GQ (Spain)

Vuelven los GQ Global Creativity Awards

- Daniel Borrás HE AD OF EDITORIAL CON TENTGQ ESPAÑA

PIDIERON UN dibujo en clase de religión y yo les hice a Carlos Jesús, el mesías que salía en la tele y venía de un planeta eléctrico. También leyeron un poema de Gloria Fuertes, donde describía a un animal inventado, y yo lo recreé como una quimera con tres ojos hipermuscu­lada. Dibujo técnico: por favor, hagan el teclado de un ordenador, para aprender a hacer la perspectiv­a de las teclas… Yo hice una Super Nintendo. En música pidieron que grabásemos una pequeña canción y yo hice un remedo de megamix del Máquina Total. Incluso en una clase de historia, un trabajo sobre los orígenes de la ciudad lo terminé entregando en formato cómic.

En todas las clases que tuve, digamos, entre los 10 y los 14 años, jamás cumplía con los parámetros que me daban para hacer el trabajo. Había una intención clarísima —que uno solo entiende años después— de ir a la contra de manera forzada, de ser rebelde porque esa era la tribu en la que quería estar. También había, y eso tampoco lo veía uno de inicio, cierta necesidad de expresar unas ideas que ese sistema constreñía. Haced todos el mismo dibujo…, pero no era visceralme­nte posible cumplir con eso. Supongo que, de alguna forma, era la demostraci­ón de cierta creativida­d soterrada.

Toda esta anécdota sentimenta­l aparece porque este es el número destinado a los Global Creativity Awards, una gala de premios que tendrá lugar en Nueva York en abril y que, por primera vez, tendrá su propia versión satélite en España durante el mes de mayo. Una ocasión diferente para celebrar algo muy complicado de conseguir y, por eso mismo, merecedor de reconocimi­ento: cómo una idea brillante puede cambiar el mundo. Ideas creativas que abren camino, que rompen muros, que cambian costumbres. Cantantes, actores o deportista­s que trasciende­n sus profesione­s creando más allá, inventado cosas no inventadas, abriendo sus propias puertas.

Dicho de otra forma, la cultura de hoy la están creando (y cambiando) los talentos que son multidisci­plinares, los que expanden sus alas, los que no se conforman con aportar la idea que les piden —ese dibujo igual al de toda la clase— sino que quieren aportar una segunda y una tercera y ya están pensando en que tal vez una cuarta no estaría mal del todo. ¿Pero Lewis Hamilton no es solo un piloto de Fórmula 1? Hamilton ha invertido ideas en música, en líneas de ropa, en justicia social. Hunter Schafer comenzó como activista en defensa del movimiento trans, cuando apenas era una adolescent­e, después triunfó en la tele, ahora en el cine. J Balvin fue uno de los primeros artistas latinos en transgredi­r todas las normas lógicas de su supuesto género, e hizo del reguetón una música universal, pero también mestiza y elaborada; además, tiene hasta sus propias Air Jordan.

Que nadie piense que el inicio personal de este texto quiere decir que aquí somos todos unos creativos dignos de premio, no va por ahí. Celebrar la creativida­d resulta muy importante porque es, de alguna forma, defender esa idea que tiene uno cuando es un niño y no tiene miedo de cambiar las cosas y hacer más de lo que le piden porque le sale, de alguna forma, natural. Luego nos ahogamos en el miedo (qué suerte quien no lo posee) y creemos que es mejor estar encajonado­s. Y otra cosa aún más importante: la creativida­d son ideas, las ideas cambian las cosas. Cambiar, lo nuevo, lo diferente, es un territorio en el que GQ se mueve a la perfección, absolutame­nte feliz de vivir ya en el futuro que todos acabarán pisando.

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