GQ (Spain)

MARCO ASENSIO

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EEl enloquecid­o negocio del fútbol ha llegado a tal punto de inflación que se ha hecho habitual leer en la prensa que un fichaje de 100 millones de euros es un chollo. Lo hemos comprobado este verano, con el culebrón de Cristiano Ronaldo como epílogo de un Mundial de sabor agridulce para las grandes estrellas, pero también en años anteriores, con orgías de billetes como las de Mbappé o Neymar.

Así que, puesto en perspectiv­a, en un mundo en el que la tónica habitual es que los grandes traspasos se manejen en cifras de nueve dígitos, el de Marco Asensio al Real Madrid en 2014 casi se puede considerar un saldo, la calderilla que le queda a Florentino tras vaciar el sobre destinado a los galácticos. De hecho, en las noches de calma, cuando el Paseo de la Castellana dormita y no hay partido en Chamartín, todavía se escuchan en los despachos del Bernabéu los ecos apagados de las carcajadas del presidente blanco. "¡3,9 millones de euros in your face, Bartomeu!", se dice que gritaba como un loco por los pasillos de la planta noble como el que se siente protagonis­ta del robo del siglo (puede que esto último nos lo hayamos inventado, pero si no fue así, se le pareció seguro).

En Can Barça, por el contrario, todavía se lamentan por la leche derramada aquel mes de diciembre mientras miran por televisión las orejonas del Madrid y los tantos del 20. Nunca una lucha por un jugador entre los dos clubes más importante­s de la Liga se había saldado por tan poco y una ganga así no se presenta todos los días: un chaval que hace cosas de Messi, de Cristiano, de Hazard, que tiene velocidad, regate, disparo, gol… y paciencia. Paciencia para terminar aquella temporada 14/15 en el Mallorca (se rumorea que se lo pidió al Madrid el propio Rafa Nadal) y para jugar cedido al Espanyol la

siguiente. Ya en 2016 y bajo la disciplina blanca, mientras Zidane ensayaba en la banda ese ademán tan suyo de sacudir los brazos en un gesto de estupefacc­ión con los goles del mallorquín, Florentino sonreía satisfecho en el palco. Aquel jovencito le estaba saliendo más y más barato cada día que pasaba.

Se comenta en los mentideros de la Corte que, a pesar del desastre de Rusia, un club inglés ofreció este verano hasta 150 millones por él, pero a Marco no se le llena la cabeza de pájaros. "Ya he tenido la oportunida­d de ser titular en partidos muy importante­s tanto en el Madrid como en la selección. Espero que cada vez pueda tener más peso y más regularida­d en ambos sitios", se limita a comentar a GQ. Y a Florentino, que le colocó una cláusula de rescisión de 700 kilos en su última renovación, no se le pasa por la cabeza venderlo. Ni a Lopetegui. "Julen es un entrenador con una idea de fútbol muy buena y que personalme­nte me gusta mucho", nos precisa Marco sobre su nuevo míster. "Le añade mucha intensidad a los entrenamie­ntos y es exigente con nosotros". Y sobre la influencia de su destitució­n fulminante en el fracaso mundialíst­ico agrega: "Obviamente influyó. Llevábamos dos años con él haciendo grandes partidos y un gran juego. Nos conocía a todos muy bien y había una gran conexión con todos nosotros".

LA MADRE DE ASENSIO, holandesa de nacimiento, le puso a su segundo hijo Marco en honor a Van Basten, aquel estilete sublime del Ajax y después del Milán (cuando el Milán era el Milán) que hacía cosas… muy de Asensio, si se nos admite el anacronism­o. Sin querer, predestinó al niño. Porque, con los años, el madridista empezó a hacer cosas… muy de Van Basten. Aunque su papel en el campo no sea precisamen­te el de delantero centro. "Puedo jugar en cualquier posición en la zona de ataque, pero no me gusta estar fijo en una banda, por ejemplo. Necesito tener la libertad de moverme por toda la zona de ataque y de creación".

Más que un nueve clásico, Marco es como ese fantasma de las navidades pasadas que llega desde donde nadie lo espera para marcar goles mágicos como el de su estreno, en la Supercopa de Europa de 2016; y goles para el recuerdo, como el tiro de gracia a la Juventus en la final de la Champions League de esa misma temporada. "He podido marcar en varias finales. Pero me quedo con mi primer gol, en mi primera final con el Real Madrid. La Supercopa de Europa contra el Sevilla". Un zambombazo a la escuadra desde el tercer anfiteatro que puso al estadio de pie.

Los que lo conocen bien destacan que es un chaval humilde, trabajador y con los pies en el suelo. Que la repentina muerte de su madre, en 2015, le hizo madurar de golpe. Que, tras su fichaje por el Madrid, conminó a su padre a aparcar el camión de reparto del Eroski y dejar para otro los madrugones de las cinco de la mañana. Las familias que por fin ríen unidas, debió de pensar, permanecen unidas. "Mis padres me inculcaron unos valores de pequeño y siempre he seguido esos pasos. Es muy importante saber de dónde vienes, dónde estás y hasta dónde quieres llegar. Sin importar el éxito o el fracaso, siempre siendo uno mismo". Si le preguntas por las tres personas más importante­s en su vida, no lo duda ni un segundo. "Mi padre, mi hermano y Horacio", por Horacio Gaggioli, su agente y un cazatalent­os con olfato fino: en su currículum figura el hito de haber traído a Messi al Barça.

Marco también es un tipo tranquilo y con la cabeza muy bien amueblada. De los que saben que al Real Madrid hay que llegar aprendido de casa y que llorar por minutos suele ser la antesala de salir por la puerta. "El Real Madrid es el club más exigente del mundo y desde el principio sabes que tienes que estar preparado y darlo todo por la camiseta".

"Mi primera opción siempre es triunfar en el Real Madrid. Después nunca se sabe lo que puede pasar", nos dice cuando le animamos a fantasear sobre su futuro. "No pienso en si soy una estrella, intento seguir mi camino, trabajando como siempre he hecho", nos responde cuando le preguntamo­s qué es lo mejor o peor de concitar la atención de una celebrity futbolísti­ca. "Intento no hacer mucho caso de las expectativ­as que haya sobre mí. Es normal que se hayan generado tantas, porque han sido dos años muy buenos en el Real Madrid. Sólo espero seguir superándol­as".

LAS ESPERANZAS QUE TANTO el Real Madrid como los aficionado­s al fútbol tienen puestas en él, desde luego, no tienen los pies de barro. Pocos jugadores tan jóvenes pueden presumir de un palmarés como el suyo: ganador de un Europeo sub19, una Liga, una Supercopa de España, dos Supercopas de Europa, dos Mundiales de clubes y, por supuesto, dos Champions League. Sólo el fiasco de Rusia ha empañado dos temporadas casi perfectas: "Pasamos una situación difícil con la destitució­n de nuestro entrenador dos días antes de comenzar el Mundial y eso obviamente afecta. Teníamos que sacar esto adelante entre todos, pasamos a octavos como primeros y en el partido contra Rusia se encontraro­n con un penalti y sin haber pasado prácticame­nte de medio campo llegamos a los penaltis y ya sabemos el final. Así es el fútbol también", rememora el mallorquín con la tranquilid­ad de quien sabe que tiene todo el tiempo por delante para sobreescri­bir ese mal recuerdo. El futuro es suyo y tal vez un día lejano de invierno, en Qatar, gritaremos al unísono "¡Asensio de mi vida!".

"La destitució­n de Lopetegui obviamente influyó en el resultado del Mundial. Llevábamos dos años con él haciendo grandes partidos y un gran juego. Nos conocía a todos muy bien y había una gran conexión con todos nosotros"

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Texto: Héctor Izquierdo Fotografía: Diego Lafuente Traje y camisa Emporio Armani
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