EX INFINITAS
SURFEAR LA MODA
La firma de moda con mayor proyección de Australia, a examen.
El creador de la firma EX INFINITAS, gurú del 'surfwear' de lujo, cabalga como nadie la nueva ola del diseño masculino. Desde Melbourne, su fusión de la subcultura juvenil y la sastrería tradicional ha desencadenado una revolución indumentaria tan genuina como inesperada.
La cultura no es tu amiga. Te insulta. Te desempodera. Te usa y abusa de ti. La cultura no trata bien a nadie". Al filósofo de la psicodelia Terence Mckenna nunca le gustó el mundo que le tocó vivir. Tampoco hace tanto de eso –falleció en 2000, a los 53 años–. Hoy casi nadie lo recuerda, pero aquel etnobotánico, escritor y chamán estadounidense nunca dejó de pregonar los devastadores efectos políticos, sociales, económicos y culturales, no precisamente de un futuro distópico y lejano, sino de nuestro demoledor presente. Esa maquinaria/sistema insidiosa y deshumanizada, al servicio del poder (el capital, esto es), perfectamente engrasada para programar a sus individuos: lee esto, mira aquello, escucha lo de más allá, conéctate aquí, viste así. Y, sobre todo, cómpralo. "Elige tu propio camino y decide cómo vas a actuar", proponía como vía de escape a las conductas condicionadas por la sociedad de consumo. "Hay mucha gente que sigue dormida, la mayoría de nosotros, diría. Y necesitamos despertar de una vez. Darnos cuenta de cómo nos tratamos los unos a los otros, de lo que estamos haciendo con el planeta…". Vaya, parece que alguien todavía le echa cuentas al Timothy Leary de los 90.
Responde por Lukas Vincent, comparece como (pen)última esperanza blanca de la moda masculina y su actual colección de primavera/verano es la traducción indumentaria de las ideas del que fuera padre intelectual
del movimiento rave. "No Sleep", se lee en una sudadera. "Artist Not Included", reza en una gabardina. "Pensaba que el futuro sería más cool", se desliza por la pernera de un pantalón. "Culture Is Not Your Friend", proclama de forma inevitable un abrigo. "Mi padre es astrólogo, un hippie de manual. Él me descubrió a Mckenna. Incorporar su mensaje en mi trabajo fue algo orgánico", explica el creador, él mismo producto del paraíso en la tierra soñado por el psiconauta. "No hay nada de donde vengo, sólo tipos rudos. No tenía ni internet ni wifi. La moda era un misterio allí".
Allí es la península de Morlington, un extenso arenal al sur de Melbourne, meca de surferos y poco más. "Hace cuatro años tuve que volver a casa, con mi madre. No tenía dónde caerme muerto, sobrevivía con las ayudas del gobierno", confiesa. No, Vincent no es un diseñador como los demás. Tampoco su marca, Ex Infinitas, es una etiqueta al uso. Aunque desde su irrupción como ganadora de la edición australiana del prestigioso Woolmark Prize en 2016 y, por tanto, finalista de la internacional, ha sido saludada y jaleada como la respuesta antípoda a la revolución de Vetements y Gosha Rubchinskiy. Como si el ahora ubicuo estilo gopnik, ese morboso feísmo de extrarradio que uniformó a la juventud postsoviética, pudiera trasladarse al típico bogan –en slang australiano, algo así como basura blanca– del hemisferio sur. "Qué va. Bogan es como llamamos nosotros a los paletos", revela a carcajadas. "Cuando miraba por la ventana de mi habitación, lo único que veía pasar eran tíos con pantalones cortos horrorosos, chanclas y una cerveza en la mano. Sólo sabía de la moda por las revistas de la peluquería a la que iba mi abuela".
Vincent comenzó a formarse para el diseño en el Royal Institute of Technology de Melbourne, hasta que decidió que prefería la práctica a la teoría. Se puso a trabajar en el estudio de Bettina Liano, artífice de la marca homónima, popular entre las australianas por sus vaqueros, y se quedó casi ocho años. Su siguiente parada, antes de volver sin blanca al calor del hogar, fue Nueva York, donde hizo de todo: relaciones públicas, marketing, merchandising... Una sólida visión del negocio que, a la postre, le ayudaría a fundar su marca en 2015. "No conseguía encontrar la ropa que me gustaba y así empezó todo. Quizá haya tenido que sacrificar parte de mi vida para lograrlo, pero con persistencia y trabajo duro he trazado mi propio camino, que creo que es el correcto", reflexiona à la Mckenna.
Con apenas tres colecciones en el mercado, Ex Infinitas (latinajo que pone en situación temporal el concepto de la marca) ya se despacha en algunas de las tiendas de referencia del planeta. La plataforma de lujo Farfetch la acoge online. En la pasada edición estival de Pitti Immagine Uomo –donde se produjo este encuentro–, fue la estrella entre los invitados australianos al salón florentino donde cada temporada se cuece el futuro del prêtà-porter masculino. Pero ahora, a sus 34 años, Vincent sólo piensa en tomarse un respiro, aunque sea breve. Quiere "repensar" la firma, pulir ese tan inusitado como feliz encuentro entre la cultura surfera y la sastrería porque, dice, "es la única manera de avanzar". Su próxima parada será París. ¿Olvidar de dónde viene? Jamás. "Personal y profesionalmente, no soy otra cosa que la genuina expresión de la subcultura juvenil en la que crecí. Sí, mi idea siempre fue trasladarla al ámbito del lujo, pero sin ignorar esos aspectos profundos de la cultura australiana", concluye. "Tienes que mostrarte honesto y fiel a lo que crees. La gente se da cuenta enseguida si eres un fraude".