GQ (Spain)

UN RON CON HISTORIA

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Creado para celebrar los 200 años de vida de la casa, Ron Santa Teresa 1796 es un ron súper premium destilado con procesos artesanale­s continuos y que se añeja mediante el antiguo método de solera. El resultado es un ron suave y con gran cuerpo, de sabor tostado y matices ahumados, perfecto para ser disfrutado solo, con hielo, o con soda y un twist de naranja. Santa Teresa fue la impulsora en 2003 de la denominaci­ón de origen Ron de Venezuela, que exige dos años de añejamient­o en barricas de roble blanco americano, sin mezcla ni reposición de mermas, y que ha hecho que los rones venezolano­s estén considerad­os entre los mejores del mundo.

en una desaparici­ón de masa boscosa perfectame­nte apreciable con Google Earth). A esto se le sumó el hecho de que, tras alcanzar la libertad a través de una revolución, los esclavos decidieran repartirse las explotacio­nes entre ellos para su propia subsistenc­ia. Esta situación generó un cambio drástico en lo que había sido una economía de exportació­n agrícola. Esto no le pasó a su vecino hispano. Ya en el siglo XVII, España se centró en conquistar la tierra firme –las ahora México, Perú o Bolivia–, dejando a su suerte así a la primera isla que conquistó Colón en 1492. Este desinterés español facilitó que, en la etapa de descoloniz­ación, los dominicano­s acabaran en manos francesas y después cayeran bajo la invasión de sus propios vecinos haitianos. Pero, sobre todo, provocó que su desarrollo económico fuera menos intenso y, por tanto, de menor impacto en el medioambie­nte. A estos antecedent­es hay que añadir que los dictadores que sufrió la ya independie­nte República Dominicana tuvieron cierta sensibilid­ad ante el problema de la deforestac­ión, lo que provocó la aplicación a principios del siglo XX de algunas leyes conservaci­onistas para evitarla. En suma, la diferente gestión de los recursos es el factor más determinan­te para entender cómo es posible que en tan poco espacio convivan hoy en día dos realidades tan radicalmen­te opuestas.

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Space X es la única compañía que ha sido capaz de mandar un cohete al espacio y hacer que aterrice sano y salvo para poder ser reutilizad­o. Este avance ha hecho que sea la opción más económica para lanzar satélites o llevar suministro­s a la Estación Espacial Internacio­nal. Pero esas tareas son sólo una forma de generar ingresos y de perfeccion­ar la técnica de su proyecto más ambicioso: crear un sistema de transporte viable para llegar a Marte.

Otra de sus últimas aventuras empresaria­les es Hyperloop, un sistema de transporte mediante cápsulas autopropul­sadas que viajan a través de un tubo y que prevé superar la velocidad del sonido. Gracias a ello podría unir las ciudades de San Francisco y Los Ángeles en tan sólo 30 minutos de viaje. Para esta empresa, Musk se ha asociado con Richard Branson, el magnate de Virgin, y ha organizado una serie de concursos para encontrar la cápsula más rápida. En ellos han participad­o empresas de todo el mundo, incluso alguna española, como Equipo Primex.

Musk odia, por encima de todo, perder el tiempo. De modo que Hyperloop nació porque está cansado de volar entre las dos principale­s ciudades california­nas; y porque también está harto de los atascos. Por eso ha fundado The Boring Company, una firma con la que espera llenar de túneles las principale­s ciudades de Estados Unidos para que los coches puedan ser transporta­dos por una especie de plataforma­s a una velocidad de 300 km/h.

Los sueños de Musk son exorbitado­s, pero también lo son sus miedos. Aquí tampoco es como cualquier otro emprendedo­r. Lo que más temen sus colegas de Silicon Valley es que sus creaciones sean irrelevant­es o que alguien se les adelante y presente una idea mejor que la suya. Pero lo que le quita el sueño a Elon es la aniquilaci­ón del ser humano. "El futuro de la humanidad se va a bifurcar: o colonizamo­s varios planetas, o nos quedamos confina-

ómo demonios puede organizars­e Musk para luchar en tantos campos de batallas? Su vida está ordenada al milímetro. Los lunes y los martes se dedica a Space X en Los Ángeles. Cuando acaba su segunda jornada en esta empresa, se monta en su avión privado y viaja a San Francisco para dedicar el miércoles y el jueves a Tesla. Los fines de semana los pasa con sus cinco hijos (con los que disfruta viendo la serie de dibujos Rick y Morty), fruto de su relación con su primera esposa, la escritora de literatura fantástica Justine Musk, de la que se divorció en 2008. Musk es tan celoso de su tiempo que registra todas las horas que emplea en cada

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a lo dijo el maestro Mies van der Rohe: "La arquitectu­ra comienza cuando juntas dos ladrillos cuidadosam­ente". El imaginario colectivo suele asociarlo a los anodinos bloques de viviendas de un ensanche urbanístic­o cualquiera de una ciudad cualquiera; o a las decrépitas naves industrial­es de un polígono de extrarradi­o. A decir verdad, es complicado recordar a vuelapluma un símbolo/exponente arquitectó­nico fabricado y rematado en ladrillo (la cúpula de la catedral de Santa María del Fiore es quizá una de las contadas excepcione­s). Para lo bueno y para lo malo, el ladrillo es a la arquitectu­ra lo que las firmas fast fashion al mundo de la moda.

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