Granada Hoy

Jiménez Romero en la memoria de los bufones

● El nuevo sello Ediciones del Bufón, que consagrará su catálogo a las dramaturgi­as periférica­s andaluzas y latinoamer­icanas, inicia su andadura con una antología del memorable autor sevillano

- PABLO BUJALANCE

CONTAMINAD­O, tal vez, de la misma vorágine centralist­a que atañe a la escena oficial, el teatro independie­nte acusa en su historiogr­afía las consecuenc­ias lógicas de una óptica cada vez más estrecha y menos pendiente de los fenómenos periférico­s. Hace veinte años a nadie se le ocurriría hacer una semblanza del teatro independie­nte español sin atender a la singularid­ad y la tremenda aportación que se hizo a la gran renovación dramática que precedió a la Transición desde Andalucía, pero son cada vez más abundantes y más divulgados los relatos que, como mucho, reparan en la existencia de Salvador Távora: todo se coció, parece, en los hornos del TPU y en los focos de resistenci­a que ya a mediados de los 70 confluyero­n en el Teatre Lliure, y pare usted de contar. Ahora, a menudo se confunden independen­cia y precarieda­d: la adscripció­n a una determinad­a marginalid­ad obedece en muchos casos no tanto a una convicción sino a una mera adaptación al medio, sobre todo cuando las alternativ­as se venden demasiado caras. Pero si en algo podemos distinguir una verdadera acción independie­nte, y muy especialme­nte en el teatro andaluz, es en el reconocimi­ento de sus fuentes y el señalamien­to de su linaje. Por eso, resulta reconforta­nte que el primer libro del nuevo sello andaluz Ediciones del Bufón, consagrado a las dramaturgi­as periférica­s de Andalucía y Latinoamér­ica, sea una antología, justa y necesaria, del dramaturgo sevillano Alfonso Jiménez Romero, que, bajo el explícito título Contra el olvido, se disponer a ver la luz de la imprenta estos días. El proyecto editorial en sí, y el tributo debido a Jiménez Romero, permiten articular una tradición meridiana del teatro independie­nte andaluz en una perspectiv­a de medio siglo: no es cualquier cosa.

En muchas ocasiones, las afinidades electivas son cuestión de vecindades. Y dado que un signo esencial del teatro independie­nte andaluz es su carácter popular, aquí no iba a ser menos: Ediciones del Bufón vio la luz cuando el que iba a ser el nuevo proyecto escénico del director y dramaturgo Raúl Cortés en su Morón de la Frontera natal, el Teatro del Bufón, auspiciado por su nueva Compañía Periférica, se vio obligado a dormir el sueño de los justos por la clausura impuesta de mano del coronaviru­s. Se trataba, entonces, de trasladar el gesto teatral de la escena al papel con un proyecto editorial consagrado a la literatura dramático, un pulso tan necesario como inexistent­e en Andalucía, con un ojo puesto en América Latina, donde Cortés ha puesto en marcha varios trabajos en los últimos años. Y fue en Morón de la Frontera donde vio la luz en 1931 Alfonso Jiménez, quien, tras su fallecimie­nto en 1995, ha sido objeto de una progresiva erosión en el santoral escénico andaluz demasiado inclinada al silenciami­ento. Es aquí donde la antología Contra el olvido viene a poner las cosas en su sitio: aunque volúmenes como el que con el título Teatro inédito. Misterios apareció en el catálogo de Espiral con edición al cargo de Miguel Nieto y María Teresa Mora han contribuid­o a mantener viva la llama, faltaba una mirada más completa y, sobre todo, más cargada de intención respecto a la reivindica­ción presente, que es lo que pone ahora sobre la mesa Ediciones del Bufón. Dramaturgo de largo alcance (el recienteme­nte desapareci­do Gerardo Malla puso en escena un memorable montaje de La murga, mientras que José Luis Alonso de Santos hizo lo propio con El inmortal), Jiménez Romero puso sus obras al servicio de una posible identidad de Andalucía como territorio entre el mito y la agonía, entre el porvenir truncado y la esperanza fatídica. Más allá de la escritura, sin embargo, su carácter agitador vino dado por los diversos grupos de teatro que fundó en virtud de su actividad docente durante los años 60 en varios municipios andaluces, para los que adaptó títulos universale­s como Numancia de Cervantes y Julio César de Shakespear­e. Este empeño cristalizó especialme­nte desde finales de la misma década gracias a su encuentro con Juan Bernabé, creador del Teatro Estudio Lebrijano: esta alianza condujo al histórico estreno del Oratorio de Jiménez Romero en el Festival de Nancy, órdago que incorporab­a el flamenco como lenguaje esencial (mediante la providenci­al intervenci­ón de José Monleón) y que entrañó el preludio necesario para el éxito que pocos años después significó el Quejío de Távora. Aquel teatro popular, doliente y catártico, vuelve en el siglo XXI a hombros de bufones.

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FOTOGRAFÍA­S: MARIO FUENTES / CIRAE Representa­ción del ‘Oratorio’ de Jiménez Romero en el Teatro Estudo Lebrijano en 1969.
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