El SIHH rompe récords: las grandes manufacturas toman Ginebra.
La 28ª edición del Salón de Alta Relojería (SIHH) crece en número de marcas, con grandes dosis de calidad, récords y patentes en sus novedades. ¡Tiembla, Baselworld!
La ciudad de Ginebra es a la relojería lo que Milán o París a la moda: la pasarela internacional en la que se avanzan las tendencias relojeras del año. Pero además, y sobre todo, es una plataforma desde la que se puede pronosticar la salud de un sector que en los últimos años no es que haya arrojado precisamente sus mejores balances económicos. Sin embargo, la última edición del Salón Internacional de la Alta Relojería (más conocido por sus siglas francesas, SIHH) parece el hito que apunta a su definitiva revitalización.
Como en cualquier otro sector, los datos –buenos– hablan por sí solos. Este año, además, han abundado las novedades, tanto en términos de producto como de infraestructura, y ha habido un repunte en su impacto mediático y de networking. Pero vayamos por partes. Las cifras son elocuentes: 20.000 profesionales (cerca de un 20% más que en 2017); 1.500 medios acreditados (un 12% más que el año pasado); 2.500 visitantes, una cifra mayor que la del edición anterior, cuando se decidió abrir las puertas al público; 35 marcas expositoras, esto es,
cinco más que el año pasado y 16 más que hace tres; y una superficie total de 55.000 m2, un 20% más que en 2017. En el ámbito digital, 400.000 posts han mencionado el hashtag #SIHH2018 durante la feria y el alcance total de las redes sociales durante al salón ha sido de 288 millones de personas.
Por lo que respecta a las marcas expositoras, y como viene sucediendo en las últimas ediciones, el salón se ha articulado en torno a dos grupos: por un lado, las casas históricas, con el nuevo fichaje de Hermès (corren rumores de que el año que vienen se sumará alguna más de las marcas que tradicionalmente exponen en Baselworld); y por otro, el Carré des Horlogers –inaugurado en 2016 y compuesto por marcas independientes–, que ha aumentado este año con la incorporación de Chronométrie Ferdinand Berthoud (perteneciente a Chopard), Dewitt, Élégante by F. P. Journe y Romain Gauthier.
ENTRE LO NUEVO Y LO 'VINTAGE'
Pero lo que de verdad importa, cómo no, son los relojes. Al fin y al cabo, este salón congrega esencialmente al amante de la relojería en sus distintos grados (desde el curioso al auténtico friqui, pasando por el buen conocedor). Y las novedades han sido muchas y variadas. Se han presentado relojes de sobrio clasicismo; impactantes y vanguardistas relojes deportivos; piezas complicadas que han emprendido una carrera de fondo para alcanzar récords y acumular patentes; relojes femeninos que siguen su propia evolución y gama cromática; y, finalmente, relojes vintage, muchos relojes vintage… Ya casi no recordamos cuándo se instaló esta tendencia en nuestras vidas, dispuesta a acaparar nuestro universo formal y, cómo no, también el relojero; pero el caso es que este tipo de modelos no dejan de proliferar entre las propuestas de las marcas que –animadas por los precios desorbitados que adquieren en subastas piezas auténticamente vintage (como el famoso Rolex Daytona de Paul Newman, que hace unos meses se vendió por la mareante cifra de 15.228.095 €)– siguen ahondando en una estética que funciona no sólo en cuanto a cifras de ventas sino también en términos de creatividad. Lo cierto es que son atractivos y obligan a las marcas a hacer un ejercicio de introspección y de recuperación del pasado, que da como resultado un gran número de clásicos contemporáneos.
A la cabeza de esta tendencia se sitúan algunas propuestas, como la colección Montblanc 1848, inspirada en la estética de los años 20 y 30 y que reinterpreta los relojes históricos Minerva, con 160 años de historia; la nueva colección Fiftysix de Vacheron Constantin, basada en su emblemática Referencia 6073 de 1956; la colección conmemorativa del 150 aniversario de IWC Schaffhausen, cuya pieza estrella es el Tribute to Pallweber Edition 150 Years –que toma como punto de partida un reloj de bolsillo de 1884–; o la sublime línea Polaris de Jaeger-lecoultre, que reedita el Memox de 1968, con una función despertador única.
MÁS FINOS, MÁS PRECISOS
El SIHH también acoge récords. Piaget este año se atribuye dos: uno con el Altiplano Ultimate Automatic, el reloj automático más plano del mundo (4,30 mm de grosor); y otro con el Altiplano Ultimate Concept, el reloj mecánico de cuerda manual también más delgado del planeta (con 2 mm de grosor). Por su parte, Audemars Piguet, que ha tenido una de las mejores cosechas de los últimos años, ha presentado el Royal Oak RD#2, el calendario perpetuo automático más plano (con 6,30 mm de grosor); y ha sorprendido igualmente con el Royal Oak Concept Tourbillon Volante, el primer tourbillon volante de la casa, así como con el primer Royal Oak Concept para mujer. Por su parte, Ulysse Nardin lanza el primer modelo automático de la colección Freak, que en 2001 rompió todos los convencionalismos. Y Officine Panerai no se ha quedado corto en cuanto a patentes en los modelos Lo Scienziato y L'astronomo, este último fabricado por encargo y dedicado a Galileo Galilei.