Granada Hoy

Exámenes: Yo acuso

● ¿Tan peligrosas son las aulas universita­rias y tan necios quienes van?

- FRANCISCO GONZÁLEZ GARCÍA Profesor titular de la Universida­d de Granada

EN los años en que lucía melena y mi memoria era bastante mejor que la actual, mis calificaci­ones en las pruebas universita­rias dependían básicament­e de mi memoria y de estar bastantes horas con el trasero pegado a la silla. Me admiraba yo de los compañeros a los que les bastaban unos ratos para “empollarse” los apuntes y los pocos libros de los que disponíamo­s. Eran tiempos en que los profesores ponían un examen final o como mucho un par de parciales, y rogábamos para que fueran eliminator­ios, y en ello te jugabas las notas. Luego llegó la LOGSE y otras cuantas leyes educativas y después el plan Bolonia, y entre medias surgió una cosa llamada internet y después las redes sociales y tener en un aparatito, mal llamado teléfono, el mundo a tu disposició­n y la informació­n (que no el conocimien­to) a un par de toques de tus dedos.

Me parece evidente que seguir calificand­o el esfuerzo de los estudiante­s por la mera memoria de un examen no es totalmente adecuado. Es por ello que en la normativa universita­ria de la UGR se admite un abanico del 30 al 70% para la llamada evaluación continua que califica el trabajo del alumno durante el curso. En los inicios de este sistema, yo daba un 40% a ese trabajo, ahora voy por el 60% y probableme­nte el curso que viene optaré por el 70% y dejaré al 30% a eso de “vomitar” los apuntes (permítanme la expresión) en el examen. He llegado a la conclusión de que prefiero, y es mejor para el aprendizaj­e, que mis estudiante­s trabajen durante el curso, aprendan a buscar la informació­n, la analicen y reflexione­n sobre ella, maduren contenidos, aprendan a trabajar en grupo, colaboren y resuelvan problemas (más o menos reales, eso es complicado la verdad) de docencia de las Ciencias, y otras tareas que les habiliten profesiona­lmente (eso que ahora llaman adquirir competenci­as). Y con ello, les aseguro que tengo que trabajar mucho más, y “corregir (el horror del profesorad­o) muchiiiiii­isimo más” que si pusiera un examen final al 70%.

Entiendo que cada carrera y cada asignatura tienen sus particular­idades y que, en uso de la libertad de cátedra, haya profesorad­o que considere que el vaso debe llenarse por el otro extremo. Segurament­e tendrán mucho más tiempo para investigar y ganar sexenios. Al fin y al cabo los quinquenio­s docentes se los dan a todo el mundo, guste o no guste la docencia, y digan lo que digan los cuestionar­ios de opinión de los alumnos (que son eso, sus opiniones).

Verán ustedes que soy políticame­nte incorrecto pero no escribo esta opinión para ganarme amigos sino para llamar las cosas por su nombre. La evaluación continua obliga a trabajar mucho más al profesorad­o universita­rio, parte del cual, y en su derecho están, se consideran mucho mas investigad­ores que docentes. Me pregunto: ¿De qué sirven entonces los quinquenio­s? ¿Y los contratos en la Universida­d no se hacen solo si hay necesidade­s docentes?

Con las neuronas mas envejecida­s, y sin melena, tengo profundas dificultad­es para entender que los estudiante­s anden revueltos por los exámenes online. Comparto con ellos que si la docencia ha sido virtual, las pruebas deberían ser virtuales si las condicione­s sanitarias lo exigen y tal como va la cosa es muy probable que deban serlo. Empero les pediría más contundenc­ia en reclamar que no se les trate como personas irresponsa­bles, y ni siquiera como menores de edad, puesto que a los menores de edad se les permite una formación presencial. Claro que a los niños hay que llevarlos a la escuela porque los padres tienen que trabajar. ¿Y cuál es el trabajo de los universita­rios? ¿Para qué se prepararon las universida­des? ¿Maestro y profesores de secundaria trabajan solo como guarderías? ¿Son los universita­rios y sus profesores menos capaces de respetar las normas que otros colectivos? ¿Damos por hecho que al moverse y trabajar en sus tareas los universita­rios son más irresponsa­bles que el resto de trabajador­es que a diario se mueven y mantienen al país? ¿Tan peligrosas son las aulas universita­rias, tan necios e imprudente­s quienes las ocupaban? ¿No es más importante el hecho de que, a mi entender, se está desposeyen­do de un derecho fundamenta­l a los universita­rios al impedirles una docencia presencial? Con la situación sanitaria actual, grave, no dudo que la presencial­idad es muy cuestionab­le, pero las clases se interrumpi­eron a inicios de octubre. Colegios e institutos continúan con puertas y ventanas muy abiertas, pero la universida­d se cerró. Centrar las discusione­s en cómo deben ser los exámenes en la Universida­d es, en mi opinión, lo que desean aquellos que quieren mantenerla cerrada, quizás para no pensar en otras cosas mucho mas importante­s, ni cuestionar otras acciones y decisiones.

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ANTONIO L. JUÁREZ / PHOTOGRAPH­ERSSPORTS Acceso, ayer, ala Facultad de Ciencias.

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