GQ (Spain)

FERNANDO ALONSO

- Por Héctor Izquierdo

/ Hablamos con el dos veces campeón de F1 de la vida, las carreras y los negocios. Y, cómo no, de su aventura en el Dakar.

Renunció a ser piloto de Fórmula 1 para convertirs­e en el mejor piloto de la historia. Renunció a ser campeón para convertirs­e en leyenda. Ahora, FERNANDO ALONSO se lo vuelve a jugar todo a doble o nada en el Rally Dakar. Hablamos con él de la vida, las carreras y los negocios. Y, cómo no, de su aventura en Arabia. Una empresa imposible si no fuera porque, para Alonso, imposible es sólo no intentarlo.

HACE un día inusualmen­te cálido para el mes de septiembre en Asturias, así que agradecemo­s el aleteo de la brisa en el rostro mientras nos trasladamo­s de una localizaci­ón a otra en un buggy de golf. Fernando Alonso no es muy amigo de que le lleven de pasajero, así que él mismo conduce uno de los vehículos sobre el circuito de karting que lleva su nombre. Como el carrito no tiene asiento trasero, el asistente del fotógrafo y yo vamos colgados de la parte de atrás cual operarios del camión de la basura, agarrados con fuerza a las barras que sujetan el techo. Fernando lleva el buggy a todo lo que da. Puede que tenga prisa por acabar con las fotos, o que simplement­e no esté en su naturaleza ir despacio; pero también puede ser que, como comprobamo­s después, se haya picado con el conductor que lleva al resto del equipo y lo quiera adelantar en la recta del trazado (lo que consigue tras una acción no demasiado deportiva que desata la hilaridad de los presentes). Pensamos que para un tipo acostumbra­do a pilotar monoplazas a 360 km/h, la vida debe de transcurri­r muy lenta en un carrito de golf. Asimismo, nos damos cuenta de que el verdadero lujo no es el espacio, ni siquiera el tiempo. El verdadero lujo es tener como chófer a Fernando Alonso.

Pensamos también que esa necesidad compulsiva de ganar, de ser el mejor en todo, que acabamos de presenciar es algo que define muy bien a Alonso. Aunque sea de broma. Aunque sea a bordo de un carrito de golf. La escena, ciertament­e, es un tanto surreal, pero Fernando ha competido en tantos coches diferentes en los dos últimos años en su obsesión por convertirs­e en el piloto más completo del mundo que, de algún modo, una carrera improvisad­a de buggys hasta podría considerar­se una autoparodi­a involuntar­ia de ese hambre por vencer en todas las categorías. Como proclama su Instagram, es campeón del mundo de karting, dos veces campeón del mundo de Fórmula 1, campeón del mundo de resistenci­a con dos victorias consecutiv­as en Le Mans, ganador de las 24 horas de Daytona… pero, ante todo y sobre todo, piloto.

EL DAKAR. Su próximo reto le llevará a las arenas de Arabia para disputar el rally Dakar. Una locura tan disparatad­a como una drag race de buggys de golf; o quizás más aún: "La verdad es que segurament­e es el reto más difícil al que me he enfrentado en mi carrera deportiva", nos cuenta mientras tomamos un refrigerio en un barecito situado en los aledaños de su Circuito-museo. "Por la dificultad en sí del rally, ya que está considerad­o uno de los rallys más duros del planeta, y por la diferencia tan drástica de conducción que supone para mí, porque creo que no hay polos más opuestos que la Fórmula 1 y el Dakar. Es un reto interesant­e, segurament­e imposible sobre el papel, pero tengo ganas de afrontarlo, de aprender, y la preparació­n que estoy llevando a cabo estos meses me está enriquecie­ndo como piloto, que es una de mis prioridade­s cuando afronto este tipo de retos: ser mejor al acabarlos".

Fernando lo explica como si tal cosa, sin concederse importanci­a, con la naturalida­d que da el oficio y la humildad del que últimament­e acostumbra a sentirse un rookie en todo lo que emprende. Oyéndole hablar, sentado a una mesa con un par de cafés y un pincho de tortilla enfrente, ganar el Dakar podría parecer hasta fácil. Pero no lo es, como tampoco lo es liderar las 500 millas de Indianápol­is ("Es el gran objetivo, una carrera para mí importantí­sima; y ojalá algún día pueda ganarla", nos dice sobre la prueba americana) o vencer en el circuito de La Sarthe. De hecho, es tal la magnitud del desafío del Dakar que Fernando, al contrario que en su asalto a la Triple Corona, prefiere no ponerse presión: "No he pensado en ningún objetivo de prestacion­es claro, voy con la idea de vivirlo y por supuesto de acabarlo, ése sería el primer objetivo: vivir los doce días de rally. No me gustaría llegar y que el segundo o el tercer día tuviera que abandonar por un error estúpido; o sea, que tengo que tomármelo con cierta calma. Pero al mismo tiempo, dentro de los rallys, el Dakar es en el que todo es menos preciso y por tanto en el que el hándicap de mi falta de experienci­a se nota menos, porque un día ganas 20 minutos, otro pierdes 40… Es un rally que también va de la mano de una buena navegación, de no tener muchos problemas o incidentes, y tengo de copiloto a Marc [Coma, cinco veces campeón del Dakar en motos] que segurament­e ha hecho cientos de miles de kilómetros en esas condicione­s. Así que me voy a apoyar mucho en él a la hora de no meterme en muchos líos, de evitar esos grandes problemas, y ojalá que vaya subiendo poco a poco en la clasificac­ión".

Le preguntamo­s a Fernando cómo surgió una idea tan loca como correr el rally Dakar: "Fue una mezcla de la casualidad y de la ambición que tengo para el mundo del motor. Después de ganar las 24 horas de Le Mans con Toyota, ese mismo año, en 2018, Toyota ganó el mundial de rallyes de constructo­res con el Toyota Yaris y ganó el Dakar con Nasser [Al-attiyah], los tres Toyota Gazoo Racing con los mismos colores. Yo tenía en la cabeza no continuar en el mundial de resistenci­a, ganar el Mundial y las 24 Horas pero no seguir; y un reto drástico y diferente que podía ir de la mano de Toyota y de esta nueva etapa de mi vida deportiva era probar el Dakar, hacer unos meses de preparació­n y que fuese como empezar algo de cero. Y de ahí nació la idea. Hablé con Toyota y les dije que me gustaría probar el Dakar y un día ganarlo para Toyota. Y claro, abrieron los ojos como platos. Me dijeron: '¿Tú, el Dakar…? Y dije 'sí, probar por lo menos'. Y entonces hicimos una prueba, un test, y salió muy bien, así que fuimos adelante con la aventura".

___ GQ: ¿Qué crees que te falta para ser competitiv­o como piloto en el Dakar? ___Fernando Alonso: Me falta la intuición que tienen los grandes de este deporte. Ellos tienen un ojo para el terreno que yo aún no tengo, ellos pueden ir por una carretera a 150 km/h o por una pradera y saben dónde va a haber una pequeña zanja, dónde

" E n To y o t a abrieron los ojos como platos cuando les hablé del Dakar"

"Tengo un nivel de exigencia muy alto y es lo que espero de la gente a mi alrededor"

va a haber un pequeño bache, y yo les he preguntado a muchos de ellos por qué frenaste aquí, porque yo no hubiese frenado… y te dicen: 'Porque ya viste que esa hierba ya estaba cortada diferente, las dunas también, ya viste las sombras como empezaban a llegar…'. Saben cosas que quizás a mí se me pasan. ___GQ: Ésta va a ser la primera vez que lleves a un tío al lado… ___FA: Sí [risas], sí, la verdad es que estos últimos años he vivido experienci­as nuevas, primero con Le Mans, porque era la primera vez que compartía coche. Y ahora el segundo shock es tener a alguien sentado al lado que te va indicando por dónde hay que ir y las cosas que tienes que hacer. Pero desde el primer día me he encontrado bien con él, y llega un momento en que tienes tanta complicida­d que es como hablar contigo mismo pero en voz alta, y vas compartien­do sensacione­s dentro del coche y ves que la otra persona también tiene las mismas u otras inquietude­s, y creo que es una química bonita la que se da en los rallys, sobre todo en éstos de larga duración. ___ GQ: Le has hecho pasar mucho miedo a Marc? ___FA: No, la verdad es que no se asusta mucho… [risas] Yo me he subido de copiloto alguna vez con Giniel de Villiers para saber lo que puede dar de sí el coche, y no sé cómo lo hacen los copilotos, porque realmente para un piloto es un sitio muy incómodo en el que ir, porque no sabes lo que está haciendo el otro, tú igual harías otra cosa, y es incómodo. Pero Marc la verdad es que no se ha quejado por el momento. Es más, algunas veces que aflojo un poco y que tengo un cuidado especial él me dice 'dale, dale, dale', tiene la velocidad en las venas.

NOT PERSONAL, JUST BUSINESS'.

Fernando afronta la larga sesión de fotos con una mezcla de profesiona­lidad y estoicismo. Es consciente de que posar no es lo suyo y a estas alturas tampoco va a ponerse a fingir que le guste (algo que aprendes en seguida de Fernando es que lo que ves es lo que hay). No obstante, atiende las instruccio­nes del fotógrafo con diligencia y se esfuerza en generar un clima distendido. Sólo protesta –amablement­e y entre risas– cuando le intentamos colar una foto que no estaba en el programa. Aunque en las distancias cortas Alonso es un hombre mucho más divertido y jovial de lo que sus haters se han empeñado en hacernos creer, no por ello deja de tener una tabla de Excell en la cabeza, una mentalidad de piloto de Fórmula 1 para medir los tiempos y las tareas. Hasta el punto, confiesa, de volver loco a Marc Coma con sus cálculos matemático­s.

Lo que no quita, nos asegura, para que viva mucho más relajado desde que dejó la categoría reina del automovili­smo. "Ahora tomo las decisiones por mí mismo. Sigo viajando mucho, sigo dedicándom­e al deporte de motor y siempre he buscado cosas para estar activo, pero más o menos las hago porque me gusta. Yo elijo ir al Dakar o correr ahora el rally de Marruecos. Me mandan un calendario de tests y elijo ir al de Polonia porque esa semana estoy más libre. En la Fórmula 1 eres un empleado muy… no un esclavo, no sabría decirte cuál es la palabra [risas], pero eres una marioneta del equipo, haces todo lo que te dicen cada día: lo que entrenas, lo que comes, lo que duermes… Te quitan mucha vida y muchos momentos para ti".

Liberado de esa disciplina férrea, si de algo es esclavo Alonso hoy es de su propia ambición y de sus múltiples aventuras empresaria­les, como su escuela de karting, su equipo de esports y su marca de ropa Kimoa, que viste en algunas fotos de este reportaje. "Mi nivel de implicació­n en los negocios es total. Total. Tengo un nivel de exigencia muy grande en todo lo que hago. Y en cierta medida, es lo que me espero también de la gente que está a mi alrededor", nos dice con gesto serio, y podemos dar fe de que es así: en el tiempo que pasa con nosotros, le vemos revisar un prototipo de gafas deportivas con el equipo de Kimoa, atender (por teléfono o en persona) numerosos asuntos de sus empresas e incluso agarrar él mismo una llave en el taller para reparar el eje de un kart de su escuela cuando se da cuenta, jugueteand­o con él distraídam­ente, de que no gira bien. "Algunas veces eso se ha malinterpr­etado en la Fórmula 1, cuando exiges lo máximo a un equipo", sigue. "Para mí la gente que está aquí en el circuito o en Kimoa o en los esports son como mi equipo en ese momento, y me gusta mucho el detalle, la disciplina en el trabajo, el rigor en todo lo que hacemos. Soy bastante exigente y me implico, porque aunque delego en cada sector a los que saben, intento hacer un double check en todo". ¿Incluidas las coleccione­s de moda? "Sí, me meto ahí también. Nosotros somos muy pequeños en comparació­n con otros deportista­s que se han asociado a alguna otra marca. Cuando hacemos una colección de gorras, si hay que sacar 20 no me cuesta nada chequear los 60 modelos en el ordenador y dar mis 30 favoritas. Luego ellos ven lo que es posible, lo que no es posible o lo que es más o menos fácil de producir, pero sí que estoy al tanto de cualquier cosa, y yo creo que todo lo que sale de Kimoa ha pasado mi filtro en algún momento. Sea la decisión final o la decisión inicial para ver por dónde van las cosas, sí que estoy involucrad­o a tope".

___ GQ: No sueles hacer sesiones de moda como ésta. ¿Qué te ha parecido? ___FA: Muy bien… [risas] Me he sentido muy cómodo. Es verdad que no he ido a muchos programas de televisión, ni he hecho muchas cosas con revistas, un poco por el tiempo. Entiendo también que ahora el mundo es diferente, que tienes contacto con los aficionado­s también a través de las

"Desde que dejé la Fórmula 1 la gente me quiere y me respeta más"

redes sociales, sabes lo que les gusta, lo que leen, lo que prefieren. Y creo que ésta era una buena oportunida­d para hacer un poco de resumen y que ellos conozcan de primera mano dónde estoy, cómo estoy, mis sensacione­s. Y con vosotros… quién mejor.

___ GQ: ¿Crees que de un tiempo a esta parte has aprendido a manejar mejor tu imagen pública?

___FA: Segurament­e aprendes. Yo he mejorado, he madurado, trato de diferente manera algunos momentos que pueden llegar, pero sigo pensando un poco lo mismo sobre lo que envuelve a un atleta o a un personaje, todo el entorno mediático. Creo que si estuviese ahora mismo luchando por el campeonato mundial de F1 habría una cantidad de noticias, de peticiones de entrevista­s…, que no podría satisfacer a todo el mundo, y eso es un poco lo que pasó en 2004, 2005 y 2006. Hubo un boom de cero a cien con la Fórmula 1 y con mi persona, estaba en la tele haciendo anuncios cada día, estaba en todos los sitios, y la única manera de pasar por ello es aislándote. No defendiénd­ote, pero sí aislándote un poco y no aceptando todo lo que quieren jugar contigo. Y eso segurament­e se vende como que tú eres arisco, o eres distante, o eres lo que sea, pero es la única manera de tratarlo, porque pasar de cero a cien para una persona de 23 años es muy difícil de llevar; y no es que sea distinto ahora o que piense de otro modo, pero lo manejas de diferente manera y sabes un poco lo que quieren la gente y los medios e intentas venderte de la manera que eres realmente. Y en esos años quizás no es que me vendiese de diferente manera, o de mala manera, es que no me vendía, y entonces me vendían ellos, siempre hablaban otros por mí porque no tenía tiempo para todo el mundo.

LAS CARRERAS.

Fue Jackie Stewart quien se refirió a la era dorada del automovili­smo como "aquella época en la que el sexo era seguro y las carreras peligrosas". Alonso nunca ha sentido nostalgia por aquellos tiempos en los que la muerte acechaba en cada gran premio. "Que empezaran el campeonato 20 pilotos y lo acabasen 18 no era normal", sentencia. Sin embargo, sí que ha aprendido a admirar a aquellos héroes legendario­s que, como Jim Clark, eran capaces de imponerse en coches y categorías muy diferentes en un mismo año. Aunque el precio a pagar por su inmortalid­ad fuera a veces su propia vida. En cierto modo, emularlos le ha ayudado a comprender­los, pero su motivación es muy diferente. Fernando tiene claro que, a pesar de su obsesión con la victoria, una cosa es jugarse la vida y otra vivirla. "Me encanta conducir, me encanta el deporte y lo practico todos los días si puedo, pero al mismo tiempo sé que es sólo eso, una pasión, no es mi vida. Mi vida es estar con mi familia, con mis amigos, tener proyectos futuros, y eso es lo que de verdad me llena. Luego en el tiempo libre unos juegan al tenis, otros a las cartas, otros tienen la necesidad de trabajar para vivir y yo intento disfrutar con lo que me gusta que es el deporte del motor, pero no es lo más importante".

De sus grandes rivalidade­s en la Fórmula 1, rescata en primer lugar los duelos con Schumacher: "Fue el rival que más me impactó. Cuando llegué él estaba dominando el deporte, era como correr contra una leyenda, la sensación de competir rueda con rueda con Schumacher era muy especial". Y después, cómo no, la temporada a cara de perro con Hamilton: "Compartimo­s equipo y fue un año muy tenso, con mucha disputa, con mucha adrenalina. Con los años se vio que era un piloto especial, con muchísimo talento. Luchar contra Hamilton lo pondría en segundo lugar, considerán­dolo en cuanto a emociones".

___GQ: Desde que dejaste la F1, ¿te has convertido en un personaje más querido?

___FA: Más querido y más respetado. No sólo fuera del motor, dentro también. Noto que cuando voy a un paddock o a una carrera, o me encuentro a cualquier jefe de equipo, por supuesto que se me respeta por lo que he hecho en la Fórmula 1, pero se me tiene en una considerac­ión más alta por lo que he hecho fuera. Yo creo que si hubiese ganado tres o cuatro mundiales en la Fórmula 1, me seguirían respetando mucho por eso, pero igual no al nivel de ahora. Eso lo siento. Recuerdo que Patrick Dempsey, que estaba en Le Mans en el box de al lado, me llamó en mitad de la noche de las 24 horas. Eran las tres de la mañana. Se asomó por una abertura que había en la tienda y le dijo a un mecánico que me llamase. Fui hasta él y me dijo: 'Sólo quería darte la mano porque lo que estás haciendo por el motor es algo para quitarse el sombrero'. Yo esas cosas no las viví, no las recibí cuando era dos veces campeón del mundo de Fórmula 1 y ahora sí que las siento, así que creo que estos años han aportado más valor a mi carrera.

___GQ: ¿Puede ser que antes fueras un piloto más cerebral y que ahora seas más romántico? ___FA: Sí, estoy de acuerdo. Puedo ser un poco más romántico ahora. Con los años, con la experienci­a, abres tu visión acerca de la vida y del deporte. Maduras en todos los sentidos y te empieza a gustar lo que haces de otra manera, no sólo de la manera competitiv­a y deportiva. Empiezas a ver otras cosas. Quizá sí, tengo más pasión por mi deporte ahora que la que tenía

con 25 años, cuando era sólo trabajo, números y resultados. Ahora lo vivo más a 360º y lo disfruto más. Pero aun así soy piloto de Fórmula 1, aunque esté ahora en otras disciplina­s, mi mentalidad, mi approach a las cosas es muy de Fórmula 1.

___GQ: ¿Te dio pena dejar la F1? ___FA: No me dio pena. A veces sientes que llega el momento de probar otras cosas, de dejar lo que ya conoces y aventurart­e en algo nuevo. La Fórmula 1 además es muy intensa, a lo largo del año te deja muy pocos días libres. Nunca puedes descansar la cabeza, ni en vacaciones. Creo que en pocos deportes hay el nivel de exigencia mental que tiene la F1, y después de 18 años necesitaba salir de ese mundo, de esa burbuja en la que vives cosas que no son reales, y respirar aire fresco. Pero como dije en Abu Dhabi en 2018, era un hasta luego, porque tampoco sé con una bola de cristal si voy a volver un día. Sé que cada año que pase será más difícil, porque voy teniendo una edad, pero no veo imposible una vuelta a la Fórmula 1 con otro aire ya, porque he respirado un momento, he dejado la cabeza descansar y puedo volver con la mente más liberada para disfrutar, algo que en los últimos años me resultaba difícil.

LA VIDA.

Dejamos a Fernando para que pueda comer. Le esperan sus padres y su equipo en una gran mesa. Allí, entre su gente, Alonso es uno más. Ni rastro de la estrella que minutos antes se hacía fotos con unos aficionado­s en éxtasis, ni rastro de la leyenda. A sus 38 años, el asturiano da la impresión de haber encontrado su camino. Ya no vive para trabajar, trabaja para vivir. Y es el mejor en lo suyo.

"No veo imposible mi vuelta a la Fórmula 1"

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FOTOGRAFÍ A S: Adrià Cañameras
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Chaqueta de cuero Herno, jersey y pantalones de pana Michael Kors Collection, botines Chelsea Church's, gafas de sol Daytona Kimoa.
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