CARTA DEL DIRECTOR
LA VIDA ES lo que nos queda por vivir, el camino hacia adelante. Es, como decía Umbral, "penetrar en lo que ignoras". Quiero pensar que nuestra fascinación por la juventud –las nuevas caras, los discursos a estrenar– tiene mucho que ver con esta idea: sólo ella tiene la llave del día siguiente. La juventud ya tiene suficientes cosas –la luz, cierta arrogancia, toda esa belleza inservible–, así que no vamos a pedirle también lógica; nos gusta lo nuevo porque los impulsos no piden permiso y se nota en la piel. Y eso está bien.
Zendaya es la nueva estrella global de un Hollywood que, aunque a veces vive de cierta mirada atrás, muchas veces complaciente, inevitablemente termina por crear referentes nuevos. Y en este caso uno mucho más importante de lo que podamos pensar: una mujer joven, racializada, comprometida, valiente. Domina el mundo, es verdad, pero lo hace desde un lugar casi inédito. Quizá ésa sea la clave de la fascinación por la juventud, por las generaciones nuevas que están comenzando a entender la vida fuera de los clichés que a nosotros todavía nos atan. La generación Zendaya, los fans de Euphoria, los locos del universo Marvel y el público de Netflix, no entienden la vida sólo como una única escalera hacia arriba. Relativizan el éxito, no tienen prejuicios, abrazan la diversidad, son más honestos con lo que les duele, se sienten cómodos construyendo un mundo más justo. Puede sonar a optimismo olímpico, sí, pero es que aquí preferimos confiar en los otros.
Así que Zendaya nos parecía perfecta para contar, precisamente, que vivimos tiempos difíciles pero con aspiración a ser mejores. En un mes, el de marzo, en el que celebramos el Día Mundial de la Mujer, momento de reflexionar y luchar –porque no es lo mismo luchar que no hacerlo, no es lo mismo gritar en lo que crees que gritar hacia dentro– por un mundo más justo para todos y todas. Sólo hay un bando posible en el que estar, y los hombres tenemos mucho que ver en el cambio. No vamos a hablar del papel de una revista masculina en todo este proceso necesario, al menos no aquí y no ahora, tampoco vamos a hacer explícito un mensaje que ya hemos dejado claro que defendemos ni a abanderar una celebración que sólo merecen ellas. Lo único cierto es que en GQ intentamos contar las grandes historias de los hombres y mujeres que nos inspiran. Grandes historias como la de Zendaya, la cantante Nathy Peluso o la fotógrafa Ángela B. Suárez en este número, por ejemplo.
Va a quedar rarísimo, en este alegato a favor de lo nuevo, meter una cita de un grupo con tanto tiempo como Dead Can Dance, pero tienen una canción que habla, precisamente, de cómo ciertas actitudes nos llevan al error y no tenerlas hubiera sido mucho mejor para todos. "Fue el temor el que nos dejó en este estado. ¡Qué suerte quien no lo posee!", cantan. Es que es justo eso: qué suerte quien no tiene prejuicios ni teme al cambio. Y no hay cambio sin un poco de lucha, aunque no sea fácil. Sin temor, o eso dicen, no hay batalla.