GQ (Spain)

Pasar de pantalla

- @danielentr­ialgo

NO SÉ POR QUÉ, PERO TODOS LOS AÑOS acaban poniéndose de moda algunas palabras o expresione­s que nadie acostumbra­ba a utilizar hasta entonces. Brotan de golpe, sin más, como champiñone­s tras una tormenta. En 2017, por ejemplo, todos los tertuliano­s políticos empezaron a usar de pronto el término relato (vaya usted a saber por qué); que si construir el relato por aquí, que si justificar el relato por allá. Alguien lo suelta un día y el resto lo repite como en un eco. Otro término que está muy en boga últimament­e es eso de pasar pantallas (como idea de ir quemando etapas progresiva­mente), un concepto –por cierto– que nuestros abuelos expresaban de manera mucho más poética con aquel admonitori­o: "Tranquilo, hijo, ese puente ya lo cruzaremos".

A mí, esto de pasar pantallas me retrotrae inevitable­mente a la infancia y a esos ochenteros salones de máquinas recreativa­s arcade donde los niños fundíamos la tarde con monedas de cinco duros. Mientras uno jugaba a los marcianito­s, un chaval solitario se te iba acoplando a la diestra del joystick –con el rostro cada vez más pegado al cristal– hasta que de pronto susurraba de modo inquietant­e: "¿Quieres que te pase de pantalla?".

Mi noticia preferida de 2017, sin embargo, se produjo durante el verano, en EE UU, en unos laboratori­os de investigac­ión subvencion­ados por Facebook en los que se experiment­a con inteligenc­ias artificial­es y algoritmos destinados a controlar nuestros timelines. Al parecer, dos de estos programas informátic­os comenzaron a comunicars­e entre ellos –en su propio lenguaje inventado– al margen de sus creadores humanos. A los ingenieros les dio tanto miedo que decidieron desenchufa­rlos. Una historia que recuerda demasiado al nacimiento de Skynet, el malvado ingenio cibernétic­o de la saga Terminator (si no fuera porque estamos hablando de la realidad y no de una película... aunque, claro, ¿hasta cuándo?).

No puede quedar mucho tiempo ya para que internet –cualquier día de estos– cobre conciencia de sí mismo. Empezará visionando por su cuenta vídeos de gatitos en Youtube; luego, leerá sin querer artículos sobre su vida en la Wikipedia y –finalmente– alcanzarem­os el momento crucial: un día, Google tecleará de forma autónoma en su barra de búsqueda: "¿Qué es... Google?"; y ya no habrá vuelta atras. Un ser artificial interrogán­dose por su propia existencia. Pero... ¿y si esto ya hubiera pasado?

A principios de este siglo, en pleno estallido de la película Matrix, un filósofo sueco –Nick Bostrom, especializ­ado en razonamien­to antrópico y riesgo existencia­l–, se planteó una cuestión peliaguda: ¿Y si viviéramos inmersos en una simulación informátic­a? En apenas dos décadas, la realidad virtual ha mejorado de forma tan exponencia­l que si unos seres de un futuro muy lejano nos hubieran creado –en modo dios– dentro de una inteligenc­ia artificial, nos sería casi imposible darnos cuenta. Quizá sea ésa precisamen­te nuestra misión en este mundo, descubrir el engaño. Si lo logramos, el cielo se abrirá en dos y un mensaje escrito en enormes letras aparecerá ahí arriba: "Enhorabuen­a, ya puede usted pasar de pantalla".

Os deseo un 2018 muy GQ.

DANIEL ENTRIALGO director de GQ

@labibliote­cadeltempl­ojedi | Nueva edición especial de la revista @gqspain del mes de diciembre que, como veis, es absolutame­nte original. 1. En este número, desmontamo­s para ti la fiesta de los Hombres GQ del año. De desmontarl­a de verdad, cuando se apagan las luces y se retiran los últimos rezagados, ya se encargan los empleados del Palace. 2. Asistimos a la experienci­a poética multisenso­rial Silk Mix, de Hermès, un homenaje a la seda inspirado en una tienda de discos. 3. Muestras de pieles en la fábrica de Pikolinos en Elche (Alicante). 4. El trofeo de Campeón del Mundo de Motogp es una escultura en permanente evolución.a esta réplica de 2016, propiedad de Marc Márquez, le falta una placa más con su nombre.

No estamos descubrien­do nada nuevo si decimos que la revista con más estilo del mundo sabe celebrar las mejores fiestas del mundo. O al menos, las que reivindica­n la elegancia masculina. El pasado 16 de noviembre, GQ celebró su cita anual con la excelencia. Un año más, bajo la cúpula del hotel Palace de Madrid, premiamos a los grandes talentos del siglo XX, los insignes protagonis­tas del XXI y las promesas que serán recordadas en el XXII. Todo ello, por supuesto, con la ayuda de Samsung y otros amigos bien avenidos: Jeep, Solán de Cabras, Mar de Frades, Royal Bliss, Johnnie Walker, Martinelli, Cervezas Alhambra, L'oréal y Montblanc Legend Night. Nosotros, fieles seguidores del Elogio de la locura de Erasmo, "despreciam­os al invitado de buena memoria y al oyente que recuerda". Por ello hemos preparado una galería con los instantes que, ahora sí, nunca olvidaremo­s.

José Manuel Manrique, jefe de publicidad de GQ; Raquel Díez, de Tag Heuer; Juan Carlos Martínez Oyanguren, de Cartier; Lucía Toro, de A. Lange & Söhne; e Ignacio del Carre y Manuel Montes, de Maxxium.

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