Benjamín Romeo, fundador de Bodegas Contador.
Benjamín Romeo chasquea la punta de la lengua –apenas unos segundos después de catar la copa– con esa característica sonoridad riojana que pone banda sonora a la satisfacción. Acaba de descorchar una de las escasas 7.000 botellas que componen la producción del Qué bonito cacareaba 2016, uno de esos blancos exquisitos que humillan a algunos tintos y que nunca necesitan enfriarse para encubrir; un Rioja de garnacha blanca (50 %), viura (34 %) y malvasía (16%) que desafía los tópicos del género. Mineralidad y elegancia. Algo de cítricos, notas de flores silvestres y un poco de albaricoque. Un tesoro nacional de San Vicente de la Sonsierra que este año aterriza en los colmados, tiendas y restaurantes con una nueva etiqueta: la reproducción de un cuadro original –realizado en exclusiva para la ocasión– del pintor mexicano Carlos Lozano.
Aprovechando que el Ebro pasa por Logroño, le preguntamos a Benjamín por su Club de Vinos, un proyecto que cumple ahora su primer aniversario; una colección de cuatro vinazos de autor –elaborados por él mismo con "total libertad enológica"– procedentes cada cual de un único viñedo. La idea –nos comenta– es repetir la jugada en septiembre de 2018, con una segunda edición. El que esto suscribe, que tiene sus debilidades, se acuerda entonces de La Dehesa 2014 (la nº 4 de esas cuatro selecciones), con la etiqueta color negro riguroso y esa garnacha sublime. Y entonces, qué remedio, uno también se escucha chasquear la lengua.
Algo va muy mal en un país cuando su presidente se comporta como un niño y un niño (su hijo) como un adulto.
George Orwell imaginó hace casi 50 años un ente que nos vigilaba… con el móvil. Así que ojito con lo que haces.