GQ (Spain)

Dragones contra meigas

Un año después de la llegada de UNIQLO a Barcelona, hablamos con su presidente sobre activismo político, hiperprodu­cción y un rival llamado Amancio Ortega. TADASHI YANAI ya tiene los ojos puestos en Madrid.

- ___por IÑAKI LAGUARDIA

En plena fashion week parisina, en un imponente palacete situado en el Jardín de las Tullerías, Tadashi Yanai (69 años, Yamaguchi, Japón) comprueba hasta el último detalle de la exposición temporal que ha organizado para animar el cotarro. Uniqlo no desfila, pero está. Siempre está. No participa del espectácul­o, pero forma parte de él. Nunca organiza front rows, pero su sitio es la primera fila. Es puro establishm­ent aunque a veces se comporte como un antisistem­a. Ésa es la filosofía del ideólogo de la doctrina lifewear, un neologismo que acuñó el propio Yanai para definir su manera de ver la moda. Ni un ruido, ni un paso en falso. Como el típico usuario de Whatsapp que nunca se pronuncia en los grupos pero siempre responde si le escribes.

Con motivo de la inauguraci­ón de la muestra Los nuevos estándares del punto, un autohomena­je que glosa las bondades del knitwear de la firma, Yanai recibe a GQ España en una enorme sala desnuda de adornos: cuatro paredes blancas, unas sillas en forma de medialuna y una traductora que no se separa de él. Todo ello anticipa la enrevesada simplicida­d que predica. "Muchas veces se nos señala erróneamen­te como una compañía de fast fashion, pero Uniqlo no vende moda", explica sin inmutarse. El matiz viene después: "A pesar de la mala prensa que tiene la producción masiva, si empleas la última tecnología puedes obtener productos de gran calidad a precios competitiv­os. Eso es lo que nosotros llamamos lifewear. Ropa hecha desde la mirada del consumidor, no desde la individual­idad del diseñador. Nuestros diseños mejoran el día a día de la gente".

Moda que no sigue modas, en definitiva. Una afirmación rotunda que en realidad es una verdad a medias. Uniqlo ofrece todas las prendas que pueden caber en el vestidor, así como un catálogo adicional que compensa su ADN antifashio­n. Por ejemplo, las coleccione­s dirigidas por J.W. Anderson, Christophe Lemaire o Inès de La Fressange, así como varias líneas especializ­adas en denim, ropa interior, cashmere, acolchados (Ultra Light Down) o camisetas gráficas (UT).

Resulta inevitable comparar este gigante del retail con el grupo gallego Inditex y su fundador, Amancio Ortega, principal adversario en el proceso de ofrecer moda apetecible a precios asequibles. Se dedican a lo mismo, aunque su círculo de confianza se afana en señalarnos lo diferentes que son. Uno hace ropa; el otro hace moda. Dragones contra meigas. "El señor Ortega ha conseguido poner en marcha un negocio que ha demostrado ser viable en todo el planeta. Siento un profundo respeto por él", revela.

UN AÑO ENTRE NOSOTROS En 2017, Uniqlo desembarcó en el país de origen de Zara. Barcelona fue el puerto de entrada a España, con sendas tiendas en el Paseo de Gracia y el centro comercial Glòries. "El balance es buenísimo un año después", afirma. Ante la pregunta de si es una buena idea que una firma de moda se meta en arenas políticas y empuñe la espada del activismo, tal y como ha hecho Nike con el fichaje de Colin Kaepernick (el jugador de fútbol americano que se negó a entonar el himno de EE UU en protesta por la violencia racial), Yanai es tajante: "Odio la política y a los políticos, y no me gustaría que una opinión mía se confundier­a con una declaració­n corporativ­a. Puede que Nike y sus atletas se pronuncien contra el presidente Trump. Yo también lo hago. Rechazo su agenda política y lo rechazo a él. Pero no quiero que ese mensaje se atribuya a Uniqlo", explica.

Este hijo de sastre, provenient­e de una provincia rural azotada por la crudeza de la posguerra, sabe de lo que habla. Es licenciado en Ciencias políticas y Economía, pero tiene un máster en prudencia. "Mi trabajo consiste en ofrecer prendas que la gente disfrute. Funcionali­dad, básicos y estilo. Esa combinació­n se llama lifewear", zanja. En 1984 abrió su primera tienda en Hiroshima, a la que llamó Unique Clothing Warehouse, que más tarde rebautizar­ía con el nombre que hoy todo el mundo conoce.

En estos momentos, Uniqlo tiene más de 2.000 tiendas en 20 mercados y es la columna vertebral del grupo Fast Retailing (Helmut Lang, Comptoir des Cotonniers, Theory, etc.). Su CEO y presidente es, según Forbes, el segundo hombre más rico de Japón.

UN FUTURO SIN LÍMITES Hace un año, Yanai presentó su plan para 2020. Su objetivo es superar en ventas a H&M y al grupo de Ortega. "Aspiramos a ese objetivo, pero todo depende del favor de los clientes. Estamos trabajando para conseguirl­o. Nuestros planes inmediatos son mejorar los productos cada día y abrir tiendas en Europa, Asia y EE UU, así como desarrolla­r el e-commerce", asegura.

A punto de cumplir 70 años, el empresario se encuentra en plena forma. Llevar a Uniqlo hasta donde está no ha sido un camino fácil: ha abierto y cerrado tiendas, y ha tomado muchas decisiones equivocada­s. Lejos de omitir o maquillar sus puntos débiles, Yanai los reivindica. Los errores son, a su juicio, fuerzas redentoras que ayudan a avanzar y rectificar viejas creencias. Incluso ha publicado un libro titulado Una victoria, nueve derrotas. Para que nunca se le olvide. Ni a él ni a sus dos hijos. El fracaso es, a veces, más fructífero que el éxito.

¿MADRID 2019? La inmediata expansión de la firma en España es un secreto a voces. Yanai por fin lo confirma: "Barcelona y Madrid forman parte de los planes de Uniqlo".

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