Eric Jiménez, Cuatro millones de golpes al frente de Los Planetas.

He estado con Eric hasta las seis… y nos hemos metido cuatro millones de rayas". Ernesto Jiménez (Granada, 1967) es el citado Eric, el tipo que protagoniza la línea más coreada de Un buen día, ese indiscutible himno pop firmado por Los Planetas (Unidad de desplazamiento, 2000). Conozcámosle mejor. Tuvo una infancia jodida, con un padre que nunca actuó como tal. Buscó refugio en la música e ingresó en la Falange para tocar el tambor. Ya de adolescente, en plena fiebre punk de los 80, decidió colocarse en la retaguardia de la banda KGB, paso previo a tomar el bastón de mando rítmico (es decir, las baquetas) de Lagartija Nick, formación con la que alumbró en 1996, junto a Enrique Morente, el inolvidable Omega. Dos años después ingresó en Los Planetas –antes de la grabación de Una semana en el motor de un autobús–, grupo del que todavía es miembro. Hasta aquí, las luces. Un matrimonio fallido (se casó a los 16 años), todo tipo de adicciones (al alcohol, a las drogas… y hasta a las gominolas) y bajones emocionales que le pusieron a las puertas del suicidio son algunas de las sombras. Eric recuerda ahora estas experiencias en Cuatro millones de golpes (Plaza & Janés), un libro de memorias imprescindible para conocer el oficio de músico, los mecanismos de la industria discográfica y las entretelas del nombrado Mejor batería español durante los últimos 20 años por Radio 3. "Soy un superviviente de la vida que me ha tocado vivir. A mí no me ha salvado la música, sino el público. Salir al escenario en medio de la oscuridad y convertirte en un iluminado con el primer disparo que te lanzan los focos es lo más parecido a subir al cielo", nos explica. Resulta evidente que el título del texto hace referencia a la canción de marras, aunque también arroja una segunda lectura: "Han merecido la pena los cuatro millones de golpes que le he dado a la batería para poder contrarrestar los golpes que me ha dado la vida". Y, ojo, que aún hay más: "He dejado muchas historias sin contar. Con todo lo que he vivido, podría escribir otras memorias". Que no pare la música, pues.