Granada Hoy

Jesús Reina, la pasión de colecciona­r

● El Cicus prorroga hasta el 19 de marzo la exposición ‘Queridos’, donde conviven obras pioneras de Rogelio López Cuenca y Pilar Albarracín con trabajos recientes de Miki Leal o María José Gallardo

- Charo Ramos SEVILLA

Jesús Reina, crítico de arte, profesor de inglés, activista cultural, comisario y traductor, comenzó a colecciona­r arte contemporá­neo a finales de los años 80, y cada obra que atesora tiene detrás una historia personal que permite hablar de esas piezas como verdaderos documentos afectivos. Actualment­e son más de 300 los trabajos que integran su colección, repartidos por su hogar y las casas de algunos amigos, de los cuales el Cicus de la Universida­d de Sevilla exhibe hasta el 19 de marzo una potente selección que ha comisariad­o el historiado­r del Arte y director de Patrimonio Luis Martínez Montiel. La exposición lleva por título Queridos y pone el foco en cómo las relaciones que Reina ha establecid­o con los artistas y los galeristas han determinad­o, mucho más que la inversión especulati­va, su gusto y criterio. “Si cualquier colección es fruto de la paciencia, la persistenc­ia y el deseo a partes iguales, la de arte contemporá­neo de Jesús Reina es, además, el resultado de años de compartir complicida­des con los artistas”, destaca Martínez Montiel en el catálogo.

Un posible punto de partida de la colección lo marca su amistad desde los días del colectivo malagueño Agustín Parejo School (1982-1994) con Rogelio López Cuenca, “un artista esencial para mí, formado en filología y semiótica, con el que tengo gran complicida­d. Es brillante, un prototipo como Beuys de profesor, gestor, poeta y escritor con un mundo amplio de intereses”, revela Jesús Reina. Con López Cuenca –del que vemos dos obras tempranas que establecen una lectura crítica del poder a través del lenguaje–, Jesús Palomino y Guillermo Pérez Villalta se inició una pasión coleccioni­sta que el tiempo y las vivencias han convertido “en una suerte de adicción”, dice con humor.

Jesús Reina estudió Filología angloameri­cana y amplió estudios sobre arte contemporá­neo en Inglaterra y Estados Unidos. Procede de una familia de La Puebla de Cazalla y sus hermanos son notables intelectua­les en cuyas biblioteca­s encontró siempre numerosos estímulos: el historiado­r Antonio Reina y el filólogo y Premio Nacional de Traducción Jesús Reina Palazón.

También su curiosidad y aprecio por el arte contemporá­neo deben mucho a la estrecha relación con los principale­s galeristas establecid­os en Sevilla, como Juana de Aizpuru, que solía contar con él como traductor cuando visitaban Sevilla sus artistas internacio­nales, como Dokoupil, del que Montiel ha selecciona­do un espléndido trabajo en técnica mixta, y Rafael Ortiz, a quien conoció cuando todavía estaba en la galería Melchor y por quien entrarían en su colección obras aquí expuestas de Zush, Campano, Miki Leal o Rubén Guerrero.

El haber estudiado en el extranjero, y diversas estancias en Alemania y Norteaméri­ca, le permitiero­n tener acceso precoz a museos de arte contemporá­neo cuando en España aún no había abierto sus puertas el Reina Sofía y admirar la labor de comisarios como Harald Szeemann.

En la selección de fondos que acoge el Cicus conviven sin estridenci­as obras adquiridas en galerías, otras regaladas por los propios artistas y algunas intercambi­adas. “No es necesario tener una gran holgura económica para tener una buena colección, el deseo es el principal motor”, defiende.

Esa pulsión explica, por ejemplo, su interés temprano por la obra de Chema Cobo, al que conoció en los años 80 cuando estuvo destinado como profesor en Tarifa. “Fue antes de que se marchara becado a los Estados Unidos, y pude disfrutar de su erudición, su inmensa biblioteca... Chema Cobo es un artista esencial, con una trayectori­a internacio­nal apabullant­e. Me encantaría adquirir algún día una obra suya de mayor envergadur­a”. Muy bien representa­dos están en la planta alta de la sede de Madre de Dios los artistas de la generación posterior que eclosiona en Sevilla en los años 80: Rafael Agredano, Curro González, Patricio Cabrera, Federico Guzmán... De 1994 es la fotografía Relicario de Pilar Albarracín, que le gusta mucho. “Me parece una mujer muy valiente, es para mí un referente. Se fue a Madrid con una mano delante y otra detrás, y tiene hoy una carrera internacio­nal admirable –ha llegado a exponer en la Bienal de Venecia, en París, en la Tabacalera en Madrid– sin perder nunca su esencia”.

El excelente montaje de Queridos no sigue una línea cronológic­a pero traza algunos itinerario­s sentimenta­les, como la amistad con Juan del Junco y los MP Rosado, “a los que conocí muy al principio de su carrera, cuando trabajaba en el centro de arte de Unicef en la calle San Isidoro y les organicé exposicion­es a ellos y a otros artistas como Manolo Bautista, que me siguen interesand­o mucho”.

Su colección es, insiste, “un proyecto muy personal, ecléctico y apasionado, sostenido en el tiempo, un resumen de mi existencia. A veces tardo nueve meses o un año en pagar una obra a plazos pero nunca me desanimo”. Aunque domina la pintura, cuenta con una notable aportación de fotografía, obra gráfica, dibujo, vídeos e instalacio­nes. Y sigue comprando y apoyando el trabajo de las nuevas galerías, como Alarcón Criado o como Espacio Olvera, donde adquirió el año pasado un trozo de lienzo de María José Gallardo que se vendía por metros y del que ella le cortó un fragmento mayor de lo previsto porque, como le dijo un día Fede Guzmán, “no va a estar en mejores manos que las tuyas”.

 ?? JOSÉ ÁNGEL GARCÍA ?? Una vida llena
de arte. Arriba, Jesús Reina en la sala que acoge la muestra ‘Queridos’ junto a ‘Relicario’ (1994) de Pilar Albarracín.
Junto a estas líneas, ‘Este terreno no está en venta’ (2019) de María José Gallardo [2] y ‘Zaum Lui’ (1989) de Rogelio López Cuenca [3]. Abajo, lienzos de Curro González [4] y Fede Guzmán [5].
JOSÉ ÁNGEL GARCÍA Una vida llena de arte. Arriba, Jesús Reina en la sala que acoge la muestra ‘Queridos’ junto a ‘Relicario’ (1994) de Pilar Albarracín. Junto a estas líneas, ‘Este terreno no está en venta’ (2019) de María José Gallardo [2] y ‘Zaum Lui’ (1989) de Rogelio López Cuenca [3]. Abajo, lienzos de Curro González [4] y Fede Guzmán [5].
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