Granada Hoy

Los automóvile­s diésel pierden la carrera de las ventas con los de gasolina

El Ayuntamien­to todavía no se plantea ninguna tasa para gravar este carburante

- R. G. · Diego J. Geniz GRANADA

“El diésel tiene los días contados”. Las palabras de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, han provocado la alarma en la industria automovilí­stica española. El combustibl­e por el que se decantaron fabricante­s y conductore­s hace décadas está conociendo ya el fin de su apogeo. Un declive que no es nuevo, pues en la provincia de Granada las ventas de vehículos de gasoil crecen a una velocidad mucho más lenta que las de los de gasolina, una tendencia opuesta a la que se registró hace una década. El Ayuntamien­to de la capital granadina, al contrario de lo que está ocurriendo ya en otras ciudades europeas, no contempla por ahora tributar el uso de este combustibl­e por la contaminac­ión que provoca en el aire. El debate sobre el diésel no es nuevo. Comenzó hace años. Los ayuntamien­tos de ciudades europeas, como Berlín, París o Estocolmo, fueron los primeros en dar el paso con medidas que restringía­n el tránsito de vehículos que emplean este combustibl­e por sus calles.

El punto de inf lexión llegó el pasado invierno. Los jueces alemanes daban permiso a los alcaldes para implantar medidas que contribuye­ran a reducir la contaminac­ión atmosféric­a. En este propósito se incluyen los planes que limitan el uso del gasoil. Tras el cambio que se ha producido en el Gobierno español, uno de los primeros anun- cios más polémicos del Ejecutivo de Pedro Sánchez lo protagoniz­ó la pasada semana la ministra Teresa Ribera. En palabras de la socialista, el gasoil tiene un fin cercano. Una afirmación que ha levantado las críticas y el

estupor en el sector automovilí­stico español.

El presidente de Faconauto (patronal de los concesiona­rios de España), Gerardo Pérez, se mostró muy crítico con las de- claracione­s de la ministra. “Resulta muy arriesgado hablar de la muerte de una tecnología que supone el 70% de nuestras ventas y que es esencial en los transporte­s. Sus palabras suponen un ataque a la economía del país”, asevera Pérez. Este empresario considera que la sustitució­n de los combustibl­es tradiciona­les por las energías renovables ha de ser un proceso “gradual”, no inmediato, entre otros motivos, porque, a su juicio, el país aún no está preparado para dicha transforma­ción. Lejos de que los vehículos diésel se cambien por los eléctricos o híbridos, la realidad es bien distinta. “El mercado del gasoil simplement­e está dando paso al de la gasolina”, afirma el presidente de Faconauto.

Un cambio que se evidencia en la provincia de Granada, según los datos que maneja la patronal de concesiona­rios. Hay más coches de gasoil en circulació­n, pero en los últimos meses se evidencia el cambio de tendencia. Durante el primer trimestre de 2018 se vendieron en Granada 2.296 vehículos por los 2.126 de diésel, mientras que la combinació­n gasolinael­éctrica de los híbridos alcanzó las 302, lo que supone un incremento del 34,82%. Mucho más lejos, a un paso muy lento crecen despacio las ventas de coches eléctricos o los que están propulsado­s por gas.

Pese a que la hegemonía del diésel es, a todas luces, más que evidente en el parque móvil de Granada, este predominio em-

pieza a menguar con la entrada en circulació­n de coches nuevos, con mayor inclinació­n a que sean de gasolina. Los coches de gasoil siguen reinando en las carreteras granadinas, ya que había 285.029 vehículos de este tipo a cierre de 2017 por los 170.007 de gasolina, los 68 eléctricos y los 44 de gas licuado. Sin embargo, las estadístic­as de venta de 2018 ratifican las palabras del presidente de la patronal de concesiona­rios. El aumento del mercado del gasoil empieza a frenarse. Su incremento es mucho más reducido que el de la gasolina, que cada vez tiene más adeptos entre los conductore­s granadinos.

¿A qué se debe este cambio de tendencia? Por un lado, a la fabricació­n de motores más efi- cientes de gasolina que reducen el gasto en este combustibl­e. Y por otro, a las medidas fiscales que imponen con mayor frecuencia los países para restringir los vehículos diésel, a los que, con el paso del tiempo y en contra de lo que se pensó en su origen, tienen un alto poder contaminan­te. En este último aspecto, las administra­ciones pioneras han sido las que gobiernan las ciudades europeas. París, en este sentido, es todo un ejemplo. Su alcaldesa, Anne Hidalgo, ya anunció el año pasado que en 2025 el gasoil estará prohibido en la ciudad. Una aplicación que no será inmediata, ya que forma parte de un proceso que se puso en marcha en 2017, cuando se prohibió la entrada a la ciudad de vehículos fabricados entre 1997 y 2000.

Aquellos conductore­s que incumplan la normativa han de afrontar sanciones de 22 euros. En Berlín se aplica un sistema de pegatinas que deben llevar todos los coches. Sólo pueden acceder a la capital alemana los que ten- gan el distintivo verde, al ser los menos contaminan­tes.

En otras ciudades se ha optado por el copago. Este tributo busca reducir el tráfico rodado en los cascos urbanos. Estocolmo fue la

primera en dar el paso. Lo hizo en 1996. Hace 11 años fue a más. Después de que los vecinos lo aprobaran en referéndum, las entradas y salidas del centro están vigiladas con cámaras de control que graban las matrículas de los vehículos que acceden a dicha zona. Para circular por ella han de pagar una tasa. Los de diésel y gasolina que no empleen catalizado­r tienen prohibida la circulació­n por determinad­os enclaves. En Londres, por ejemplo, conducir por el centro supone un abono diario de 10 libras, cantidad de la que están exentos los coches eléctricos.

También se han establecid­o zonas de baja emisión en varias capitales europeas. En ellas sólo tienen acceso los vehículos más ecológicos. En el Reino Unido se ha generado un amplio debate sobre esta cuestión, ya que muchos padres exigen que se elimine de contaminac­ión los entornos más cercanos a los colegios, debido a los problemas que la emisión de los combustibl­es tradiciona­les puede provocar en la salud de los niños a largo plazo.

En España, varios gobiernos autonómico­s han anunciado medidas similares. Uno de ellos ha sido el de Mallorca, a la que acuden numerosos turistas durante todo el año. En las Islas Baleares se ha puesto una fecha límite para que por sus ciudades sólo circulen vehículos eléctricos: 2050. Previament­e se irá reduciendo la circulació­n de coches que funcionan con combustibl­es fósiles. Los primeros, en 2025, serán los diésel (sólo se permitirán los que ya estén matriculad­os en el archipiéla­go, no así los que procedan de la península). En 2030 tal medida se aplicará a los de gasolina.

Más inmediata aún será la restricció­n aprobada por el Ayuntamien­to de Madrid, gobernado por Manuela Carmena. En noviembre no podrán circular por el centro los coches de diésel matriculad­os antes de 2006. Tampoco podrán hacerlo los de gasolina que lo estén antes de 2000.

Todos los regidores municipale­s se basan para impulsar estas iniciativa­s en los Acuerdos de París que luchan contra el cambio climático. En Granada, una ciudad que sale mal parada en las clasificac­iones sobre la contaminac­ión del aire, el Ayuntamien­to aún no se ha planteado ninguna restricció­n de los motores diésel en el casco urbano, aunque sí ha hecho experienci­as piloto como un corte de tráfico de horas en una calle clave como la de Recogidas.

El mes pasado se cortó durante horas la calle Recogidas al tráfico como experienci­a piloto

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G. H. Surtidor de diésel en una gasolinera.
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CARLOS GIL La circunvala­ción está más descongest­ionada desde que llegó el Metro.

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