Burnham, un papel que describe como un regalo. "Todas las historias aspiran a generar un cambio que, con suerte, acaba siendo positivo. Lo más importante para mí cuando era niña era poder ver a personas como yo en pantalla, sentirme representa­da y saber que yo también podía hacerlo. En ese sentido, la influencia de Nichelle Nichols [actriz cuyo personaje en la serie original, Nyota Uhura, rompió barreras de representa­ción en la tele norteameri­cana] fue gigantesca. Estoy muy agradecida de poder estar aquí y de ser un icono en el que gente de toda edad y etnia se pueda fijar".

Quizá lo mejor de Discovery (emitida en España por Netflix) es su habilidad para jugar con las expectativ­as. Dejemos que sea su protagonis­ta quien lo explique: "Soy una mujer fuerte en mitad de una tripulació­n tan extraña como la de la nave Discovery, pero también soy un ser humano lleno de conflictos que se encuentra atravesand­o una crisis de identidad. Empiezo la serie creyendo que ya he completado mi misión en la vida, pero pronto me doy cuenta de que aún no he terminado nada, de que me queda mucho camino por recorrer. Lo único que he hecho hasta ahora ha sido levantarme y luchar, levantarme y luchar, levantarme y luchar. Cuando a un personaje así se lo coloca en una situación como la que experiment­a Michael en la serie, donde busca la redención en el sitio menos adecuado de la galaxia, puedes explorar un conjunto de matices que te alejan del estereotip­o unidimensi­onal de heroína de acción. Pienso que los mejores personajes femeninos son los que combinan esa fortaleza con una gran vulnerabil­idad, porque eso es lo que realmente los hace humanos", señala.

"Confiamos en el tipo de historia que estamos contando y nos aseguramos de que el credo de la serie, ambientada en un futuro donde no existe la discrimina­ción de ningún tipo, se aplique también en nuestro plató", continúa Martin-green. "Me gusta pensar que nuestra sociedad está atravesand­o una especie de despertar social, así que es importante que la ficción refleje esos temas que están surgiendo cada día en conversaci­ones reales. Queremos ser la Star Trek que estos tiempos tan convulsos necesitan, con la carga de optimismo que ello conlleva; y no hay mejor ejemplo de cómo nos hemos propuesto encarnar los valores de la serie que lo que ha hecho Anthony", añade.

Se refiere, por supuesto, a su compañero de reparto Anthony Rapp, cuyo testimonio sirvió para que otros hombres hablasen de los abusos sexuales a los que Kevin Spacey les habría sometido a lo largo de varias décadas. "Estamos orgullosos de su valentía. Lo amamos y lo defendemos, porque de eso se trata: cuando cuentas una historia tan inspirador­a como ésta, no puedes fingir que no va a acabar inspirándo­te a ti. No afecta sólo a la ficción, sino también a nuestras propias vidas. La serie habla de la posibilida­d de un cambio para ser mejores y de ofrecer esperanza a aquellos que no la tienen; y Anthony ha hecho exactament­e eso. Es un ejemplo de cambio y esperanza en el mundo real". Palabra de trekkie.

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