GQ (Spain)

CAMPUS MADRID

LA FÁBRICA DE Madrid tiene dos cajas mágicas, la del tenis y la de En la primera, se crean campeones; en la segunda, se perfila el FUTURO.

-

Bienvenido a la fábrica de startups de Google.

Cuando uno imagina la génesis de una empresa tecnológic­a, hay muchas posibilida­des de que le vengan a la mente dos imágenes: la primera, protagoniz­ada por Steve Jobs y Steve Wozniak construyen­do con sus propias manos un prototipo de ordenador en el garaje de su casa; la segunda, por Mark Zuckerberg, enfrascado delante de una pantalla, robándole las ideas a los hermanos Winklevoss y traicionan­do a su amigo Eduardo Saverin –como pudimos ver en la inmensa La red social (David Fincher; 2010)–. En 2018, no obstante, el nacimiento de una compañía no tiene nada que ver con ninguna de estas dos escenas. Se trata de una sucesión de encuentros/desarrollo­s que buscan plasmar una idea. Y cuando esa idea se hace realidad, lo importante es mimarla para hacerla crecer, buscar clientes que la alimenten económicam­ente, seguir haciéndola crecer, mantenerla y, finalmente, exportarla. Es el nuevo sueño americano que se ha convertido en global. Ese sueño en el que para alcanzar el éxito sólo hace falta tener una chispa genial, conocer a las personas

adecuadas, poner tres toneladas de trabajo y atravesar fases en las que no se obtiene ningún tipo de beneficio económico. Al menos, éste es el ciclo que parece imaginar Google. Nada de competicio­nes, nada de ideas geniales sobrevenid­as (o robadas). Más bien, un gigantesco trabajo en equipo, un ecosistema en el que cualquiera plante una semilla, cree un proyecto y lo pueda hacer madurar. ¿El premio? Triunfar en el proceloso mundo de internet.

Puede parecer una paradoja, pero para Google el hábitat ideal para que las startups crezcan no es virtual, sino físico. Tan físico como una gigantesca nave de 2.500 m2 situada en el número 2 de la calle Moreno Nieto, en el madrileño barrio de Arganzuela. En una antigua fábrica restaurada –construida en 1892, albergó la primera factoría de acumulador­es de energía eléctrica de España, fundada por Isaac Peral, el inventor del submarino– se ubica la sede de Campus Madrid.

Allí nos recibe su directora, Sofía Benjumea (Madrid, 1982), que nos explica cuáles son las claves del proyecto. "Campus Madrid es una iniciativa de Google, una empresa que sigue liderada por sus fundadores [Larry Page y Serguéi Brin, quienes la crearon en 1998]. El objetivo de este proyecto es devolver a la comunidad el 100% de lo que nos ha dado y fortalecer el ecosistema emprendedo­r", nos cuenta.

En el edificio hay wifi gratuito de altísima velocidad, cocinas, baños preparados para cambiar bebés, un auditorio, street art… Hay de todo excepto una cosa: el logo de Google.

Al contrario de otras empresas más volcadas en conservar sus secretos y encerrarse en sí mismas en gigantesca­s y futuristas sedes –como ocurre con Apple, Facebook o Amazon–, Google decidió hace seis años abrirse al mundo con Google for Entrepeneu­rs, un programa que busca estimular la creación de startups sin a priori pedir nada a cambio: las empresas que se fundan en las diferentes institucio­nes no reciben dinero de la compañía en ningún momento. "Google for Entrepeneu­rs nació para intentar apoyar ecosistema­s creativos fuera de los EE UU y de Silicon Valley. Enseguida nos dimos cuenta del poder que tenían los espacios físicos para conectar a las personas. Muchos proyectos interesant­es y prósperos suelen nacer en lugares en los que confluyen personas con talento", argumenta Benjumea.

Apesar de ser una iniciativa de Google, en Campus no se ve por ningún lado el logo de la compañía. Como mucho, la empresa americana se permite enseñar el robot de Android vestido de chulapo. "Queríamos que el lugar fuera lo más neutro posible", apunta su directora.

Más que una fábrica de empresas, Campus Madrid parece un gigantesco videojuego. En concreto, una aventura gráfica de Lucasarts, tipo Monkey Island o Maniac Mansion. Como en ellas, hay diferentes escenarios o fases, hay que superar una serie de pruebas para poder avanzar y hay un final que se bifurca; ahí es cuando llega la gloria o el fracaso (y vuelta a empezar). La primera pantalla de Campus Madrid es la cafetería. Es un espacio diáfano que recuerda a los establecim­ientos de Malasaña, Silver Lake, Williamsbu­rg o cualquier otro barrio hípster. Los muebles son de colores, hay wifi gratuito, ensaladas, sopas, y suena de fondo Empire of the Sun. Hay apretones de manos y mujeres con bebés, y se adivinan multitud de nacionalid­ades y etnias. Hay jóvenes que teclean en sus ordenadore­s y señores que leen su periódico. En definitiva, un bullicio controlado. "La cafetería es el soft landing, el corazón de Campus. Para poder trabajar aquí totalmente gratis, con un horario de lunes a viernes de 9 de la mañana a 9 de la noche, sólo hay que registrars­e en nuestra web", nos explica la googler.

CAMPUS MADRID

es una iniciativa de Google. El objetivo de este proyecto es devolver COMUNIDAD a la el 100% de lo que nos ha dado y fortalecer el ECOSISTEMA EMPRENDEDO­R

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain