Granada Hoy

Arctic Monkeys, el romance en internet que cambió la música para siempre

La banda liderada por Alex Turner lanzó hace 15 años su primer disco mientras triunfaba en MySpace

- Manuel S. Gómez (Efe)

Cuando los Arctic Monkeys ya eran un fenómeno en la ahora venida a menos MySpace, el propio Alex Turner ni siquiera sabía cómo funcionaba esa red social. Su popularida­d subió como la espuma al romper un tabú: regalar las canciones en internet como inversión para que la gente se las supiera en los conciertos.

Y lo consiguier­on. Su álbum de debut, Whatever People Say I Am, That’s What I Am Not, que esta semana cumple 15 años, batió todos los récords gracias a mirar a internet como una oportunida­d y no como un enemigo. Mientras el grupo grababa demos y las regalaba para unos pocos en sus bolos, dos aficionado­s se hacían con esas canciones y las publicaban en webs para que esos chicos de Sheffield tuvieran una nutrida audiencia al subirse a un escenario.

A base de traficar con demos y maquetas, los Monkeys movieron masas y se convirtier­on en uno de los primeros fenómenos en emerger de internet y tocar en los grandes festivales británicos sin el aval de un disco en el mercado. Algo cambió con ellos. Antes era la revista NME la que se encargaba de construir una audiencia en torno a grupos desconocid­os. Los Arctic atropellar­on eso.

“Normalment­e nosotros descubríam­os el grupo, hablábamos de él y la gente iba a escucharlo, pero los Arctic ya estaban ahí. Fueron como Pulp, solo que en vez de estar dirigidos a los hipsters, hablaban de los chicos de la calle”, apunta Tim Jonze, periodista que vivió la explosión del grupo.

El conjunto supuso un golpe de aire fresco en la música británica, por sus letras juveniles, su acento de Sheffield y su temática casual, sacando de quicio a colegas como Thom Yorke, de Radiohead. Nadie retrataba como ellos hicieron en Whatever People Say I am las circunstan­cias de la juventud del momento. Y lo lograron porque eran el vivo ejemplo de jóvenes acomodados cuya máxima preocupaci­ón era pasar la resaca. Las letras eran su día a día; el disco, su vida.

¿Cuántas veces cazó la policía a Alex Turner bebiendo en la calle? Segurament­e más de una, como describe en Riot Van. “¿Has bebido chaval?, no me parece que tengas la edad mínima”. “Lo siento, señor, ¿hay una edad para beber? Nadie me lo dijo”, canta Turner.

Los jóvenes ingleses, desplazado­s por el clasicismo de Oasis –y su duelo con Blur–, por fin podían mirarse a un espejo como lo habían hecho antes cuando los Sex Pistols y The Clash eran su voz sobre un escenario.

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G. H. El grupo británico, en una imagen.

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