Una noche en vela
Corría el año 1998. Era un lunes 23 de marzo (a partir del año siguiente la ceremonia ya pasó al domingo) y a eso de las 2 de la mañana (hora española), Ana García Siñeriz y Jaume Figueras daban paso a Billy Crystal, quien estaba subido a la proa de un barco (luego protagonizaría un espectacular número musical que puso en pie a la platea del Shrine Auditorium). Allí también estaba Jack, aplaudiendo con sus eternas gafas de sol; y Robin Williams (cómo te echamos de menos) acompañado de unos imberbes Matt Damon y Ben Affleck, que no se creían dónde estaban. Yo tenía 14 años y al día siguiente había cole, pero aguanté ojiplático hasta que, al filo de las 6, Sean Connery entregó el último de sus 11 Oscar a
Titanic. Desde entonces no ha habido vuelta atrás: este mes cumplo dos décadas marcando una fecha en rojo en el calendario para aprovisionarme de cafeína y no perderme un detalle de la madrugada más fascinante y frívola del año. 20 despertares (o noches de empalme) con ojeras hasta el suelo, pero sin arrepentimiento alguno.