ALBERTO RODRÍGUEZ
Tras el éxito arrollador de La isla mínima y El hombre de las mil caras, el cineasta da el salto a la televisión con La peste, un thriller ambientado en la Sevilla del siglo XVI producido por Movistar+.
Ficción de
calidad en la Sevilla del siglo XVI.
• "DURANTE LA ELABORACIÓN DE UN GUIÓN me divierto mucho porque escribo todo lo que se me pasa por la cabeza, sin pensar en los límites económicos o logísticos. Luego llega el equipo de producción y me para los pies", nos cuenta entre risas Alberto Rodríguez (Sevilla, 1971) cuando le preguntamos por el ambiciosísimo proyecto que le ha tenido ocupado durante los últimos meses: La peste. Esta miniserie de seis episodios, ya disponible al completo bajo demanda en Movistar+, es la gran apuesta de la plataforma para el primer semestre de 2018. No en vano, el proyecto, que ha salido adelante con la colaboración de Atípica Films, ha tenido un presupuesto de diez millones de euros, una cifra muy superior, por ejemplo, a la media de las producciones audiovisuales españolas con opciones de pelear por los Goya (éstas tienen una partida de unos cuatro millones, aproximadamente). "Hemos contado con el dinero que necesitábamos. La peste fue un encargo de Movistar+. Nos pidieron una historia [a él y a Rafael Cobos, coautor de la serie] y nosotros les propusimos esta idea y les explicamos lo que costaría sacarla adelante. No creo que sea una superproducción, sino más bien una producción que ha adaptado el presupuesto a lo que realmente se quería contar. Haber reducido el coste estimado habría perjudicado a la narración".
Rodada en más de 100 localizaciones, La peste se ambienta en la Sevilla del siglo XVI. La capital andaluza era por entonces la gran metrópoli del mundo occidental, la ciudad donde se cortaba el bacalao y en la que cristianos, judíos, moriscos, esclavos, libertos, ladrones, prostitutas, nobles y plebeyos convivían en un escenario fascinante. "Rafael y yo siempre habíamos fan- taseado con la idea de viajar hasta esa época. Paseábamos por nuestra ciudad, por la calle San Luis, por ejemplo, y nos decíamos: 'Imagínate cómo debía de ser todo esto hace 500 años'. Aunque ya empezaba a mostrar signos de decadencia, recrear el momento en el que España era el imperio en el que no se ponía el sol nos parecía sensacional. Con el tiempo, aquella imagen se convirtió en un proyecto cada vez más grande, más complicado y más personal". Sin embargo, ésta no es una serie de época al uso. Es en realidad un thriller protagonizado por Mateo (Pablo Molinero), un exsoldado condenado a muerte por la Inquisición que se ve obligado a resolver una serie de extraños crímenes si quiere salvar su pescuezo. Paco León y Manolo Solo acompañan a Molinero al frente del reparto. Todo esto sucede, claro, con un telón de fondo un tanto macabro: un brote de peste negra que asola la ciudad.
En conjunto, por su potencia y su complejidad, La peste podría verse más como una película de larga duración que como una serie al uso. Alberto, no obstante, ha cogido lo mejor de cada medio para ofrecer un producto de factura exquisita: "Las herramientas en cine y televisión son las mismas. He tratado de ser sencillo y práctico tanto en la puesta en escena como en la realización, tal y como hago en mis películas. La principal diferencia es que rodar un filme es como correr los 1.500 metros lisos mientras que esto se parece más a participar en una maratón, ya que te deja completamente desfondado".
Para el responsable de La isla mínima o El hombre de las mil caras (cintas distinguidas con tres Goya: Mejor director, Mejor guión original y Mejor guión adaptado), que haya plataformas de video on demand que apuesten por crear contenidos como La peste es una excelente noticia para el sector audiovisual español: "Las series vienen bien porque dan trabajo a muchas personas, revitalizan la industria y son una buena escuela para formar profesionales". Sin embargo, Alberto lamenta que el modelo convencional de hacer cine parezca ajeno a esta época de bonanza: "Apenas hay ayudas institucionales. La inversión que le dedica el Estado al cine es ridícula; los gobernantes no son conscientes de la importancia cultural de tener una industria sana. Los nominados a los Goya de este año son un ejemplo de nuestra riqueza: Manuel Martín Cuenca, Los Javis, Isabel Coixet, Carla Simón… Tenemos mucho que ofrecer, pero falta una legislación que apoye a los creativos".
Que tomen nota los tipos trajeados de los despachos: nuestra cultura, nuestro cine, también es #Marcaespaña.