Así se forma un maestro relojero
Si eres de los que piensan que la relojería mecánica es algo anacrónico y que los miles de euros que se pagan por las piezas automáticas no están justificados, quizá te cambie la perspectiva conocer lo que implica convertirse en un maestro relojero. La mayoría se forman en Suiza, donde sólo unos pocos elegidos califican para someterse a un durísimo entrenamiento.
¿ QUÉ IMPLICA ?
La de maestro relojero es una profesión que conjuga la artesanía con la ingeniería mecánica más avanzada. Exige una dedicación máxima, una vocación a prueba de bombas y una entrega absoluta a un trabajo que conlleva encerrarse horas y horas en un taller sin ver la luz del sol. Es un puesto al que cuesta acceder y, pese a la creencia popular, no se alcanza trabajando como aprendiz desde corta edad. Requiere de una formación muy rigurosa y exigente –sobre todo, si el candidato pretende llamar con posterioridad a las puertas de las grandes manufacturas–, equiparable a la de los títulos universitarios más duros en ingeniería mecánica.
LA MECA ES SUIZA
Para convertirse en maestro relojero, no hay ni habrá mejor destino que Suiza. Estudiar un programa básico de relojería en el país helvético supone un compromiso para el alumno de unos cuatro años, y allí se recomienda comenzar antes incluso de terminar la educación secundaria si se tiene una vocación clara.
CFC
El diploma federal por excelencia es el CFC (Certificat Fédéral de Capacité). El programa básico, el de Watchmaker CFC, se imparte en diferentes centros repartidos por la geografía suiza (el Centre Interrégional de Formation des Montagnes Neuchâteloises-école Technique Le Locle es uno de ellos). Para aprobarlo hay que dedicarle cuatro años y se imparte en francés y alemán. Durante el primer año entero, el estudiante sólo opera con un torno de precisión –antes de que le dejen manipular el movimiento de un reloj–.
'HANDS ON'
En el segundo año, se estudian los mecanismos de los relojes mecánicos y de cuarzo, así como el ensamblaje de los distintos componentes, tanto exteriores como interiores, y su reparación. El tercer y cuarto año están centrados en el trabajo de laboratorio, la fabricación de relojes, los controles de calidad, las técnicas de producción y el servicio postventa. Todo esto es, sin embargo, sólo la parte práctica, porque el estudiante también debe asistir a clases de teoría sobre la fabricación de relojes, matemáticas, física, ciencia de los materiales, electrónica aplicada a la relojería o dibujo técnico.
WOSTEP
Otro programa suizo que cada vez goza de más reconocimiento es el Watchmakers of Switzerland Training and Educational Program (WOSTEP). Consta de 3.000 horas de formación y se imparte en inglés. WOSTEP fue ideado por el Centre Suisse de Formation et de Perfectionnement Horloger y cuenta con el apoyo logístico y económico de buena parte de las principales manufacturas helvéticas. Su origen data de los años 60 y fue creado –en un principio– para satisfacer las peticiones de la industria estadounidense, que quería que sus relojeros aprendieran las técnicas de Ginebra y así mantener la hegemonía frente a los soviéticos. Para ser aceptado en este programa hay que ser mayor de 21 años, acreditar un nivel de inglés perfecto y estar dispuesto a someterse a una exigente prueba de dos días para evaluar la destreza manual. Si se supera, el curso luego cuesta unos 29.000 euros.