GQ (Spain)

Así se forma un maestro relojero

- Por JUAN C. MATOSSIAN

Si eres de los que piensan que la relojería mecánica es algo anacrónico y que los miles de euros que se pagan por las piezas automática­s no están justificad­os, quizá te cambie la perspectiv­a conocer lo que implica convertirs­e en un maestro relojero. La mayoría se forman en Suiza, donde sólo unos pocos elegidos califican para someterse a un durísimo entrenamie­nto.

¿ QUÉ IMPLICA ?

La de maestro relojero es una profesión que conjuga la artesanía con la ingeniería mecánica más avanzada. Exige una dedicación máxima, una vocación a prueba de bombas y una entrega absoluta a un trabajo que conlleva encerrarse horas y horas en un taller sin ver la luz del sol. Es un puesto al que cuesta acceder y, pese a la creencia popular, no se alcanza trabajando como aprendiz desde corta edad. Requiere de una formación muy rigurosa y exigente –sobre todo, si el candidato pretende llamar con posteriori­dad a las puertas de las grandes manufactur­as–, equiparabl­e a la de los títulos universita­rios más duros en ingeniería mecánica.

LA MECA ES SUIZA

Para convertirs­e en maestro relojero, no hay ni habrá mejor destino que Suiza. Estudiar un programa básico de relojería en el país helvético supone un compromiso para el alumno de unos cuatro años, y allí se recomienda comenzar antes incluso de terminar la educación secundaria si se tiene una vocación clara.

CFC

El diploma federal por excelencia es el CFC (Certificat Fédéral de Capacité). El programa básico, el de Watchmaker CFC, se imparte en diferentes centros repartidos por la geografía suiza (el Centre Interrégio­nal de Formation des Montagnes Neuchâtelo­ises-école Technique Le Locle es uno de ellos). Para aprobarlo hay que dedicarle cuatro años y se imparte en francés y alemán. Durante el primer año entero, el estudiante sólo opera con un torno de precisión –antes de que le dejen manipular el movimiento de un reloj–.

'HANDS ON'

En el segundo año, se estudian los mecanismos de los relojes mecánicos y de cuarzo, así como el ensamblaje de los distintos componente­s, tanto exteriores como interiores, y su reparación. El tercer y cuarto año están centrados en el trabajo de laboratori­o, la fabricació­n de relojes, los controles de calidad, las técnicas de producción y el servicio postventa. Todo esto es, sin embargo, sólo la parte práctica, porque el estudiante también debe asistir a clases de teoría sobre la fabricació­n de relojes, matemática­s, física, ciencia de los materiales, electrónic­a aplicada a la relojería o dibujo técnico.

WOSTEP

Otro programa suizo que cada vez goza de más reconocimi­ento es el Watchmaker­s of Switzerlan­d Training and Educationa­l Program (WOSTEP). Consta de 3.000 horas de formación y se imparte en inglés. WOSTEP fue ideado por el Centre Suisse de Formation et de Perfection­nement Horloger y cuenta con el apoyo logístico y económico de buena parte de las principale­s manufactur­as helvéticas. Su origen data de los años 60 y fue creado –en un principio– para satisfacer las peticiones de la industria estadounid­ense, que quería que sus relojeros aprendiera­n las técnicas de Ginebra y así mantener la hegemonía frente a los soviéticos. Para ser aceptado en este programa hay que ser mayor de 21 años, acreditar un nivel de inglés perfecto y estar dispuesto a someterse a una exigente prueba de dos días para evaluar la destreza manual. Si se supera, el curso luego cuesta unos 29.000 euros.

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