EN LA CRESTA DE LA OLA
Si Raf Simons fuera surfero, su marca se llamaría Ex Infinitas. En realidad, en Vincent hay mucho más de la aproximación intelectual al diseño del belga que de la crudeza emocional que manejan Demna Gvasalia o Gosha Rubchinskiy. Dotado de un instinto poco común y provisto de una concepción artística del streetwear, tejidos de exquisita factura italiana y un soberbio manejo del color, ha conseguido volver a iluminar una escena que comenzaba a notarse adocenada y en la que los hypes de usar y quemar (Cottweiler, Craig Green, Rottingdean Bazaar, Noon Goons…) son el pan nuestro de cada temporada. No resulta extraño que Jason Wu, diseñador nada sospechoso de comulgar con las ruedas de molino de la modernidad, asegurara que Vincent era el mejor preparado para el mercado de todos los finalistas del Woolmark Prize en el que fue jurado.