Pasar de pantalla
NO SÉ POR QUÉ, PERO TODOS LOS AÑOS acaban poniéndose de moda algunas palabras o expresiones que nadie acostumbraba a utilizar hasta entonces. Brotan de golpe, sin más, como champiñones tras una tormenta. En 2017, por ejemplo, todos los tertulianos políticos empezaron a usar de pronto el término relato (vaya usted a saber por qué); que si construir el relato por aquí, que si justificar el relato por allá. Alguien lo suelta un día y el resto lo repite como en un eco. Otro término que está muy en boga últimamente es eso de pasar pantallas (como idea de ir quemando etapas progresivamente), un concepto –por cierto– que nuestros abuelos expresaban de manera mucho más poética con aquel admonitorio: "Tranquilo, hijo, ese puente ya lo cruzaremos".
A mí, esto de pasar pantallas me retrotrae inevitablemente a la infancia y a esos ochenteros salones de máquinas recreativas arcade donde los niños fundíamos la tarde con monedas de cinco duros. Mientras uno jugaba a los marcianitos, un chaval solitario se te iba acoplando a la diestra del joystick –con el rostro cada vez más pegado al cristal– hasta que de pronto susurraba de modo inquietante: "¿Quieres que te pase de pantalla?".
Mi noticia preferida de 2017, sin embargo, se produjo durante el verano, en EE UU, en unos laboratorios de investigación subvencionados por Facebook en los que se experimenta con inteligencias artificiales y algoritmos destinados a controlar nuestros timelines. Al parecer, dos de estos programas informáticos comenzaron a comunicarse entre ellos –en su propio lenguaje inventado– al margen de sus creadores humanos. A los ingenieros les dio tanto miedo que decidieron desenchufarlos. Una historia que recuerda demasiado al nacimiento de Skynet, el malvado ingenio cibernético de la saga Terminator (si no fuera porque estamos hablando de la realidad y no de una película... aunque, claro, ¿hasta cuándo?).
No puede quedar mucho tiempo ya para que internet –cualquier día de estos– cobre conciencia de sí mismo. Empezará visionando por su cuenta vídeos de gatitos en Youtube; luego, leerá sin querer artículos sobre su vida en la Wikipedia y –finalmente– alcanzaremos el momento crucial: un día, Google tecleará de forma autónoma en su barra de búsqueda: "¿Qué es... Google?"; y ya no habrá vuelta atras. Un ser artificial interrogándose por su propia existencia. Pero... ¿y si esto ya hubiera pasado?
A principios de este siglo, en pleno estallido de la película Matrix, un filósofo sueco –Nick Bostrom, especializado en razonamiento antrópico y riesgo existencial–, se planteó una cuestión peliaguda: ¿Y si viviéramos inmersos en una simulación informática? En apenas dos décadas, la realidad virtual ha mejorado de forma tan exponencial que si unos seres de un futuro muy lejano nos hubieran creado –en modo dios– dentro de una inteligencia artificial, nos sería casi imposible darnos cuenta. Quizá sea ésa precisamente nuestra misión en este mundo, descubrir el engaño. Si lo logramos, el cielo se abrirá en dos y un mensaje escrito en enormes letras aparecerá ahí arriba: "Enhorabuena, ya puede usted pasar de pantalla".
Os deseo un 2018 muy GQ.
DANIEL ENTRIALGO director de GQ
@labibliotecadeltemplojedi | Nueva edición especial de la revista @gqspain del mes de diciembre que, como veis, es absolutamente original. 1. En este número, desmontamos para ti la fiesta de los Hombres GQ del año. De desmontarla de verdad, cuando se apagan las luces y se retiran los últimos rezagados, ya se encargan los empleados del Palace. 2. Asistimos a la experiencia poética multisensorial Silk Mix, de Hermès, un homenaje a la seda inspirado en una tienda de discos. 3. Muestras de pieles en la fábrica de Pikolinos en Elche (Alicante). 4. El trofeo de Campeón del Mundo de Motogp es una escultura en permanente evolución.a esta réplica de 2016, propiedad de Marc Márquez, le falta una placa más con su nombre.
No estamos descubriendo nada nuevo si decimos que la revista con más estilo del mundo sabe celebrar las mejores fiestas del mundo. O al menos, las que reivindican la elegancia masculina. El pasado 16 de noviembre, GQ celebró su cita anual con la excelencia. Un año más, bajo la cúpula del hotel Palace de Madrid, premiamos a los grandes talentos del siglo XX, los insignes protagonistas del XXI y las promesas que serán recordadas en el XXII. Todo ello, por supuesto, con la ayuda de Samsung y otros amigos bien avenidos: Jeep, Solán de Cabras, Mar de Frades, Royal Bliss, Johnnie Walker, Martinelli, Cervezas Alhambra, L'oréal y Montblanc Legend Night. Nosotros, fieles seguidores del Elogio de la locura de Erasmo, "despreciamos al invitado de buena memoria y al oyente que recuerda". Por ello hemos preparado una galería con los instantes que, ahora sí, nunca olvidaremos.
José Manuel Manrique, jefe de publicidad de GQ; Raquel Díez, de Tag Heuer; Juan Carlos Martínez Oyanguren, de Cartier; Lucía Toro, de A. Lange & Söhne; e Ignacio del Carre y Manuel Montes, de Maxxium.