GQ (Spain)

CARTA DEL DIRECTOR

- Daniel Borrás

LA VIDA ES lo que nos queda por vivir, el camino hacia adelante. Es, como decía Umbral, "penetrar en lo que ignoras". Quiero pensar que nuestra fascinació­n por la juventud –las nuevas caras, los discursos a estrenar– tiene mucho que ver con esta idea: sólo ella tiene la llave del día siguiente. La juventud ya tiene suficiente­s cosas –la luz, cierta arrogancia, toda esa belleza inservible–, así que no vamos a pedirle también lógica; nos gusta lo nuevo porque los impulsos no piden permiso y se nota en la piel. Y eso está bien.

Zendaya es la nueva estrella global de un Hollywood que, aunque a veces vive de cierta mirada atrás, muchas veces complacien­te, inevitable­mente termina por crear referentes nuevos. Y en este caso uno mucho más importante de lo que podamos pensar: una mujer joven, racializad­a, comprometi­da, valiente. Domina el mundo, es verdad, pero lo hace desde un lugar casi inédito. Quizá ésa sea la clave de la fascinació­n por la juventud, por las generacion­es nuevas que están comenzando a entender la vida fuera de los clichés que a nosotros todavía nos atan. La generación Zendaya, los fans de Euphoria, los locos del universo Marvel y el público de Netflix, no entienden la vida sólo como una única escalera hacia arriba. Relativiza­n el éxito, no tienen prejuicios, abrazan la diversidad, son más honestos con lo que les duele, se sienten cómodos construyen­do un mundo más justo. Puede sonar a optimismo olímpico, sí, pero es que aquí preferimos confiar en los otros.

Así que Zendaya nos parecía perfecta para contar, precisamen­te, que vivimos tiempos difíciles pero con aspiración a ser mejores. En un mes, el de marzo, en el que celebramos el Día Mundial de la Mujer, momento de reflexiona­r y luchar –porque no es lo mismo luchar que no hacerlo, no es lo mismo gritar en lo que crees que gritar hacia dentro– por un mundo más justo para todos y todas. Sólo hay un bando posible en el que estar, y los hombres tenemos mucho que ver en el cambio. No vamos a hablar del papel de una revista masculina en todo este proceso necesario, al menos no aquí y no ahora, tampoco vamos a hacer explícito un mensaje que ya hemos dejado claro que defendemos ni a abanderar una celebració­n que sólo merecen ellas. Lo único cierto es que en GQ intentamos contar las grandes historias de los hombres y mujeres que nos inspiran. Grandes historias como la de Zendaya, la cantante Nathy Peluso o la fotógrafa Ángela B. Suárez en este número, por ejemplo.

Va a quedar rarísimo, en este alegato a favor de lo nuevo, meter una cita de un grupo con tanto tiempo como Dead Can Dance, pero tienen una canción que habla, precisamen­te, de cómo ciertas actitudes nos llevan al error y no tenerlas hubiera sido mucho mejor para todos. "Fue el temor el que nos dejó en este estado. ¡Qué suerte quien no lo posee!", cantan. Es que es justo eso: qué suerte quien no tiene prejuicios ni teme al cambio. Y no hay cambio sin un poco de lucha, aunque no sea fácil. Sin temor, o eso dicen, no hay batalla.

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