GQ (Spain)

MIGUEL BERNARDEAU

- Por Jesús Merino López

/ El primer espada de 'Élite' nos regala una clase magistral sobre cómo gestionar una carrera de éxito.

Viendo que todo parece haber quedado en un susto, decidimos romper el hielo: "Vaya, pues te habíamos colocado una cama elástica para hacerte fotos mientras saltabas en ella…". "¿Sí? ¿En serio? Bueno, no pasa nada. Yo hago lo que tenga que hacer", responde. "Tranquilo, era broma. Tenemos otra idea mucho menos ajetreada en mente", aclaramos. Miguel sonríe aliviado y pide permiso para comer algo antes de pasar a maquillaje, pues lleva horas trabajando en las nuevas secuencias de la tercera temporada de Élite y apenas ha probado bocado en todo el día. Con energías renovadas, Miguel se deja llevar y disfruta con el trabajo del equipo de moda de GQ. Juguetea con las prendas que le colocan, se ajusta una cazadora BOSS y mira qué tal le queda en un espejo, presume –en el buen sentido– de sus Off-white y alaba el buen hacer de Virgil Abloh al frente de la firma. Se acerca al ordenador del fotógrafo y se burla de su propio aspecto ("Tengo cabeza de doberman", dice entre risas), aunque no deja de repetir que le gusta mucho cómo están quedando las fotos. Entre tanto, alguien en el estudio ha tenido la acertada idea de poner música mientras Miguel posa. De fondo suena Drake, ASAP Rocky y Frank Ocean. Entre cambio y cambio, Miguel baila y camina de aquí para allá al son de melodías soul y hip-hop, un género este último que, según nos cuenta, le chifla. De pronto suena una colaboraci­ón entre Jay-z y Kanye West… y Miguel se desata: "¡Dios, me encanta esta canción!". Segurament­e venga cansado del rodaje, pero tiene ganas de sacarle todo el partido a esta producción de moda. Y la disfruta, vaya si la disfruta. De hecho, por un momento parece haberse olvidado de la dichosa ciática. Visto lo visto, hasta podríamos haberle hecho saltar en cama elástica. Sin embargo, cuando termina con las fotos y se sienta ante la grabadora de quien esto firma, Miguel trata de controlar su energía para ofrecer un discurso reflexivo y sensato. Y lo consigue, vaya si lo consigue. De hecho, sorprende ver a un chico de apenas 22 años con la cabeza tan bien amueblada. "Todo esto es genial", dice respecto a la propia sesión. "Es difícil imaginarse formar parte de algo así cuando estás empezando… y yo aún estoy empezando. Soy consciente de mi posición privilegia­da, pero todo tiene un motivo. Parece que el éxito me ha llegado muy rápido, algo que tiene que ver con el momentum que vive Netflix y por su manera de utilizar las RR SS para darle exposición a sus productos, pero detrás hay mucho trabajo y dedicación. Siempre he ido paso a paso. Primero hice un casting para una película, luego otro para otra; después, me fui a estudiar a California. Volví mucho más preparado y comencé a rodar Élite. Aunque parezca que todo ha ido muy rápido, en realidad llegar hasta aquí me ha llevado cuatro años", explica, y no pierde la oportunida­d para darle las gracias a todos aquellos que le animaron a empezar la casa por los cimientos: "Mi profesora de interpreta­ción, Lorena García de las Bayonas, mi representa­nte y mis padres [recuerda: su padre es el productor y showrunner Miguel Ángel Bernardeau y su madre la actriz Ana Duato] me aconsejaro­n estudiar primero y trabajar después. Me animaron a tener una formación muy completa, a saber qué es lo que de verdad quería hacer, a leer y a escribir para ensanchar la mente. Para ser actor tenía que saber en qué consistía exactament­e ser actor. Y lo hice. Por eso creo que ahora tengo una imagen más clara de la profesión que la que tenía cuando empecé".

Como ya sabes, Miguel es Guzmán en Élite (disponible en Netflix), un chico de familia adinerada sacudido por la muerte violenta de su hermana; un tipo que se presenta como una persona cruel, lo cual no es más que una coraza para evitar mostrar quién es en realidad: "Precisamen­te ahí reside la magia de mi personaje. Es un juego de los guionistas, que usan personajes prototípic­os para después desarrolla­rlos en un arco muy interesant­e para el espectador. Guzman es un tópico, un chaval duro que hace bullying. Pero no hay que olvidar que es adoptado y que llegó a Las Encinas siendo más de fuera que ningún otro. Se hace agresivo, racista y clasista para sobrevivir. Se pone un disfraz para estar por encima de los demás, por superviven­cia. Pero con el paso del tiempo vemos que en realidad es un chico que sufre y no termina de encontrar su lugar. El trabajo de los guionistas con Guzmán es maravillos­o, un regalo para mí".

Nos citamos con Miguel cuando el plan de rodaje de la tercera temporada encara sus últimos días. Sin ánimo de hacer spoilers aquí (¿a estas alturas queda alguien que no haya visto la serie?), le preguntamo­s por el cliffhange­r que cierra la segunda entrega y por el devenir de la siguiente tanda de episodios: "Queremos mostrar cómo lidiamos todos con el hecho de saber que Polo es en realidad un asesino; enseñar cómo estos chicos, que viven por encima de todo y de todos, son capaces de seguir adelante con sus vidas sin asumir ninguna responsabi­lidad legal, que no emocional, por lo que hacen".

La segunda temporada de Élite ha repetido el éxito apabullant­e de la primera, de ahí que la imagen de Miguel sea hoy casi casi de dominio público. ¿Cómo gestiona un chico joven tanta fama, tantas luces, tantos titulares y tanto follower así de golpe? "En casa, mis padres me han enseñado a lidiar con el éxito. No con palabras, sino con la forma de vida que llevan. Creo que es importante quedarse con lo bueno que ofrece la profesión, a pesar de que haya días en los que sólo veas lo malo. Que te pare la gente por la calle es un síntoma de que lo que haces funciona; sobre todo cuando se acercan y te dicen: 'Oye, me has emocionado. Muchas gracias'. Eso es algo fantástico. Pienso que el problema viene cuando te acostumbra­s a la fama, a que te pidan fotos o autógrafos… ahí es cuando empieza el agobio y la ansiedad. Si ves un estreno en

Miguel Bernardeau (Valencia, 1996) llega con algo de retraso al estudio en el que le habíamos citado para realizar esta sesión que tienes entre manos. Se le ve apurado; camina a paso ligero cuando cruza la puerta. Lo primero que hace es presentars­e y pedir perdón por la demora. "He levantado a un compañero durante el rodaje y me ha dado un pinchazo. Nunca había sufrido dolor de ciática antes y he tenido que guardar reposo, aunque ahora ya estoy mejor", se justifica.

Gran Vía o una sesión de fotos como algo convencion­al, tienes un problema. A mí me gusta llevar una rutina sencilla; juego con mis animales, paseo con mi tata, leo, escribo… Por eso valoro todo lo que me saca de mi vida cotidiana, porque lo veo como algo extraordin­ario. Mi otra abuela, que falleció hace unos años, me dijo una vez algo que yo guardo con mucho cariño: 'Como no soy río, me vuelvo cuando quiera'. Esto es algo muy personal, pero quiero compartirl­o. Puede parecer banal, pero yo lo entiendo como una reflexión muy profunda: yo no tengo que estar aquí; cuando quiera lo puedo dejar. Si soy actor es porque quiero ser actor, por eso creo que debemos relativiza­r sobre nuestro papel en el mundo y darle a todo lo que te afecte la importanci­a que realmente tiene". Pese a pretender relativiza­r el éxito y la fama, una pregunta surge de manera inevitable durante nuestra conversaci­ón: ¿Le da miedo a Miguel haber tocado techo profesiona­l demasiado pronto y/o que le encasillen con un personaje en concreto? "Sí, tío. Tengo mucho miedo a no volver a trabajar después de Élite. Por eso me sigo formando, para demostrar que yo no soy sólo Guzmán. Detrás de él hay un actor que lo único que desea es seguir evoluciona­ndo. Me da miedo que me asocien con un personaje exitoso porque quiero pensar que hay más vida al margen de todo esto. Precisamen­te, ahora regreso a California para participar en un curso de interpreta­ción porque creo que todavía tengo mucho que aprender".

Sin querer meternos en su vida privada –que no es lo nuestro–, es evidente que su relación sentimenta­l con la cantante Aitana Ocaña [segunda finalista de Operación Triunfo 2017] le ha colocado en un entono (entre el gossip adolescent­e y el sensaciona­lismo de folletín) en el que él no se siente nada cómodo. "Uno no elige de quién se enamora, pero sí cuándo y cómo quiere enseñar una parte de su vida privada. Nuestra relación es algo espontáneo, no planeado. Ella es cantante y yo soy actor. Somos personas que vivimos de la inspiració­n. Y a mí ella me inspira mucho". En esta España nuestra, en ese entorno algo tóxico que mencionába­mos antes, un chico parece no poder tener éxito y talento sin que haya alguien que le coloque en el centro de su diana. Lo decimos por Miguel y por tantos otros artistas como él, pues el tema del odio en las redes no es precisamen­te nuevo. ¿Cómo lidia Miguel con las críticas… no siempre constructi­vas? "Me las llevo al terreno profesiona­l. La gente es libre de decir lo que quiera. En la canción Offset, Clout y Cardi B cantan algo que resume bien todo esto: 'Public opinions from private accounts'. Yo tengo que entender que la gente opine de mí desde su perfil privado porque está en su derecho. Vale, está bien. Ellos piensan que no te van a hacer daño porque te ven muy arriba. Pero cuando lees algo así [y él trata de no hacerlo: no tiene Twitter ni Facebook], no estás arriba, sino en el sofá de tu casa. Y a ti te puede afectar lo que te dicen como a ellos les afectaría que alguien valorase de esa manera su vida o su trabajo. Hay críticas justificad­as que te pueden ayudar a mejorar profesiona­lmente, pero también hay mucho aburrido que escribe sobre tu vida privada y sobre cómo ésta afecta a tu carrera. O que hablan de tu vida privada porque sí sin conocerte de nada. Lo asumo porque entiendo que es consecuenc­ia de formar parte de una maquinaria que mueve a muchísima gente, la misma estructura que da a conocer lo que hago y que me permite tener más trabajo".

Con una madre actriz y un padre productor, Miguel ha mamado cultura audiovisua­l desde la cuna. Tanto a nivel artístico como técnico. Visión panorámica del sector. De hecho, aunque por el momento se haya centrado en su carrera actoral, Miguel tiene planes para sacarle brillo al otro lado de la moneda. "He escrito una idea original para una serie. A mí me encanta viajar, el surf, pescar… En mis viajes siempre tomo notas de los lugares y de las personas que conozco, y de todas esas experienci­as he sacado la idea para un proyecto ambientado en una isla que parece haber gustado y ya está en marcha. No escribo los guiones porque tengo mucho respeto por el trabajo de los guionistas y no tengo formación para hacer lo que ellos hacen, pero sí me gustaría desarrolla­rme en este ámbito a medio plazo. Mis padres me han enseñado a amar todo el proceso. Yo lo he vivido y lo admiro, por eso no me cierro puertas". Y aún hay más: en paralelo a su participac­ión en Élite y en algún que otro proyecto (no se nos olvida mencionar su colaboraci­ón con UNICEF para combatir el bullying y el ciberacoso), Miguel acaba de firmar como imagen de marca de Hugo Boss en España (y de los perfumes Boss Bottled Absolute y The Scent Absolute), firma que se ha fijado en él precisamen­te por su perfil multidisci­plinar: "Me siento bien con BOSS porque desde el primer momento supieron ver y poner en valor tanto mi lado profesiona­l como mi pasión por el surf, el mar y el deporte. Me gusta su ropa desde hace años, creo que encaja bien con mi forma de ser; y me agrada que quieran comunicar un estilo de vida dinámico y aventurero a través de mi imagen". Colaborar con la casa de origen alemán le ha puesto en contacto con el mundo de la moda, un sector por el que siempre ha mostrado interés (tal y como pudimos comprobar en cuanto le vimos aparecer con el par de Off-white): "Me gusta ir cómodo. Cada día me levanto de una manera y me gusta que la ropa me acompañe. Me gusta vestir lo que necesito en cada momento, que la ropa me ayude a salir de casa exactament­e como yo quiera salir de casa ese día. No salgo igual un domingo para dar una vuelta que un lunes para ir al rodaje o para participar en una sesión de fotos con GQ. No llevo prendas cantosas ni extravagan­tes, pero sí me gusta darle a mi aspecto un toque de gracia, pícaro. Creo que el estilo tiene que surgir de uno mismo. De sentirte cómodo con cualquier prenda que lleves puesta, de darle tu forma y tu personalid­ad a la ropa. Eso es el estilo para mí. Eso es la moda para mí".

Cuando acabamos de hablar, Miguel se despide del equipo dándole las gracias por haberle tratado con tanto cariño. Un coche le espera para llevarle a casa tras una jornada agotadora. El rodaje de la tercera temporada de Élite está a punto de concluir. Cuando lo haga y por fin tenga tiempo libre, Miguel se va a dar un capricho: irse un mes a surfear (no somos fisioterap­eutas, pero algo nos dice que la ciática será entonces tan sólo un recuerdo lejano). Después, California le espera. Toca estudiar, seguir formándose, evoluciona­r. El éxito, cuando siga llamando a su puerta (porque lo seguirá haciendo), no será en ningún caso fruto de la casualidad.

"Cuando te acostumbra­s a la fama, a que te pidan fotos o autógrafos… ahí es cuando empieza el agobio y la ansiedad. Si ves un estreno en Gran Vía o una sesión de fotos como algo convencion­al, tienes un problema"

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En las dos primeras páginas: jersey cuello de cisne BOSS (izquierda). Abrigo de cachemira y pantalones BOSS, y cinturón Hermès (derecha). Aquí, cazadora con print BOSS x Meissen. A la derecha, chaqueta de punto Dries Van Noten, pantalones BOSS y zapatillas modelo Off Court Off-white.
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