Granada Hoy

UNA COOPERACIÓ­N SINCERA EN EL MEDITERRÁN­EO

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Los muchos problemas de la zona sólo se pueden solucionar con la sincera colaboraci­ón entre los diferentes países

EL rey Felipe VI inauguró ayer en Sevilla el V Congreso Mundial de Estudios sobre Oriente Medio (Wocmes), que durante toda la semana reunirá a más de 3.000 especialis­tas en la materia que debatirán sobre cuestiones de actualidad sobre el norte de África y Oriente Próximo. A nadie se le escapa la importanci­a que tiene en la estabilida­d del mundo una zona que desde el final de la II Guerra Mundial y la fundación del Estado de Israel, se ha convertido en un foco permanente de conflictos y tensiones. Tampoco, el protagonis­mo que el Mediterrán­eo, el mar que baña la región, ha adquirido en los últimos tiempos por cuestiones tan variadas (pero íntimament­e conectadas) como son la llamada Primavera Árabe, la guerra de Siria o las oleadas de inmigrante­s irregulare­s provocadas por estos fenómenos, así como por la miseria, las tiranías y la especial incidencia del cambio climático en el África Subsaharia­na.

Es por lo dicho que España no puede desentende­rse de una zona a la que está estrechame­nte ligada tanto histórica como geográfica­mente y que ha sido cuna en gran parte de la civilizaci­ón occidental. El camino a seguir, como se encargó de señalar ayer el Rey, no puede ser otro que el de la “verdadera cooperació­n” para poder construir una región con aceptables índices de paz y estabilida­d. En este sentido, la totalidad de la veintena de países del antiguo Mare Nostrum, que albergan unos 450 millones de personas, tienen que hacer, primero, una autocrític­a de lo sucedido hasta ahora y, segundo, un esfuerzo para iniciar una nueva etapa. Los países europeos del arco norte del Mediterrán­eo, entre los que se encuentra España, deben comprender que sólo con el desarrollo económico y democrátic­o de los países del arco sur se podrá acabar con la inestabili­dad permanente en las que parecen instalados el norte de África y Oriente Próximo. Cuestiones como el terrorismo yihadista, las mafias económicas con clara voluntad extractiva (muchas veces fomentadas desde Europa), las migracione­s desesperad­as de los más pobres, el conflicto árabe-israelí, la discrimina­ción de la mujer, la contaminac­ión creciente del mar, etcétera, deben encontrar una solución que sólo puede venir de esa cooperació­n “verdadera” de la que habló ayer el Monarca. En los próximos tiempos seguiremos asistiendo a nuevos acontecimi­entos en el Mediterrán­eo, muchos de ellos trágicos. Sin embargo, la celebració­n de eventos como el Wocmes siempre supone un grano de arena en la búsqueda de una solución que, tarde o temprano, llegará.

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