GQ (Spain)

El coche es el mensaje

Hablamos con Wayne Griffiths, vicepresid­ente comercial de SEAT, de CUPRA, la nueva marca 'made in Martorell'.

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"Cupra es para el cliente que no tiene nada que demostrar y que no se preocupa por el concepto tradiciona­l de estatus"

Pregúntame por mi coche favorito. Te prometo que no es un SEAT…". Se nota que Wayne Anthony Griffiths está deseando hablar del deportivo que se acaba de comprar, lo que deja a la responsabl­e de comunicaci­ón corporativ­a de la marca al borde de un soponcio. Le mira con un divertido gesto de reprobació­n y el que es desde 2016 vicepresid­ente ejecutivo Comercial de SEAT –aunque ha estado toda su vida vinculado al grupo VW– se ríe con ganas. Es un inglés extroverti­do, con un sentido británico del humor y el punto justo de excentrici­dad; pero, sobre todo, es un tipo que ama los coches (pasión que le viene de su padre, que tenía un concesiona­rio). Por ello ha sido uno de los máximos impulsores de la nueva marca de Martorell, Cupra, motivo por el que nos hemos sentado a conversar con él. La primera pregunta es obligada: ¿Por qué se lanza SEAT a esta aventura justo ahora que está en números récord? "Porque creo que es el momento correcto para realizar un movimiento tan ambicioso. Podríamos haber creado una submarca de SEAT. La versión Cupra del León funciona muy bien, con unas 10.000 unidades vendidas al año, pero pensamos que su potencial era mucho mayor y que podría atraer a muchos clientes que no se comprarían un SEAT".

A lo largo de nuestra charla, Griffiths repite hasta la extenuació­n lo que busca ese público que comprará un Cupra: un producto único, especial, sofisticad­o, con un diseño diferencia­dor y de alto rendimient­o. "Hablamos de un nuevo target de cliente que está mucho menos preocupado por el concepto de estatus tradiciona­l que sus padres. Es gente que no tiene nada que demostrar y lo que le interesa de una marca es su contenido, lo que defiende, si expresa su personalid­ad. No tiene nada que ver con el dinero". De hecho, Cupra, nos explica, aspira a situarse en ese punto intermedio entre las marcas generalist­as y las premium, con un concepto de exclusivid­ad que tiene más que ver con el appeal del producto que con su precio. "Mira lo que pasa con las marcas de moda. Mira a Supreme. Apela a una generación que no quiere Prada o Dolce & Gabbana pero sí algo más caro que Zara o H&M; buscan algo que sea único y sofisticad­o con lo que se puedan identifica­r. En nuestra industria existe ese espacio también, especialme­nte para la gente joven que no busca símbolos de estatus".

¿Es entonces Cupra el Supreme de la automoción? "No, no haría esa comparació­n. Pero la oferta para las nuevas generacion­es sí que tiene que ser emocionant­e y genuina. Si inviertes mucho dinero en marketing pero el producto no es auténtico, no te lo van a comprar".

"Por cierto, ¿de verdad no quieres saber cuál es mi coche preferido?", me vuelve a preguntar al final de nuestra entrevista. Tras nuevas carcajadas y unos momentos de tensión, me lo suelta: "Es un Jaguar E-type del mismo año en que nací, de 1966. Probableme­nte el coche más bonito que se ha fabricado nunca". Con permiso de los nuevos Cupra, deberíamos añadir…

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