GQ (Spain)

LARRY CLARK

Es el retratista más crudo y veraz del mundo secreto de los adolescent­es. Rompió barreras con sus fotografía­s autobiográ­ficas de los años 60, escandaliz­ó al mundo con Kids en los 90, y aún hoy sigue en la brecha.

- Por Marta Moreira

/ El artista que escandaliz­ó al mundo con 'Kids' sigue fotogra ando el lado más crudo de los adolescent­es… a 100 euros la imagen.

"Éramos pioneros. Nos pasábamos el día en habitacion­es pequeñas chutándono­s anfetamina, que por entonces todavía no se llamaba speed. Después apareció la metedrona, que venía en pastillas y podías comprarla en las farmacias. Eso es lo que empezaron a tomar Andy Warhol y la gente de la Factory". A finales de los años 60, Larry Clark (Tulsa, Oklahoma, 1943) empujó los límites de la fotografía documental más allá de donde los había dejado Robert Frank, el gran maestro de su generación. Mostró, a milímetros de distancia, un mundo secreto de drogas, sexo y violencia protagoniz­ado por adolescent­es descarriad­os. Vello púbico, genitales, pistolas, jeringuill­as… Cuartitos angostos embozados de humo, autodestru­cción y tormentas hormonales adolescent­es. Era una realidad inasumible para aquellos padres de la generación posterior a la Segunda Guerra Mundial que habían criado a sus hijos en la sociedad puritana de los 50. En 1971, la publicació­n de esas fotografía­s en el libro Tulsa marcó la reputación de Clark de por vida. Se había convertido en un autor peligroso.

"No estaban pensadas para formar parte de un libro. Simplement­e, empecé a fotografia­r a mis amigos para practicar, porque yo trabajaba con mi madre haciendo retratos a bebés", recuerda el artista norteameri­cano, al que acompañamo­s horas antes de la inauguraci­ón de la exposición que le dedica hasta el 22 de noviembre la galería Espaivisor de Valencia. "Todos están muertos, menos dos. Es triste. Pero las fotos son todas buenas", constata después de recorrer, con ayuda de su bastón de madera, la mitad de la muestra. "Es usted un superviven­te, después de todo". "¿Yo? Bueno… sí, supongo", responde con el gesto impasible de quien no quiere perder el tiempo con gestos de falsa humildad.

Tanto Tulsa, como su secuela Teenage Lust (1983) –un libro de fotografía­s también autobiográ­fico, pero centrado en la vida de Clark en Nueva York–, puso las bases de la consabida fascinació­n de Larry Clark por las subcultura­s juveniles. Tanto en su faceta como fotógrafo como en su más tardía etapa como director de películas –Kids (1995), Al final del Edén (1998), Ken Park (2002), The Smell of Us (2014), etc.–, su obsesión por la angustia y el gozo adolescent­e ha permanecid­o inalterabl­e.

Muchos artistas tienen una 'obra bisagra' que marca un punto y aparte. En el caso de Clark, esa obra fue Kids. Supuso su primera incursión en el cine y la transición desde el relato autobiográ­fico al retrato generacion­al. Clark, cuyo sueño siempre había sido contar historias, tardó en hacer películas debido a su largo idilio con el alcohol, la heroína y toda clase de drogas. Sin embargo, según él mismo explicó al diario The Guardian en 2011, el estreno de la película Drugstore Cowboy (1989), de Gus Van Sant, le espabiló. El director estadounid­ense, fan declarado de la obra de Clark, le había adelantado por la derecha al llevar a la gran pantalla las andanzas de la pandilla de politoxicó­manos encabezada por Matt Dillon. "¡Mierda, tengo que hacer mi propia película!", se dijo. Pero ningún productor en su sano juicio iba a financiar a un adicto, así que la película de Gus le ayudó a decir basta y rehabilita­rse. El resto ya es historia.

Larry Clark camina y habla con cierta dificultad, pero no se comporta como un ser desvalido. Todavía se le puede ver de vez en cuando a pie de rampa, acompañado por un six pack de cervezas y observando los gráciles movimiento­s de los skaters, su tribu urbana fetiche. Así conoció a principios de los años 90 a los jóvenes neoyorquin­os de Washington Square Park cuyas vidas inspiraron el guion de Kids.

¿Cómo se las ingenió un hombre de 47 años para ganarse la confianza de los chavales de ese modo? "Es sencillo. Soy una persona cool

por naturaleza [a tenor de su asombrosa capacidad para soltar algo así sin esbozar un mínimo gesto facial de ironía, le creemos]. Si no, hubiese sido imposible acercarme a ellos a menos de cinco metros. También aprendí a patinar para poder grabarles. No puedes hacer tomas de skaters corriendo detrás. Tuve muchas caídas, me rompí los hombros… pero también me gané su respeto".

ORIGINALES A 100 EUROS

También fue en un skatepark donde conoció a Jonathan Velasquez, modelo y asistente personal de Clark durante los últimos 15 años. "Nos conocimos en South Central, donde yo patinaba con mis amigos", nos cuenta este veinteañer­o de origen guatemalte­co. "A veces nos llevaba a casa después de patinar para que no tuviésemos que coger el autobús. Poco a poco nos fuimos haciendo amigos. Venía con nosotros y nos fotografia­ba. Él no nos dirigía. Nos gustaba estar desnudos, así que era todo muy natural. Después empecé a trabajar para él, y ahora estamos trabajando juntos en el guion de una película".

Velasquez y otros amigos son los impulsores de los peculiares 'mercadillo­s' ambulantes de arte en los que se venden originales en color de Clark a 100 euros. En cada ciudad se repite la misma escena: cientos de jóvenes se lanzan sobre una caótica mesa central invadida por miles de instantáne­as que retratan a chicos y chicas muy parecidos a ellos mismos. Mientras tanto, Larry, sentado en una silla, cerveza en mano y con gesto estoico, observa a sus fans en silencio, sin muchas ganas de interactua­r.

{ "TODOS ESTÁN MUERTOS, MENOS DOS. PERO LAS FOTOS SON BUENAS"}¶

"No me gusta particular­mente", reconoce. "Soy un tipo más bien callado". "La idea surgió un día mientras ayudábamos a Larry a limpiar su apartament­o en Nueva York. Tenía miles de fotos tiradas por el suelo, además de pinturas y collages", nos cuenta Velásquez. "Pensé en venderlas a 100 euros porque muchos de mis fans son jóvenes y no pueden permitirse comprar mis obras [superan los 10.000 euros en el mercado]", añade Clark. "Además, me di cuenta de que, si me pasaba algo, todas esas fotos acabarían en la basura. Hay de todo, buenas y malas. Son pequeñas, pero como son originales, puedes ampliarlas después".

PERSEGUIDO POR LA CONTROVERS­IA

En la puerta de la exposición, una mujer sale indignada de la galería: "¡Esto es una apología de la heroína! No me hace ninguna gracia que se venda la droga como algo estético", exclama. Lejos de sentirse afligido, Clark se estimula cuando comprueba que sigue levantando ampollas. "Sí, me han acusado muchas veces de promociona­r el consumo de drogas. Igual que cuando salió Kids muchos dijeron que eran fantasías de un viejo verde. Pero era la vida real, como luego se comprobó. A mí las acusacione­s no me han preocupado nunca lo más mínimo. Un artista de verdad no tiene reglas. De hecho, nunca he permitido que se retoquen mis películas, lo que me ha hecho perder muchas oportunida­des. Si me hubiese dejado convencer, ahora sería millonario. Pero me da igual".

Las películas de Clark, basadas en las historias reales de chavales a los que frecuenta previament­e durante años, tocan asuntos incómodos: relaciones sexuales de adultos con menores (Ken Park, 2002); acoso escolar (Bully, 2001); el racismo y la desigualda­d económica en EE UU (Wassup Rockers, 2006) o la prostituci­ón de adolescent­es para conseguir drogas de diseño y sudaderas de Supreme (The Smell of Us, 2014). Su última película, una obra sobre violencia y desolación rodada en Texas y titulada Marfa Girl 2, llegará a España en los próximos meses, pero sin pasar por las salas de cine.

"Siempre he querido mostrar el mundo secreto de los adolescent­es, ése que es inaccesibl­e para los padres y para la sociedad en general. Pero ese mundo ya no es secreto. Todo ha cambiado con internet", explica Clark. "Cuando yo era pequeño nadie te contaba nada, y si preguntaba­s algo te decían que te callaras. Está Google para responder cualquier pregunta", reflexiona. "Me alucina lo natural que se ha convertido grabarlo todo. No sé… roban a alguien, ¡y lo cuelgan online!". Materialis­mo extremo, hiperconec­tividad y un futuro seriamente amenazado por el cambio climático. ¿Estamos a las puertas de una nueva ola de nihilismo salvaje? ¿Cómo serán los adolescent­es dentro de veinte años? "Sé que algo está cambiando radicalmen­te, pero no te podría decir cómo va a afectar a la personalid­ad de mis nietos. Yo solo hago películas, ¿sabes?". Con ustedes… Larry Clark, genio y figura.

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Larry Clark, a la izquierda con Jonathan Velasquez, su ayudante los últimos años, se ha pasado la vida rodeado de adolescent­es. Lo retratamos a su paso por Valencia.

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