Granada Hoy

UN ‘ CRUSH’

- ANTONIO SEMPERE

CUANDO un concurso no funciona, se ve a la legua. Se palpa en la pantalla. Y Crush, subtitulad­o La pasta te aplasta no va a durar ni dos telediario­s en el horario estelar de la noche de los viernes en La 1 ¿Qué falla en el formato? Resumiríam­os certeramen­te si afirmásemo­s que todo falla. Pero pormenoric­emos las causas del desastre...

Bajo un envoltorio aparente, y un decorado brillante se esconde la nada. La puesta en escena es tan fastuosa como inocuo el contenido. Al contrario que en Saber y ganar (humildísim­o decorado en donde lo que prima es la empatía que se genera entre el espectador y el concursant­e), en Crush nada importa nada. El presentado­r, Juanma López Iturriaga, no parece cómodo en el espacioso plató. Los famosos que apoyan a los equipos se limitan a cumplir el papel de comparsas. Pero lo peor es que la mecánica no genera en ningún momento el interés necesario para que las pruebas, preguntas fundamenta­lmente, se sigan con un mínimo de suspense.

Mediado el juego, no queda muy claro qué es lo que se gana o lo que se pierde. Más que llegar a una anunciada final que tampoco genera suficiente expectativ­a. El equipo ganador podría llevarse un botín de 30.000 euros, pero desde casa esto no es estímulo suficiente para seguir con un mínimo de atención lo que sucede en un plató en donde las emociones parecen completame­nte ausentes.

Lo más curioso de la noche del estreno fue el mamporro que se dio una concursant­e intentando llegar al punto donde debía. Algo así como aquella caída de Mayra Gómez Kemp en un especial de Nochevieja pero a lo grande. Las cajas fuertes que presumible­mente aplastan están huecas. Y así las ve el público. Se nota. Huecas como todo el concurso.

Tan aparatoso por fuera como desprovist­o de chicha y enjundia. Crush hace honor a su nombre. Menudo batacazo, otro más, de La 1.

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