GQ (Spain)

JOSÉ LUIS CUERDA

- Por Paloma Leyra

/ Pasamos una tarde en casa del director albaceteño. ¡Sin Faulkner!

"CUANDO NACES EN ALBACETE, COMO YO, LO HACES PARA TODA LA VIDA", DECÍA CUERDA HACE UN TIEMPO EN SU CUENTA DE TWITTER. Y EN LA SUYA, SU VIDA, FLORECE UNA FILMOGRAFÍ­A EN LA QUE DESTACAN VARIAS JOYAS PARA 'AMANECISTA­S', LIBROS SINGULARES, UNAS MEMORIAS PENDIENTES Y UNA VISIÓN DE LA VIDA Y EL FUTURO QUE DARÍAN PARA IR Y VOLVER AL FIN DEL MUNDO. EL 28 DE DICIEMBRE ESTRENA 'TIEMPO DESPUÉS', CONTINUACI­ÓN DE SUS ICÓNICOS 'TOTAL' Y 'AMANECE QUE NO ES POCO'. PARA VER CÓMO ES SU MUNDO, PASAMOS UNA TARDE EN SU CASA. JOSÉ LUIS TIENE CUERDA PARA RATO.

1. LA CHILABA. LA TRIPA. TWITTER.

En casa de José Luis Cuerda la televisión está a todo volumen. "Me paso el día con ella puesta", dice el cineasta, aprovechan­do para recostarse en un sofá y contarme lo que a veces le cuesta apagarla. Son las cuatro de la tarde y cae una luz tenue sobre su amplio salón, repleto de cuadros, libros, recuerdos, una mesa de comedor para 12 personas… Pero José Luis vive solo. Desde que falleció su esposa hace ya unos años, dividió el domicilio familiar en dos apartament­os y él se quedó con el pequeño, que en realidad no es pequeño. Como sabía que venía a verle me ha recibido bien vestido. No es broma, aclara: normalment­e va en chilaba, porque le resulta más cómodo. Y me lleva al dormitorio para mostrarme la prenda, que cuelga de una máquina de andar.

José Luis Cuerda (Albacete, 1947) hoy tiene un día regular. Aunque tiene buen aspecto y ha perdido peso, insiste en que no se encuentra bien y camina muy despacio. Cuando le pregunto por su salud me dice que tiene "la tripa mal y un estreñimie­nto espantoso", pero, por resumir, que su último diagnóstic­o "indica síntomas de haber vivido 71 años". No son tantos, le digo, a lo que responde: "¿Acaso quieres que siga mucho en este mundo?". Pues claro, José Luis. Pues claro. No lo voy a someter a votación popular porque este cineasta y escritor, paradigma del surrealism­o y del humor crítico hispanos, cuenta no sólo con una considerab­le legión de seguidores –o amanecista­s– de la mítica trilogía que forman Total (1985), Amanece que no es poco (1989) y Así en el cielo como en la Tierra (1995); o de algunos de sus singulares libros editados por Pepitas de calabaza, como Si amaestras una cabra llevas mucho adelantado (2013) o Me noto muy cambiá (2016), sino que en Twitter –@joseluiscu­erda1936–, el director ha encontrado una nueva manera de expandir su ingenio y lo hace para un público de más de 150.000 seguidores. "Eres un influencer, ¿lo sabes?", le digo. "¿Sí? Que se jodan".

2. UNA TORRE. ARRABALES. LA MERMA ONTOLÓGICA.

Pero sí es un día extraño. Cuerda no tiene muchas ganas de hablar. O sí, pero de lo que le parece. "Vamos al baño, que quiero enseñarte algo", me invita. Y yo le sigo, claro. En la mampara de la ducha me muestra un vinilo que reproduce el edificio en el que transcurre su nueva película, Tiempo después. Sobre el cristal, una mezcla de las Torres Blancas de Javier Sáenz de Oiza sobre la "corona de espinas" de la hoy sede del Instituto de Patrimonio Cultural de España, de Bonet y Valdés. "Me lo regaló el decorador. Vino una mañana y me lo plantó aquí", explica.

Su nuevo trabajo, que se estrena el 28 de diciembre, narra el futuro en el año 9177 ("milenio arriba, milenio abajo", como dice su voz en off al comienzo), cuando el mundo está dividido en dos: la humanidad se reparte entre el Edificio Representa­tivo y un suburbio de chabolas. En la imponente torre viven, entre otros privilegia­dos, el rey (de bastos), el alcalde, su secretaria, el conserje, una pareja de la Guardia Civil, dos barberos, un pastor con sus ovejas, un almirante de marina argentino y otros miembros de cuerpos de seguridad. En el arrabal habitan los parados crónicos, las mujeres y las minorías étnicas que, además, vuelan. La trama –sí, la hay– arranca cuando un parado quiere vender zumo de limón y no le dejan, porque si deja de ser parado "se desnatural­iza y se produce una merma ontológica".

3. NO PLAGIÉIS A FAULKNER.

Para seguir con la visita guiada, Cuerda me conduce al despacho y me muestra una foto de William Faulkner enmarcada en la que el autor aparece leyendo su libro Si amaestras una cabra. Parece muy orgulloso. También lo está con el calendario que le regalaron sus hijas con fotos de sus cuatro nietos. Después me enseña una imagen que le acaban de enviar por Whatsapp de unas calabazas. Cuando aún no existía Twitter, José Luis Cuerda ya fue capaz de viralizar frases como "alcalde: todos somos contingent­es, pero tú eres necesario", "un hombre en la cama siempre es un hombre en la cama" y, por supuesto, "calabaza, yo te llevo en el corazón". Le pregunto de dónde sale todo eso. Y él se remonta a su infancia: "Yo he tenido unos profesores modélicos. Pero el mejor era el de geografía en el instituto. Era un catalán que, los sábados por la mañana cuando daba su clase, nos miraba a todos sonriendo beatíficam­ente y decía: 'Realmente, mi señora es una perita en dulce".

"YO HE TENIDO UNOS PROFESORES MODÉLICOS. EN EL INSTITUTO HABÍA UNO QUE NOS DECÍA: 'REALMENTE, MI SEÑORA ES UNA PERITA EN DULCE"

4. EL SEMINARIO Y LA MEMORIA.

Vamos a la cocina a por agua y, mientras llena dos vasos, Cuerda sigue rememorand­o: "Hoy me he puesto muy contento antes de que llegaras, porque me he acordado de algo de hace 50 años y lo he hilvanado todo… pero ahora se me ha ido", confiesa sobre su despiste. Pero enseguida vuelve: "Ah, sí, yo tenía unos amigos en Albacete, tres hermanos, que un día me dijeron que se iban al seminario, y yo pensé que sin ellos me quedaba sin amigos. Además, a mí me gustaba una niña que se llamaba Rosa Mari, pero me daba vergüenza decirle: 'Rosa Mari, me gustas'… así que pensé que la solución era irme también". Y se fue. Continúa su evocación: "Hace poco hablé con el mayor de los tres hermanos, Agustín, y me dio una alegría… Le recordé anécdotas. Una sucedió en Hellín, donde había una balsa de cemento que tenían para tratar el esparto y, aunque estaba llena de cieno en el fondo, allí nos bañábamos. Un día uno se tiró de cabeza y se quedó clavado, sólo se le veían las piernas. Le sacamos como pudimos y no se ahogó de milagro. Así que le estaba contando esto a Agustín, diciéndole: '¿no te acuerdas de aquello?' Y él: '¡cómo no me voy a acordar, si era yo!'. Y a su hermano Pedro Luis un día le dio una peritoniti­s al terminar la misa. Se tiró al suelo y empezó a gritar: '¡Traedme un médico, traedme dos médicos, traedme tres médicos…!".

5. LA MEMORIA FRITA.

La memoria es muy caprichosa. Uno a veces recuerda mejor lo que hizo hace años que lo que ha desayunado. Cuerda no es una excepción, así que cuando tiene recuerdos nítidos, los escribe. La idea es editar un libro que se llamará Memorias fritas, en el que contará su vida. Al estilo Cuerda, como no puede ser de otro modo. Un prodigio de ingenio, heredero de Unamuno, Quevedo o Gómez de la Serna, pero también de Groucho, de Gila, del humor manchego. Sus inteletos, que es como llaman en Albacete y alrededore­s los ingenios, son fruto de una vida larga y un humor ancho. Cuerda, el director con fama de protestón en los rodajes ("con Tiempo después me dejé la vida… pero me lo pasé muy bien"), en corto se desvela como un hombre afable, generoso y también gamberro y socarrón ("¿Sabes que das más alta que en fotos", me dice tras googlearme, y lo remata con un "Qué pequeñaja eres, qué graciosa"), pero reconoce que últimament­e anda algo huraño. "El otro día mis hijas me sentaron aquí –dice de nuevo en el salón–, como en el tribunal de la Santa Inquisició­n. Y me pusieron a caldo. Dicen que no hago una vida normal, que antes salía mucho, que quedaba con los amigos y era un tío divertido, pero que ahora estoy hecho un muermo". Lo lamenta, pero sabe que están pendientes y que en realidad tienen razón ("Lo mejor que he hecho en mi vida han sido ellas. Bueno, la microscópi­ca intervenci­ón que yo tuve en el asunto", bromea). Le sugiero que lo de salir más tiene arreglo. Y me contesta: "Vale, ¿nos fugamos?".

6. UN BAR. UN ZORRO. LA LUZ.

Cuerda, además de escritor, guionista, productor y director, también es bodeguero desde 2002, cuando rehabilitó un caserón del siglo XV en Gomáriz, en el Ribeiro del Avia, que cada año da su prodigioso Sanclodio. Pero ya no bebe vino, sólo lo cata. También dice que ahora va poco a Galicia porque no conduce, aunque sigue saliendo a caminar ("Tengo muchos bastones, luego te los enseño") y a hacer fotos ("Me gustan los desconchon­es de las paredes"). Hace poco, continúa, estaba paseando por el campo y se encontró un animalejo comiendo bajo un árbol. Cuando lo enfocó con la cámara, se dio cuenta de que era un zorro. Así que en vez de hacer la foto, "me salió el dueño que llevo dentro y lo espanté", se ríe. Antes de despedirno­s le pregunto por esa inquietud suya con el futuro: ¿Tiempo después… pero de qué? "El tiempo después lo que conlleva es este tipo de disparates", explica, esta vez en un bar al lado de su casa, con la servilleta anudada al cuello y comiendo una ensalada. "¿Por qué no va a existir el disparate? Abundante, además. Florido. Con muchas cosas dentro, de una gran complejida­d". No hay nadie más cuerdo que Cuerda. Remata diciendo que para Tiempo después ha escrito la mejor frase de su vida: "Al final de la película digo que todo se ha ido a hacer puñetas, pero que en cualquier caso parece que el mundo ha cogido un camino que no está mal, porque la gente hace cuatro comidas al día, incluyendo una merienda, que se hace el amor con mucha frecuencia y con gran placer, y que todo es gratis… Bueno, todo menos la luz. ¿A que es la mejor frase que he escrito nunca?". Y antes de que me dé tiempo a responder, sale por la tangente: "Por cierto, ¿qué quiere decir GQ?".

"¿POR QUÉ NO VA A EXISTIR EL DISPARATE? ABUNDANTE, ADEMÁS. FLORIDO. CON MUCHAS COSAS DENTRO, DE UNA GRAN COMPLEJIDA­D"

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