Una explosión de talento
MICHAEL KIWANUKA es ya uno de los cantautores más aclamados de la música inglesa… pero no esperes de él baladas románticas.
El caso de Michael Kiwanuka es algo excepcional. En siete años ha conseguido convertirse en un cantautor de éxito, siendo como es un artista que no discurre por los cauces de lo convencional. Un autor mainstream que no es fácil ni previsible. La etiqueta que le acompaña acarrea conceptos como folk, psicodelia y soul. Su sentido melódico lo acerca al pop; pero, al final, Michael Kiwanuka es él y nada más que él mismo. Un hombre con una visión y una voz emotiva y honesta para comunicarla. Love & Hate (2016) dejó el listón bien alto. Bajo la batuta del mago sonoro Danger Mouse, Kiwanuka se desmarcó del sonido puramente acústico de su debut, Home Again (2012), y creó un disco que expandía sus posibilidades de una manera cósmica. La apuesta le salió bien. Hubo un éxito rotundo, Black Man in a White World, que iba más allá de la exuberancia musical –el disco abría con un tema de nueve minutos de duración– e imprimía un tono de protesta a su estilo. "La música negra ha ido ganando importancia en los últimos tiempos", declaraba recientemente el artista. "Desde 2014 en adelante se ha convertido en la más relevante manifestación de la cultura popular. Los álbumes también han empezado a cambiar, y pienso que es porque hay gente creando música perdurable, quizá para contrarrestar el creciente efecto que tiene la cultura del usar y tirar en la que vivimos".
UNA PARTE DEL BRILLO COLECTIVO
Kiwanuka (Universal) figura ya entre esos discos en cuyo interior convive el deseo de alzar la voz y de hacer algo trascendente, el impulso experimental y la presencia de canciones que conecten con el público. Kendrick Lamar, Kamasi Washington, Brittany Howard, Janelle Monáe, Laura Mvula. Michael Kiwanuka pertenece a esa explosión de talento negro que crece empoderado porque los tiempos así lo exigen. Kiwanuka, un álbum que apuesta por la identidad del individuo como herramienta revolucionaria, sin duda aportará fuerza y talento a ese brillo colectivo. "He asumido que lo que me hace diferente de otros artistas es lo que me hace único. Mis artistas favoritos son únicos, no se parecen a nadie y ése es el secreto por el cual su música trasciende y es disfrutable en cualquier época". A Kiwanuka le gustan por igual Nina Simone, Tame Impala y John Lennon. Su nuevo disco comparte con ellos el deseo de ir más allá. De sangre ugandesa –su familia huyó de su país durante la dictadura de Idi Amín–, nació y creció en Londres. Su apellido resultaba demasiado complicado para los blancos. Por eso ahora es el título de su nuevo álbum, un ejercicio de reafirmación cuando el populismo exhibe su peor rostro, ya sea en forma de Brexit o de muro. "Este disco refleja cómo me veo a mí mismo y cómo nos vemos todos a nosotros mismos bajo esta enorme presión de ser lo que otros quieren que seamos". Que suene la música, pues.