New Times. Old Times.
A FINALES de los años 70, Miami se convirtió en el último gran refugio de la gente mayor que viajaba a sus hoteles y se alojaba en sus casas art déco buscando una suerte de retiro dorado. Por esa razón, la ciudad se llenó de trajes perfectos y anchos, de sandalias, de camisetas de tirantes del color de la yema tostada. En aquella época, la estética de Miami era otra completamente distinta. La sesión con el actor Jack Dylan Grazer estaba prevista justo en lo que fue ese entorno y el contraste nos pareció curioso, pero acertado: una de las jóvenes estrellas que representa la modernidad y la diversidad en Hollywood recordando, precisamente, todo lo contrario. Así que decidimos darle un ligero aspecto a todo esto, recurriendo a lo retro sin nostalgia. Jack Dylan aparece vestido como si fuera uno de aquellos señores de los 70, pero con ropa 100% actual (ejemplo de que la industria vive un eterno retorno a Ítaca), y nos habla de cómo la diversidad y la sensibilidad –por qué no– tienen un lugar en el cine, las series y las mentes de las nuevas generaciones.
A partir de ahí, tiramos del hilo: moda que recuerda al mejor Jagger; una colección de que son actuales pero podrían ser de cualquier década; ídolos de los 80 como Ralph Macchio, revivido gracias al fenómeno
Ozzy (que es de cualquier tiempo); un viaje por una de las pocas fábricas de vinilos que quedan en Europa; el joven músico Shawn Mendes, recuperando una clara estética retro; o Brandon Cronenberg reivindicando, y expandiendo, que bien podría considerarse de otra época.
El papel por el que Jack Dylan ha estado en boca de todos en los últimos meses, gracias a la primera serie del director Luca Guadagnino es peculiar e interesante: un joven que se busca a sí mismo y acompaña en la búsqueda a otros como él, pero en un contexto diferente y acorde a los tiempos, lleno de diferencia y diversidad. Lee poesía, se interesa por la moda, renuncia a etiquetar a nadie –tampoco a sí mismo– con clichés, vive la identidad y la estética de forma libre. Cuentan los silencios, cuentan los errores, los detalles, importa el sentirse y no el parecer. Es, sin duda, un pequeño aliento de esperanza en un mundo que parece cada vez más polarizado, agrio y extremo.
Al final, todas estas cosas de las que hablamos están en el origen, porque las cosas importantes siempre han sido las mismas cosas importantes. Nuevos tiempos, viejos tiempos... al final todos buscamos lo mismo. Que nos quieran, ser honestos, avanzar para ser